Un plato todav¨ªa sin nombre
El nombre, al final, ser¨¢ el que har¨¢ la cosa. Ahora sabemos qu¨¦ es, pero no c¨®mo se llama. Es un muro para proteger el coraz¨®n del euro. Que permita alg¨²n d¨ªa al Banco Central Europeo ejercer como prestamista de ¨²ltimo recurso. Que ponga a disposici¨®n de los pa¨ªses de la moneda ¨²nica europea el ca?¨®n listo para disparar contra quien ose tocar la moto de la deuda soberana a partir de ahora.
Encontrar el nombre no debe ser f¨¢cil, puesto que llevamos tanto tiempo sin dar con ¨¦l. Hay una parte en la declinaci¨®n de esos sustantivos que suena bien: Tesoro europeo, alto representante para el euro, eurobonos, oficina presupuestaria europea, impuesto bancario sobre las transacciones financieras... Y otra que hiere muchos o¨ªdos: euro de dos velocidades, directorio europeo, Europa alemana, d¨¦ficit cero, recortes dr¨¢sticos del Estado de bienestar, escalada de impuestos al consumo y a las rentas.
Podemos imaginar, vistos los antecedentes, la f¨®rmula que se est¨¢ cocinando en la Canciller¨ªa berlinesa con elementos de los dos anaqueles: habr¨¢ una entrega masiva, in¨¦dita y muy dolorosa de soberan¨ªa presupuestaria y fiscal por parte de todos los pa¨ªses del euro actuales y futuros a cambio de que a su vez la deuda de todos los socios quede de una forma u otra garantizada.
No sabemos cu¨¢l ser¨¢ el radio de este compromiso trascendental e hist¨®rico. Parte de la pelea est¨¢ ah¨ª: Italia va a estar, a la vista de lo bien que se ha movido Monti y de c¨®mo se col¨® en la cumbre bilateral entre Merkel y Sarkozy en Estrasburgo el pasado 24 de noviembre; Espa?a debe estar, a pesar de su nebuloso perfil con un presidente que ya se ha ido y otro que no ha llegado todav¨ªa. Grecia y Portugal tienen muchos n¨²meros para caerse del cartel o quedar en una situaci¨®n comprometida.
Tampoco sabemos si funcionar¨¢. Todo lo que se ha hecho hasta ahora ha sido insuficiente. Por poco y por tarde. Esto que ahora se prepara, a cocci¨®n lenta, debe tener tama?o y fuerza suficientes para encarrilar de una vez esta crisis intratable. Hay que creer que el secretismo de estos cocineros forma parte de la f¨®rmula de ¨¦xito. De una parte conviene para la negociaci¨®n: hay propuestas que son m¨¢s bazas negociadoras que objetivos realmente deseados. De la otra es imprescindible para la sorpresa: el nombre y la cosa deben empezar a saberse en el momento adecuado, quiz¨¢ un viernes por la noche con los mercados cerrados, para despertar el lunes con un nuevo mapa del euro y de sus instituciones.
Puede que todas estas conjeturas no sean m¨¢s que piadosa expresi¨®n europe¨ªsta y ansias de supervivencia. Hay que estar en todo: unos en c¨®mo sacar partido de la muerte del euro y otros en imaginar al menos que al fin conseguimos evitar el naufragio.
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