Carta a los escritores vascos
"Me equivoqu¨¦. Lo siento", dice el escritor Fernando Aramburu en esta misiva. Lo hace en respuesta al revuelo que ha causado una entrevista mantenida con EL PA?S en la Feria de Guadalajara
Tengo una convicci¨®n: la de que, con contadas excepciones, los escritores, intelectuales y, en fin, las personas que en Euskadi ejercen el oficio de expresarse en p¨²blico no han, no hemos, estado a la altura de nuestra historia reciente. El otro d¨ªa, en Guadalajara (M¨¦xico), no supe transmitir esto ni con ecuanimidad ni con templanza y he ofendido, por lo que desear¨ªa puntualizar y disculparme. Se conoce que todav¨ªa me turba la enorme pena que durante a?os he sentido al ver sufrir a gente conocida y desconocida a mi lado. Razonar con objetividad en tales circunstancias es dif¨ªcil, pero acaso resulte m¨¢s ¨²til a los ciudadanos el error de quien dice lo que piensa (y adem¨¢s est¨¢ dispuesto a reconocer que se equivoca) que el silencio de costumbre.
Ninguna mano ajena pulsa las teclas de mi ordenador. Yo me expreso a t¨ªtulo personal. No opino al servicio de los intereses de partidos, instituciones o grupos de poder. Soy escritor, me preguntan, respondo. Ni siquiera resido en Espa?a. Podr¨ªa consagrarme con total comodidad al ejercicio diario de la indiferencia; pero no puedo y no quiero por cuanto, a pesar de la lejan¨ªa geogr¨¢fica, me reclaman intensamente el rechazo del terrorismo y la compasi¨®n con las v¨ªctimas.
Las palabras difundidas en la prensa d¨ªas atr¨¢s junto a mi nombre no son directamente m¨ªas, sino resultado de la transcripci¨®n, el resumen y el corta y pega del periodista de turno. Ya solo el titular que se me atribuye tira de espaldas. "Los escritores vascos", dice sin matizaciones. Ni siquiera "algunos" o, estirando la goma, "numerosos". Y a continuaci¨®n un reproche que en realidad iba en otro lugar de mi reflexi¨®n.
As¨ª y todo, reconozco que habl¨¦ sin humildad. Pido por ello perd¨®n. No me sirve de excusa alegar que el coloquio transcurr¨ªa por cauces humor¨ªsticos ni que la ocasi¨®n del mismo era la entrega de un premio literario, con todo lo que esto conlleva de desenfado cuando no se desea incurrir en maneras ceremoniosas o solemnes.
Cay¨® de pronto, en un ambiente de sonrisas, la pregunta. Dicha pregunta presupon¨ªa una tesis: la de que los escritores (enti¨¦ndase los novelistas) en lengua vasca han tratado poco el tema de ETA. Comparto dicha tesis a medias. Hay una balda en mi biblioteca bastante poblada de novelas escritas por autores euskaldunes que tocan de frente la cuesti¨®n, algunas con dedicatoria afectuosa. Tambi¨¦n hay otras en las que la cuesti¨®n del terrorismo se aborda de forma lateral, con abundancia de subterfugios, en pasajes sueltos y como de puntillas para no molestar.
La raz¨®n es el miedo en unos, la complicidad con los causantes de dicho miedo en otros. Que el miedo estaba justificado queda fuera de toda duda. Que el miedo es incompatible con la libertad, tambi¨¦n. En Euskadi han muerto a tiros ciudadanos que opinaban por escrito en los peri¨®dicos. Otros recibieron un paquete-bomba. Particularmente habituales eran las llamadas telef¨®nicas con intenci¨®n amenazante. En Euskadi ha sido frecuente ver periodistas y profesores de universidad con escolta. En mi ciudad, la librer¨ªa Lagun fue repetidamente atacada. El final del cantante Imanol parte el alma de los hombres de buena fe. No es f¨¢cil olvidar las notables ausencias, los sonoros silencios, del gremio literario durante los actos de apoyo a los periodistas, libreros y dem¨¢s representantes culturales atacados.
Y, sin embargo, no se deduce de ello por fuerza que los escritores ausentes fueran insolidarios o se mostraran impasibles ante el dolor ajeno. Me faltan dedos en las manos para contar las ocasiones en que he escuchado, durante la conversaci¨®n privada, en voz baja, a escritores euskaldunes reprobar la violencia que no reprobaban en p¨²blico. Me consta que otros han dejado de colaborar en peri¨®dicos no nacionalistas o han declinado invitaciones a colaborar en los mismos por presiones de eso que ha dado en llamarse el mundo abertzale. Claro que nada de esto o muy poco trasciende a la realidad oficial, pero a nada que uno d¨¦ un paseo por la zona se tropieza m¨¢s pronto que tarde con la triste verdad.
Llamativo es el n¨²mero de novelas en lengua vasca cuyas tramas se sit¨²an en ciudades y pa¨ªses lejanos. Por supuesto que el escritor es o debe ser libre para elegir sus personajes, sus marcos narrativos y lo que se le antoje. Es, adem¨¢s, admirable que el euskera viaje literariamente por el mundo en vez de limitarse al canto costumbrista. Pero cuando un dato abunda constituye una caracter¨ªstica y es entonces inevitable tenerlo en cuenta en el diagn¨®stico.
Un escritor vasco en lengua espa?ola tiene m¨¢s f¨¢cil la escapatoria por cuanto puede desarrollar una carrera editorial fuera de Euskadi. Un escritor euskald¨²n, no, y esto yo no lo supe explicar el otro d¨ªa cuando mencion¨¦ subvenciones, ortodoxias, disimulos y dem¨¢s procedimientos humanos, demasiado humanos, de supervivencia. Por lo visto pis¨¦ un hormiguero. Aunque desde entonces me han llovido algunos insultos, me dar¨ªa con un canto en los dientes si despu¨¦s de mi intervenci¨®n temperamental ocurriera el milagro: que las zonas de silencio en Euskadi empezaran a vaciarse de escritores y hubiera un intercambio de pareceres, quiz¨¢ un debate con las debidas formas de cortes¨ªa. Nada de esto quita para reconocer que la semana pasada me equivoqu¨¦ y que lo siento.

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