Sempr¨²n y Pradera en Biriatou
Los amigos de Jorge Sempr¨²n, entre ellos Javier Pradera, fallecido el pasado domingo, han organizado un homenaje al escritor y pol¨ªtico en la localidad fronteriza que inspir¨® un poema de otro desterrado: Unamuno
La mujer que ha conducido el coche en el que Federico S¨¢nchez, tambi¨¦n llamado Rafael Artigas, Juan Larrea, Ram¨®n Barreto o, en fin, Jorge Sempr¨²n, ha cruzado por Behobia la frontera franco-espa?ola, camino de Par¨ªs, y a la que ha pedido que le acerque a un pueblecito vasco, Biriatou, situado a escasa distancia, en una desviaci¨®n de la carretera principal, sobre una colina desde la que se divisa el curso final del Bidasoa hacia la mar cant¨¢brica, le ha preguntado si el motivo de querer ir a ese lugar guarda relaci¨®n con alg¨²n recuerdo de infancia. El viajero clandestino le responde: "casi; ten¨ªa 15 a?os la primera vez".
Muchos a?os despu¨¦s, siendo ya ministro de Cultura, se public¨® el libro que aqu¨ª se titul¨® Adi¨®s, luz de veranos..., en el que Sempr¨²n rememora esa conversaci¨®n con la conductora y se pregunta si fue entonces cuando por primera vez pens¨® que deseaba ser enterrado en el "peque?o cementerio" de Biriatou, "arrimado a una r¨²stica y agreste iglesia". En este "lugar fronterizo, patria posible de los ap¨¢tridas, entre los dos ¨¢mbitos a los que pertenezco (...), en la vieja tierra de Euskal Herria". Y a?ade que pedir¨ªa asimismo que su cuerpo fuera envuelto "en la bandera tricolor de la Rep¨²blica". No porque haya dejado de pensar que la Monarqu¨ªa parlamentaria es "en las condiciones actuales el mejor sistema posible para garantizar la democracia y mantener la cohesi¨®n los diferentes componentes nacionales de Espa?a", sino como expresi¨®n de "una fidelidad al exilio y al mort¨ªfero dolor de los m¨ªos: aquellos en quienes no dejo de pensar, a¨²n hoy, en la terraza umbrosa de Biriatou cuando regreso all¨ª".
Sempr¨²n deseaba ser enterrado en Biriatou, lugar fronterizo, patria posible de ap¨¢tridas
A Unamuno le impresiona la frase en una placa de la iglesia: "Acordaos de nosotros"
El viajero clandestino no hab¨ªa olvidado esa primera vez en la que el joven escolar, a punto de reintegrarse al Liceo Henri IV de Par¨ªs para cursar sexto de bachillerato, estuvo cenando en la terraza umbrosa de un restaurante de ese pueblito, el 22 de agosto de 1939. No duda de que era esa fecha porque recuerda perfectamente que un d¨ªa despu¨¦s, el 23, se producir¨ªa un hecho hist¨®rico, la firma del pacto germano-sovi¨¦tico, que la mayor¨ªa interpret¨® como signo de la proximidad de la guerra. Pero tambi¨¦n es una fecha personalmente inolvidable para Sempr¨²n por algo que ocurri¨®, o que le ocurri¨®, aquella noche.
Acababa de llegar en compa?¨ªa de un amigo de su padre al chal¨¦ de Biarritz de un armador de unos 55 a?os, cuya mujer, H¨¦l¨¨ne, rubia y francesa como la Isabel de Blas de Otero, de unos 40, era una se?ora "espl¨¦ndida, deslumbrante", que tras interesarse por los gustos literarios del joven exiliado espa?ol intent¨® seducirlo, con pleno ¨¦xito, despu¨¦s de que, en un alarde de osad¨ªa que a nadie sorprendi¨® tanto como a ¨¦l mismo, el escolar le dijera que le recordaba a la protagonista de Belle de jour. Ella respondi¨® que hab¨ªa una diferencia, porque la hero¨ªna de la novela de Joseph Kessel buscaba en el prost¨ªbulo los placeres brutales de carreteros o descargadores del puerto, y eso ella ya lo ten¨ªa en casa; y que lo que le atra¨ªa era llevar a su cama a j¨®venes poetas rom¨¢nticos.
Catorce a?os antes, pero tambi¨¦n un 22 de agosto, el desterrado Miguel de Unamuno llegaba a Hendaya desde Par¨ªs tras haber escapado de la isla de Fuerteventura, a la que hab¨ªa sido deportado por la dictadura de Primo de Rivera. En Hendaya permanecer¨¢ durante cinco a?os, hasta 1930. En 1928 aparece en una editorial de Buenos Aires el Romancero del destierro, especie de "diario ¨ªntimo vertido en sonetos", seg¨²n su propia definici¨®n. Entre los poemas recogidos en la obra figura uno con t¨ªtulo en lengua vasca, Orhoit gutaz, palabras que toma de una placa con los nombres de los 11 hijos de Biriatou muertos en la Gran Guerra que descubre en un muro de la iglesia del pueblo. Desde el hotel de Hendaya en que se hospeda, el Broca, luego llamado "de la Gare", Unamuno acostumbra a dar paseos por los alrededores, frecuentemente hasta Biriatou. Le impresiona la frase que figura al pie de los nombres de los 11 vecinos "morts pour la patrie": Orhoit gutaz, o sea "acordaos de nosotros". Un ruego procedente de personas an¨®nimas: con nombre y apellido pero sin historia, como los pueblos sin escritura, de tradici¨®n oral. Unamuno los imagina campesinos iletrados, "oscuros hijos sumisos del hogar / henchido de silenciosa tradici¨®n". Acordaos de nosotros: una s¨²plica que recuerda la de Fran?ois Villon, a punto de ser ahorcado, en 1461: "Hermanos humanos que vivir¨¦is despu¨¦s, / no teng¨¢is contra nosotros el coraz¨®n endurecido".
Jon Juaristi dedic¨® un cap¨ªtulo de su Bucle melanc¨®lico a ese poema de Unamuno. Poco despu¨¦s de la aparici¨®n del libro, a fines de 1997, publicar¨ªa un art¨ªculo en este peri¨®dico, De Fuerteventura a Bilbao (EL PA?S, 16-3-1998) en el que comenta que si Primo de Rivera pretend¨ªa con la deportaci¨®n "doblegar el ¨¢nimo" del escritor bilba¨ªno, "escogi¨® un mal lugar para intentarlo porque Fuerteventura dio a Unamuno una segunda juventud, la de los amores oto?ales".
Del contexto se deduce que Juaristi se refiere a la buena acogida y trato que dispensaron a Unamuno las "nobles gentes" de la isla, que despertaron en ¨¦l un "br¨ªo de mocedad" que se trasladar¨ªa a las p¨¢ginas escritas en los a?os de destierro. Sin embargo, es posible que esa expresi¨®n guardase relaci¨®n con un episodio poco conocido de la vida del escritor: la visita que en los primeros d¨ªas de julio de 1924, mientras preparaba su evasi¨®n de la isla, recibi¨® de una poetisa argentina, Delfina Molina, de 43 a?os (¨¦l ten¨ªa 59) que desde 1907, teniendo ella 28, le escrib¨ªa cartas, al comienzo de admiraci¨®n y luego de franca confesi¨®n de amor. Ignoro si Juaristi, especialista en Unamuno, conoc¨ªa ese episodio cuando se refiri¨® a "amores oto?ales". El libro que rastrea toda la correspondencia entre el escritor bilba¨ªno y la argentina (Delfina, la enamorada de Unamuno, de Mar¨ªa de las Nieves Pinillos) fue publicado un a?o despu¨¦s del art¨ªculo de Juaristi.
En la biograf¨ªa de Unamuno de Colette y Jean-Claude Rabat¨¦, publicada por Taurus en 2009, se sigue la pista de esa correspondencia. En 1912, Unamuno dedica un art¨ªculo que env¨ªa a La Naci¨®n, de Buenos Aires, a "una joven poetisa argentina, sin habernos conocido mi amiga entra?able", mensaje al que ella responde con un emocionado "sent¨ª morir". No se ver¨ªan m¨¢s que esa vez de Fuerteventura. Ella se presenta en la isla con su hija, Laura, y el escritor les cede su habitaci¨®n del hotel, y¨¦ndose ¨¦l a casa de unos amigos. Aunque ella insistir¨¢ en volver a verlo, ¨¦l tiene otras preocupaciones y, seg¨²n la biograf¨ªa de los Rabat¨¦, la mayor¨ªa de las cartas posteriores de ella (hasta 1935) quedaron sin abrir.
Unamuno y Sempr¨²n. Y Pradera. En el ¨²ltimo art¨ªculo que public¨® en la revista Claves ("La extraterritorialidad de Jorge Sempr¨²n"; julio / agosto de 2011) Javier Pradera relacionaba a los dos desterrados a trav¨¦s de su vinculaci¨®n con Biriatou. Pradera era por el lado paterno oriundo de Sara, en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s. Hoy no podr¨¢ estar en la aldea donde los 11 vecinos muertos en la I Guerra Mundial y los dos que se a?adieron a la l¨¢pida tras la Segunda nos piden que no les olvidemos. Que no tengamos contra ellos un coraz¨®n endurecido.
Javier Pradera no lo tuvo contra quienes le ofendieron en vida y estos d¨ªas le piden cuentas por su pasado comunista. Un amigo suyo, Ram¨®n Recalde, escribi¨® a prop¨®sito de esos que "solo pasivamente" estaban contra Franco y ahora reprochan a los que lo estuvieron activamente su pasado izquierdista: "Me resulta dif¨ªcil tener que hacerme perdonar (...) por los que no lucharon contra la dictadura en el momento en que deber¨ªan haberlo hecho y hoy despliegan su buena conciencia apunt¨¢ndose a la democracia o a los nacionalismos sobrevenidos".
Pradera: en una conversaci¨®n telef¨®nica mantenida tres o cuatro d¨ªas antes de partir para su propio Largo viaje -como el que convirti¨® en su primer libro Sempr¨²n-, le dijo al periodista Juan Cruz que no podr¨ªa estar en el homenaje de hoy en Biriatou. "Ya te enterar¨¢s por qu¨¦", a?adi¨®.
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