Guarder¨ªa
Un d¨ªa los gritos de felicidad que sal¨ªan del jard¨ªn de infancia cesaron. A primera hora de la ma?ana dejaron de verse aquellas criaturas con las mochilas de colores en la espalda, cogidas de la mano de sus madres que les explicaban, camino de la guarder¨ªa, cosas sencillas de la vida, por qu¨¦ ladraba el perro, por qu¨¦ crec¨ªa el ¨¢rbol, por qu¨¦ volaban los p¨¢jaros. La curiosidad de aquellos ni?os tan dulces, sonrosados y sobrealimentados parec¨ªa insaciable. En invierno, cada una de sus sucesivas preguntas sal¨ªa de sus labios junto con un tenue vapor condensado, entre la bufanda y el gorro de lana; en carnaval llegaban disfrazados de piratas y princesas; en la fiesta de final de curso hab¨ªa globos, tartas, canciones y regalos.
Un d¨ªa la guarder¨ªa cerr¨® sus puertas. El edificio lo hab¨ªa comprado una inmobiliaria que quebr¨® poco despu¨¦s, y durante un tiempo en el silencio de la colonia a media ma?ana solo se oyeron los mirlos, la flauta del afilador y el altavoz del chatarrero que compraba colchones y hierros viejos. La guarder¨ªa acaba de ser ocupada por varias familias de inmigrantes, que fueron desahuciadas de otro lugar y se han hecho fuertes en este espacio.
De pronto han vuelto risas de ni?os al jard¨ªn de la infancia y a veces por encima de la tapia salen voces airadas e ininteligibles de gente extra?a seguidas de llantos de unas criaturas. Todos los ni?os del mundo lloran y r¨ªen de la misma forma, pero no todas las miserias humanas son iguales. Durante el d¨ªa los nuevos habitantes no salen de la guarder¨ªa. Cuando llega la oscuridad alguno de ellos, llevando a un ni?o de la mano, abandona la fortaleza, se dirige a una esquina cercana y se une a un peque?o grupo de mendigos y parados que espera en la trasera de un supermercado la salida de alg¨²n dependiente con cajas de alimentos deteriorados, pasados de fecha y otros desperdicios que vierte en los cubos de basura donde esta gente comienza a escarbar. Con un poco de suerte este inmigrante desahuciado vuelve a la guarder¨ªa con unas barras de pan duro, unos yogures caducados, unas frutas podridas y algunas verduras ajadas, ayudado por su hijo, que viste un abrigo y una bufanda que encontr¨® abandonados en un aula en cuyas paredes todav¨ªa hay dibujos de hadas y payasos.
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