El gesto es el mensaje
Una ciudad sin coches ser¨ªa un balneario, un espacio sin relaci¨®n con la productividad -o las prisas- donde la vida tomar¨ªa un cariz contemplativo. No es una idea desde?able, pero no se corresponde con la vida actual. El coche, en su momento imagen de modernidad, se invent¨® para solucionar determinados problemas, entre ellos el traslado con una buena relaci¨®n distancia / tiempo en condiciones ¨®ptimas de comodidad. Por lo tanto, es complicado dejarlo fuera de los esquemas urbanos. Es m¨¢s inteligente avanzar hacia veh¨ªculos no contaminantes, m¨¢s peque?os, que sepan compartir el espacio con el transporte p¨²blico, que es m¨¢s eficiente en el aspecto cuantitativo porque acumula m¨¢s cuerpos, pero menos convincente en cuanto a la calidad.
Las primeras medidas de tr¨¢fico del nuevo equipo municipal de Barcelona parecen un tanto improvisadas
Decir esto es una obviedad, pero hay gente con tendencia al ascetismo circulatorio; gente que pretende convertir el asfalto en un jard¨ªn, siguiendo la vieja consigna de buscar la playa bajo el adoqu¨ªn, y perdonen ustedes la rima. Ahora bien, la relaci¨®n entre ciudad y coche es un equilibrio tan sutil que cualquier decisi¨®n equivocada puede desatar oleadas de molestias para el elemento m¨¢s fr¨¢gil de la calle, el peat¨®n. En este tema, el gesto es el mensaje. Barcelona tiene una movilidad sensata, repartida a tercios entre peatones, transporte p¨²blico y coche. El problema sigue siendo el mismo de siempre: c¨®mo hacer llegar a la gente desde y a los municipios metropolitanos. No hace falta preguntar por la calidad de Cercan¨ªas, pero a lo mejor ser¨ªa ¨²til saber d¨®nde han quedado los 4.000 millones que prometi¨® invertir Rodr¨ªguez Zapatero, en paz (pol¨ªtica) descanse.
El nuevo equipo municipal ha enviado algunas se?ales sobre c¨®mo piensa tratar este delicado equilibrio, sobre el cual hab¨ªa opinado a destajo cuando ejerc¨ªa la oposici¨®n. Una se?al, preocupante: ha revertido el car¨¢cter peatonal de dos calles de Sarri¨¤, ahora abiertas otra vez al tr¨¢fico, a un tr¨¢fico menor y controlado. Si la ciudad es equilibrio, Sarri¨¤ deber¨ªa ser el laboratorio de ensayo, porque pone elevadas dosis de calidad de vida en calles estrechas, excesivamente dom¨¦sticas, pero que son parte del encanto. Tambi¨¦n es cierto que la gente de Sarri¨¤, tomado como distrito y no como barrio, es la m¨¢s apegada al coche. Suelen ir de aparcamiento en aparcamiento, esquivando paradas de bus y estaciones de metro, excepto las del tren hom¨®nimo, que en su origen ten¨ªa primera clase.
La segunda medida ha sido paralizar la reforma de la Via Laietana, y esta es racional y pertinente, porque el proyecto era p¨¦simo y no respetaba el car¨¢cter de la arteria, nacida para conectar el Eixample con el puerto. Que el puerto ahora sea de ocio no quiere decir que se tenga que entregar la calle al turista. Pero de esto ya hablaremos en otra ocasi¨®n. La tercera medida, en estudio, vuelve a ser err¨®nea: hacer gratuito el estacionamiento vecinal, la zona verde. Resulta que controlar que los avispados no mal ocupen estas plazas requiere de una vigilancia a sueldo. Ya estar¨ªa bien que los propietarios de aparcamiento paguen su IBI (o el alquiler) y los que aparcan en la calle lo tengan gratis. Aparcar en la calle no es un derecho, sino que es la ocupaci¨®n del espacio p¨²blico con un trasto privado. ?A las terrazas bien se les cobra una tasa!
La cuarta medida, abortada, tambi¨¦n era err¨®nea y claramente el resultado de no calcular el efecto de la demagogia previa, que te complica la vida al acceder al gobierno. Me refiero al uso, por parte de las motos, del carril bus. Como es l¨®gico, los t¨¦cnicos han advertido que la medida es peligrosa y engorrosa. Este dictamen sale de la pura reflexi¨®n: de imaginarse, por ejemplo, las motos entrando y saliendo del carril reservado. Xavier Trias se ha dado cuenta de que un solo accidente habr¨ªa tenido un coste descomunal, y ha frenado en seco su vieja promesa.
?Es idea m¨ªa o todo parece un tanto improvisado? Si el mandato municipal es el de la ciudad sostenible, el trato reservado al coche es de una importancia estrat¨¦gica fundamental. Y la primera ecuaci¨®n que hay que resolver es la de qu¨¦ grado de satisfacci¨®n se le da al consentido conductor privado. Empezando por la controvertida velocidad a 80, ?recuerdan?
Patricia Gabancho es periodista y escritora
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