Una cursiler¨ªa 'al dente'

Basta con que uno recupere la fe en el cine italiano a trav¨¦s del relevo generacional que encarnan Paolo Sorrentino, Matteo Garrone y Luca Guadagnino, del oto?al salto a la direcci¨®n de un maestro de la comedia humanista como Gianni di Gregorio o de la integridad ¨¦tica, ideol¨®gica y art¨ªstica que sigue garantizando la mirada de Nanni Moretti para que un leve contacto con la realidad te eche por encima un jarro de agua fr¨ªa y demuestre que, probablemente, esos destellos no son m¨¢s que puntuales alteraciones (de talento) en un p¨¢ramo moral dominado por la est¨¦tica de fotonovela, la melaza expresiva y una sentimentalidad post-festival de San Remo. Quiz¨¢ sea injusto colocar a esta opera prima al lado de fen¨®menos tan preocupantes -y, lo peor, ya exportados/implantados en calidad de ultracuerpo berlusconiano- como el boom Federico Moccia, pero El verano de Martino, de Massimo Natale, adaptaci¨®n de la novela Liglio 1980 de Giorgio Fabbri, no le va a la zaga en cuestiones de imp¨²dico manejo de la cursiler¨ªa y del golpe bajo para el efecto melodram¨¢tico.

La pel¨ªcula de Natale adopta la equ¨ªvoca (es una falsa pista) forma de nost¨¢lgica remembranza del verano del primer amor contrariado, el primer beso y el primer revolc¨®n. Martino es un joven adolescente que encontrar¨¢ a un padre sustitutivo en la figura de un militar norteamericano que le iniciar¨¢ en la pr¨¢ctica del surf. Los reproches y acusaciones por la tragedia de Ustica -el misterioso accidente del DC9 de Itavia que se sald¨® con 81 v¨ªctimas mortales- planea sobre un relato de iniciaci¨®n que parece haberse planteado el desaf¨ªo de no dejar t¨®pico a salvo. La artiller¨ªa pesada queda reservada para el desenlace y convierte "El verano de Martino" en digna competidora de "Recu¨¦rdame" (2011) en el reciclaje melodram¨¢tico de la memoria del terrorismo.