Copago por cada visita al m¨¦dico no, pero...
El debate sobre la necesidad de abonar los servicios sanitarios renace con propuestas como tasar las recetas - Ese coste extra penaliza a los m¨¢s enfermos
Tasa por receta, tique moderador, sancionar al usuario que anule las visitas al especialista sin motivo... El eterno debate sobre cobrar al ciudadano por una asistencia sanitaria que ya paga a trav¨¦s de sus impuestos -el copago o m¨¢s bien repago-, y que pas¨® de puntillas por la campa?a electoral, vuelve a surgir ahora con fuerza. Eso s¨ª, m¨¢s creativo. Galicia, por ejemplo, ha anunciado que cobrar¨¢ por el uso irresponsable de los recursos sanitarios, aunque insiste en que la idea nada tiene que ver con el copago. Catalu?a habla de establecer un "tique moderador" y una tasa por receta para "poner barreras al uso excesivo". Otros, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, han abogado por revisar el porcentaje que se paga por los f¨¢rmacos financiados, para que se tenga en cuenta la renta. Medidas que intentan alejarse del tradicional concepto de copago -por visita m¨¦dica- pero que no dejan de ser un coste extra para el ciudadano.
Muchos expertos, critican la medida por considerarla injusta
Catalu?a habla de una tasa por receta para "poner barreras al uso excesivo"
"El copago apenas tiene capacidad recaudatoria", asegura un experto
Los recortes empujan a los ciudadanos a la privada
F¨®rmulas que han reabierto el mel¨®n que en 1991 lanz¨® el informe Abril, que ya hablaba de copago para ayudar a una sanidad "exhausta". Estas actuaciones, sin embargo, no pueden llevarse a cabo de manera unilateral. Las comunidades aut¨®nomas no tienen competencias. De adoptarse debe ser en toda Espa?a. As¨ª, parece que estos anuncios son un dardo envenenado lanzado hacia el nuevo Gobierno del Partido Popular, que durante la pasada legislatura y la campa?a se ha manifestado contrario al copago.
Las cr¨ªticas de muchos expertos, que tildan la medida de injusta y creen que perjudica a los m¨¢s d¨¦biles -argumento, entre otros de Ana Pastor, coordinadora de pol¨ªtica Sanitaria del PP-, no convencen a sus partidarios. Estos insisten en defender esa aportaci¨®n adicional como una f¨®rmula disuasoria para frenar el abuso sobre los recursos sanitarios, y no tanto como medida recaudatoria. Y esa es la idea que parece subyacer bajo la palabra "moderador" del tique anunciado por el presidente catal¨¢n, Artur Mas (CiU).
El concepto, sin embargo, parte de la premisa de que los espa?oles abusan de la sanidad p¨²blica. "Una idea discutible", apunta Juan Jos¨¦ Rodr¨ªguez Send¨ªn, presidente de la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial. Los ciudadanos van al m¨¦dico 7,5 veces al a?o, frente a las 8,1 de 2006. Un dato incomparable con las cinco veces que los brit¨¢nicos acuden a la consulta pero por debajo de la frecuentaci¨®n en Alemania (8,2), seg¨²n datos de la OCDE de 2009. Y muchos de los que van, no lo hacen por gusto: la mayor¨ªa de enfermos cr¨®nicos debe ir un m¨ªnimo de 13 veces al a?o, solo a recoger recetas. Visitas que se podr¨ªan evitar con la receta electr¨®nica, que funciona solo en cuatro autonom¨ªas.
"Los copagos, o repagos, son muy peligrosos porque disuaden de usar los servicios sanitarios a quienes no tienen que disuadir", dice el diputado de IU Gaspar Llamazares. Este m¨¦dico sostiene que con las medidas propuestas ser¨ªan los enfermos cr¨®nicos y los ciudadanos con pocos recursos y menos formaci¨®n quienes dejasen de ir al m¨¦dico o de comprar un f¨¢rmaco para no tener que hacer frente a ese coste extra. "El copago no modera la demanda del frecuentador, que es aquel que conoce bien el sistema y sabe eludir los filtros", apunta.
Para Vicente Ort¨²n, decano de la facultad de Econ¨®micas y Empresariales de la Universidad Pompeu Fabra, ser¨ªa "contraproducente" aplicar ese instrumento moderador a las visitas m¨¦dicas. "Provocar¨ªa mayor gasto en hospitalizacions. Son los profesionales quienes han de controlar la frecuentaci¨®n", argumenta. Tampoco le convence para las urgencias. "Aqu¨ª el mejor pago es el tiempo de espera para una petici¨®n que no justifique urgencia. Una adecuada selecci¨®n a la entrada de urgencias permite priorizar", a?ade.
Jos¨¦ Ram¨®n Repullo, jefe del departamento de Econom¨ªa de la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad, cree que implantar y desarrollar un sistema para reducir el uso inapropiado es muy dif¨ªcil t¨¦cnicamente. "El copago apenas tiene capacidad recaudatoria. Ponerlo en marcha es muy caro y el rendimiento final, quitando a cr¨®nicos y rentas bajas, es bajo", afirma. Lo ha calculado: si se pone un techo anual m¨¢ximo para proteger a los m¨¢s enfermos y se descuentan los costes administrativos de la medida a lo ingresado por los copagos -que ha tasado en cinco euros por visita al m¨¦dico, 10 por urgencia y otros 10 por d¨ªa de hospitalizaci¨®n- quedan unos 575 millones de euros anuales.
As¨ª, lo m¨¢s sencillo, si es que se quiere apostar por este sistema de cobro por uso, es tasar cada receta, dicen los expertos. "El sistema de farmacia ya est¨¢ montado e implantarlo no ser¨ªa dif¨ªcil", explica Manel Peir¨®, vicedecano acad¨¦mico de Esade. "Sin embargo, si es modulable, es decir por renta y extrayendo a los cr¨®nicos, por qu¨¦ no hacerlo directamente en forma de impuestos", se pregunta Llamazares. Si no, se corre el riesgo de que, de nuevo, el sistema casi universal y solidario se vuelva injusto y paguen m¨¢s los m¨¢s enfermos.
A pesar de esos inconvenientes algunos creen que hay que intentarlo. La situaci¨®n actual, afirman, obliga. Y es que el recurrente debate del copago -al que Repullo denomina 'pol¨ªtica zombi', "porque cuando desmontas su argumento cae muerto y al poco tiempo vuelve a levantarse"- se agarra a los datos de la grave crisis econ¨®mica. Y a¨²n m¨¢s a las cuentas sanitarias de las comunidades, estranguladas por una deuda incesante que supera los 12.000 millones.
"Es una v¨ªa que hay que analizar. Se necesitan ingresos adicionales, tambi¨¦n reducir frecuentaci¨®n y f¨¢rmacos innecesarios. Las cr¨ªticas sobre su riesgo son ciertas. No es lo ideal, pero estamos llegando a un punto cr¨ªtico. No hay dinero para hacer frente a todos los gastos que tenemos; as¨ª que o recortamos derechos o contribuimos a su coste", asevera Peir¨®.
Mar¨ªa del Mar Mart¨ªnez, consultora especializada de McKinsey, cree que no hay que entender el copago como un instrumento para financiar el sistema sanitario sino como una f¨®rmula para ayudar a reducir su demanda que, afirma, es superior a la de otros pa¨ªses europeos. "El copago podr¨ªa tener impacto en los costes del sistema a futuro, pero no soluciona el problema de la deuda acumulada en el pasado. Aunque se introdujera un euro por receta, los importes recaudados ser¨ªan muy bajos comparados con la deuda total: 82 millones por el total de recetas al a?o", sostiene.
Adem¨¢s, aunque se diera por supuesto que lo que aportan los copagos supera el coste de implantaci¨®n, ?d¨®nde ir¨ªa lo recaudado? "Nadie de los que lo han propuesto ha dicho que ese dinero se vaya a destinar a los presupuestos sanitarios, corremos el riesgo de que empleen la sanidad para recaudar con otros fines", alerta Jos¨¦ Mart¨ªnez Olmos, exsecretario general de Sanidad y diputado por Granada. Vuelve, pues, el eterno problema de que los fondos entregados a las comunidades para sanidad no tienen obligaci¨®n de dedicase a ese cap¨ªtulo.
Al margen de esas opciones futuras, Llamazares alerta de que, amparadas por los recortes, se est¨¢n produciendo situaciones que implican un copago indirecto. "Existen otros repagos como el alargar la lista de espera. As¨ª, parte de la gente que tendr¨ªa que aguardar se va a la privada; algo que, si se generaliza, a la larga es negativo", mantiene.
Es lo que est¨¢ ocurriendo en Italia donde, como otros pa¨ªses europeos, hay copago. All¨ª, hace unos meses el Gobierno elev¨® las tasas por el uso de los recursos sanitarios. Desde entonces, algunos ciudadanos prefieren, si pueden, acudir a la privada porque el coste que pagan por algunas prestaciones -en la p¨²blica un an¨¢lisis de orina, por ejemplo, cuesta 13 euros y cada visita al m¨¦dico otros 10- es similar (incluso menor) y m¨¢s r¨¢pido.
Juan Abarca, secretario general del Instituto para la Integraci¨®n y Desarrollo de la Sanidad -la asociaci¨®n mayoritaria de la sanidad privada- reconoce que tanto los recortes como el copago empujan a los ciudadanos a la privada. A pesar de esto ve la medida injusta. "No creemos que el copago directo obligatorio, tanto por asistencia como por receta, sea lo m¨¢s deseable", dice. Cree que lo mejor ser¨ªa apoyar con una desgravaci¨®n fiscal a aquellos que quieran acudir a un "copago voluntario", tal y como denomina a hacerse un seguro privado. "Se puede favorecer la financiaci¨®n privada voluntaria de los usuarios que pueden pagar un seguro, porque descargan recursos al sistema p¨²blico. Acudir a la privada debe ser una elecci¨®n, no una obligaci¨®n", afirma.
El copago no soluciona el problema de la sanidad p¨²blica. Para algunos expertos es una ayuda. Para otros, un nocivo parche. Sin embargo, en lo que s¨ª parece estar de acuerdo la mayor¨ªa es en que hay que revisar el copago farmac¨¦utico. Actualmente los activos pagan un 40% de los f¨¢rmacos financiados que los pensionistas obtienen gratis. "Un sistema ineficiente e inequitativo", dice Jos¨¦ Ram¨®n Repullo. "Hay que redise?arlo para que no sea la condici¨®n de activo y pensionista lo que determine la participaci¨®n en el precio, sino la condici¨®n de necesidad; hay que establecer un techo de contribuci¨®n m¨¢xima para proteger a la persona que tenga un problema de salud, que puede ser tambi¨¦n joven y desempleado", dice.
Rodr¨ªguez Send¨ªn va m¨¢s all¨¢. "El copago farmac¨¦utico es injusto y tambi¨¦n lo es el exceso de medicamentos que se desechan. Hay que establecer medidas para que esto no ocurra. Es un despilfarro extraordinario".
Hacia ese punto, matiza un portavoz de la consejer¨ªa de Sanidad gallega, es donde se dirige la pol¨¦mica medida de cobrar por el mal uso de la sanidad. La norma pretende repercutir al usuario que no use un servicio programado o cause da?os al mobiliario. Lo que ha despertado las sospechas de las asociaciones de defensa de la sanidad p¨²blica: "Qui¨¦n decide si se usa bien o mal", plantean. Galicia, sin embargo, insiste en que la medida no est¨¢ dirigida a los pacientes sino a las mutuas. "Forma parte de un plan contra el fraude con el que hemos recuperado 6 millones de euros de compa?¨ªas que enviaban pacientes al sistema p¨²blico y luego no cubr¨ªan esos gastos que les correspond¨ªan", inisiste el portavoz.
Es innegable es que la situaci¨®n es dura y que deben tomarse medidas urgentes, pero sin que la calidad de la sanidad p¨²blica se resienta. Es tarea del nuevo gobierno decidir si recoge el guante del copago o apuesta por medidas de calado que sirvan para salvar uno de los pilares del Estado de bienestar.
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