Exorcismo, redenci¨®n y aleluya
- "Habr¨¢ alegr¨ªa en el cielo por un pecador que se arrepiente".
-Jesucristo, seg¨²n San Lucas
Es preciosa la historia de Jos¨¦ Mourinho. Es antigua, eso s¨ª; es una historia que ronda por la Tierra desde tiempos de Cristo (la par¨¢bola del hijo pr¨®digo, la de Mar¨ªa Magdalena, la del recaudador de impuestos), que se repite en una forma u otra en infinidad de obras literarias (Cervantes, Shakespeare, Dickens) y que ha sido el elemento clave en un alt¨ªsimo porcentaje de las pel¨ªculas de Hollywood (Mejor imposible, Invictus, C¨®mo el Grinch rob¨® la Navidad...) que han triunfado.
Es la cl¨¢sica historia de la redenci¨®n, la del pecador que gracias al poder transformador del amor conquista la paz y la felicidad. Siempre conmueve, sea cual sea el contexto, sea quien sea el protagonista. El camino espiritual que ha recorrido Jos¨¦ Mourinho a lo largo del ¨²ltimo a?o y medio, desde que lleg¨® como entrenador al Real Madrid, ofrece una variante especialmente bonita de la vieja historia. Su traves¨ªa ha sido un ejemplo y una inspiraci¨®n. Ante todo, para los ni?os.
Este nuevo Mourinho es cort¨¦s con los rivales y el Madrid tiene pinta de campe¨®n
Recordemos c¨®mo era. Cuesta creerlo, vi¨¦ndole ahora, pero hasta hace muy poquito Mourinho era un grosero. Se comportaba de manera muy fea con los clubes,los jugadores y los entrenadores rivales. Incluso insult¨® a toda una ciudad, M¨¢laga. Por eso, cuando Manolo Preciado, el entrenador del Sporting, declar¨® que era "un canalla", m¨¢s de media Espa?a estaba con ¨¦l. El viejo Mourinho era mezquino e hip¨®crita. Si ganaban los otros, era porque eran unos tramposos y porque contaban con ayuda arbitral; le dar¨ªa verg¨¹enza, dijo, ganar como el Barcelona. No le daba ninguna verg¨¹enza, en cambio, pedir a sus jugadores que recurriesen a la asfixia como estrategia, a la patada como t¨¢ctica. Despu¨¦s, cuando perd¨ªan, resultaba que sus jugadores (Pepe, Carvalho, Marcelo) eran unos angelitos injustamente perseguidos por los colegiados y que hab¨ªa una conspiraci¨®n arbitral y medi¨¢tica y celestial (?Por qu¨¦??Por qu¨¦?) contra su equipo.
Quiz¨¢ no fueran mentiras conscientes; quiz¨¢ se tratase de un comportamiento involuntario, consecuencia de un trastorno paranoico pasajero que desencaden¨® en ¨¦l todo tipo de declaraciones, gestos y acciones raras. Raras y contraproducentes. Como por ejemplo aquello de no cortar el c¨¦sped del Bernab¨¦u antes de un partido contra el Bar?a para frenar el juego sedoso de Messi, Xavi y compa?¨ªa. Fue un error porque envi¨® un mensaje inequ¨ªvoco a sus propios jugadores: comparados con ellos, somos un equipo peque?o.
La lecci¨®n moral que se desprende es, sin embargo, eterna. Si uno se porta mal, no solo ofende al pr¨®jimo y (si se diera el caso) a Dios, sino que se da?a a s¨ª mismo. Mourinho toc¨® fondo cuando le meti¨® un dedo en el ojo a Tito Vilanova, el n¨²mero dos del Bar?a, apenas empezada la presente temporada. Pero como siempre ocurre en esta historias redentoras ah¨ª fue, al caer a su punto m¨¢s bajo, cuando Jos¨¦ El Malo tuvo su momento de revelaci¨®n, entendi¨® que hab¨ªa pecado, vio que el gran perdedor era ¨¦l mismo e inici¨® la regeneraci¨®n moral que desemboc¨® en otra persona, Jos¨¦ El Bueno.
Hoy es cort¨¦s y sonriente con los rivales, no se mete con los ¨¢rbitros o con los periodistas, deja pasar con serenidad las que antes hubieran sido oportunidades irresistibles de criticar al Barcelona. Y, ?qu¨¦ ha pasado? Pues los jugadores del Barcelona compiten con menos rabia y consiguen peores resultados mientras que los suyos, a los que ahora escucha y trata como gente mayor, no con berrinches de tirano, se despliegan sobre el campo con m¨¢s soltura, juegan con m¨¢s alegr¨ªa, tienen pinta de campeones.
Si Mourinho quiere ganar el cl¨¢sico la semana que viene, lo que tiene que hacer es no permitir que reaparezca aquel diablito que llevaba dentro. Quiz¨¢ para acabar con ¨¦l para siempre le faltar¨ªa dar un par de pasitos m¨¢s. Deber¨ªa de dar las gracias aquellos en los medios de comunicaci¨®n que critic¨¢bamos a Jos¨¦ El Malo y reconocer en rueda de prensa que lo hac¨ªamos no por nosotros mismos, ni como parte de ninguna conspiraci¨®n, sino por su propio bien, y por el del Real Madrid. Y finalmente deber¨ªa confesar que admira a Leo Messi y que el equipo de Guardiola es uno de los m¨¢s grandes de todos los tiempos. Con eso remata su exorcismo personal y derrota al Bar?a, seguro.
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