El fen¨®meno Vetusta Morla
Les describ¨ªan como seis chicos convencionales, pero lo que han hecho es extraordinario. Vetusta Morla ha llegado a la cima del rock espa?ol sin ayudas. Ayer arrasaron en el primero de sus cinco conciertos en La Riviera
Desatado, Pucho, cantante de Vetusta Morla, golpea un bid¨®n met¨¢lico. Suena El hombre del saco. El concierto est¨¢ a punto de terminar. Muchos andan con la boca abierta. Las dos horas que el grupo ha pasado sobre el escenario han sido apabullantes. Anoche, de 21.20 a 23.20, la Riviera era el sitio donde hab¨ªa que estar si te gusta en serio esto del rock.
Los hay que todav¨ªa hablan de Vetusta Morla como un grupo normal compuesto por seis tipos normales. Quiz¨¢ sea el adjetivo que menos se ajusta a la extraordinaria historia de esta banda madrile?a y a sus logros. La ¨²ltima de sus conquistas comenz¨® anoche en la abarrotada sala La Riviera (2.500 personas), que llenar¨¢n durante nada menos que cinco noches: ayer, hoy, ma?ana, y el 16 y el 17 de diciembre. Lo han conseguido sin apoyo de las discogr¨¢ficas -ellos mismos han editado sus dos discos-, sin hacer concesiones comerciales con marcas, sin una profunda formaci¨®n musical. Y sin un representante que ejerza de gu¨ªa al estilo Guardiola indicando el camino a seguir. ?Qui¨¦n dijo normalidad?
"Su caso es ¨²nico y excepcional", cuenta el periodista Javier Lorbada, director de la televisi¨®n musical Sol M¨²sica. "Es m¨¢s f¨¢cil que te toque el Euromill¨®n a que vuelva a pasar algo as¨ª". El ¨¦xito de Vetusta Morla -el nombre viene de Morla, la tortuga de La Historia Interminable, de Michael Ende- tiene mucho que ver con la disciplina, el orden, el talento y el momento hist¨®rico que vive la m¨²sica espa?ola, con un p¨²blico ¨¢vido por escuchar rock en castellano. Y tiene que ver, tambi¨¦n, con la suerte.
Hay que viajar al instituto Jos¨¦ Luis Sampedro, un sobrio edificio de ladrillo en Tres Cantos, para componer la primera instant¨¢nea del grupo. All¨ª, a finales de los noventa, con Operaci¨®n Triunfo a punto de explotar, seis j¨®venes de diferente extracci¨®n social -hay desde hijos de escritores a hijos de carniceros- se juntan para actuar en las semanas culturales del instituto, organizadas por Alberto Ortega, el implacable pero entra?able profesor de Filosof¨ªa. "Destroz¨¢bamos canciones de Loquillo, Aerosmith, Lenny Kravitz... ". Lo cuenta Juan Manuel Latorre, de 34 a?os, experiodista y ahora guitarrista del grupo, que dos d¨ªas antes del primer concierto en La Riviera se presenta junto a Guillermo Galv¨¢n, tambi¨¦n guitarrista, de 31 a?os e hijo del escritor de novela hist¨®rica de mismo nombre, en una cafeter¨ªa de Malasa?a para explicar el fen¨®meno Vetusta Morla. "No ¨¦ramos malos estudiantes. Si pasas por el instituto no hablar¨¢n demasiado mal de nosotros".
Comparecen Guillermo y Juanma porque hay otra cosa en la que Vetusta Morla es diferente: no es Juan Pedro Almarza, alias Pucho, de 31 a?os, el cantante del grupo, hijo de un carnicero y una peluquera, el que compone las enrevesadas, cr¨ªpticas y metaf¨®ricas (esa ha sido una de las cr¨ªticas de los periodistas) letras del grupo. Son Guillermo y Juanma la locomotora creativa de esta banda.
"?Para qu¨¦ voy a contar lo que significan las letras si cada uno le da la interpretaci¨®n que quiere? Es mejor as¨ª", dice Guillermo. "No olvidemos: solo hacemos canciones. No somos Paganini ni hacemos alta cultura. Si una canci¨®n te arregla un segundo de tu vida ya ha cumplido su funci¨®n. Estoy seguro que a cualquier analista de Walt Whitman le parecer¨¢n rid¨ªculas".
Quiz¨¢ Pucho, Guillermo y Juanma sean las caras m¨¢s reconocibles del grupo, pero Vetusta Morla funciona como una asamblea. Todo se decide por consenso, cada uno tiene su funci¨®n y no hay lucha de egos. Comprobado. "Cuando empezamos apenas sab¨ªamos tocar. Ninguno de nosotros ten¨ªa la suficiente seguridad para coger las riendas. Nos necesit¨¢bamos los unos a los otros. Y ha sido un crecimiento conjunto. Somos lo que somos gracias a cada uno de nosotros".
Tras el instituto son a?os de muchos conciertos, algunos ante cinco personas ("Si contamos a los camareros de aquel bar de Lugo eran siete", bromean). Maquetas y laureles en concursos de m¨²sica en el extrarradio madrile?o.
Hay un momento clave en que todo empieza a cambiar. Un d¨ªa de 2006 en la azotea de una casa otomana rehabilitada de Beirut, L¨ªbano, donde el grupo actu¨® en un festival internacional. All¨ª, con unas cervezas y con las luces de la ciudad de fondo, trazaron un plan y sellaron un compromiso: ir dejando paulatinamente sus trabajos y que la m¨²sica pasase de ser una afici¨®n a una realidad. "Todav¨ªa nos emocionamos al recordar ese momento", aseguran.
Pucho deja su trabajo como dise?ador gr¨¢fico; Juanma hace su ¨²ltimo programa en Radio 3 en la Nochebuena de 2008; Guillermo, que acaba de ser padre y que estudi¨® Comunicaci¨®n Audiovisual, lo mismo; David Garc¨ªa, bater¨ªa de 32 a?os, abandona la pedagog¨ªa; ?lvaro, bajista de 37, deja de trabajar como conductor de una empresa de reformas; y a Jorge, 32 a?os, percusiones y teclados, el mismo d¨ªa que llenaron La Riviera por primera vez en 2009 le llamaron para cubrir una plaza de interino como profesor de educaci¨®n f¨ªsica. Eligi¨®, como todos, la m¨²sica.
La raz¨®n se llam¨® despu¨¦s Un lugar en el mundo, su primer disco, editado en 2008 y calificado por muchos como el mejor ¨¢lbum debut de un grupo espa?ol en a?os. Otros no pensaron lo mismo. O simplemente no lo vieron a tiempo.
Cuando levantan el tel¨¦fono para llamar a las discogr¨¢ficas lo primero que escuchan es un "?Vetusta qu¨¦? Uy, no, para empezar ese nombre habr¨ªa que cambiarlo". Sus canciones est¨¢n en tierra de nadie. "Las discogr¨¢ficas independientes nos dec¨ªan que ten¨ªamos un sonido muy comercial. Y las multinacionales, que era muy independiente", recuerda Guillermo.
El grupo decide autoeditarse el disco y se rodea de gente que trabaje con ellos (uno le consigue conciertos, otro le lleva la prensa...). Comienzan su andadura en un desierto donde acabaron encontrando agua. O mejor dicho: petr¨®leo. El disco se convierte en un ¨¦xito y todo el mundo habla de Vetusta Morla.
"Uno de sus m¨¦ritos es no haberse separado cuando las cosas iban mal y perseverar en el empe?o", cuenta David Bonilla, jefe de producto de la discogr¨¢fica Warner, que admite que la discogr¨¢fica y el grupo tuvieron acercamientos que no se concretaron.
Tiempo despu¨¦s, a uno de los muchos directivos discogr¨¢ficos que rechazaron su propuesta le dio un ataque de sinceridad. "Nos dijo que se alegraba de no habernos fichado", cuenta Juanma, "porque el camino que hemos seguido ha sido el correcto y ellos no hubieran podido hacer nada mejor".
Han repetido la jugada con su segundo disco, Mapas, publicado a comienzos de este a?o y del que ya han vendido m¨¢s de 25.000 ejemplares. Un logro en los tiempos actuales.
El directo de Vetusta Morla es como una sacudida, quiza el mejor que hay en Espa?a actualmente. Una descarga de emociones intensas, con garra. Aqu¨ª intensidad no es igual a ?o?er¨ªa. No hay m¨¢s decoraci¨®n que ellos y las 21 canciones.
"Es uno de los pocos grupos que transmite a su p¨²blico sinceridad", explica Carlos Marcos, responsable de Rolling Stone. "Sortean h¨¢bilmente los aspectos ingratos de la industria, y proyectan una imagen de verdad". Javier Lorbada, de Sol M¨²sica, contin¨²a: "El que penetra en su mundo oscuro, denso y nada f¨¢cil, queda atrapado para siempre".
El grupo tiene un ritual que repite siempre al final de cada concierto importante y que volver¨¢n a hacer el pr¨®ximo 17 de diciembre en el ¨²ltimo de sus cinco llenazos en Madrid: los seis miembros del grupo se escapan a brindar. Puede ser un bar peque?o desconocido o un Opencor. Quiz¨¢ el dependiente no les conozca y piense que son seis tipos normales brindando. Pero de normales, nada.
Cinco noches de gloria
- Fin de puente. La primera entrega de la odisea musical de Vetusta Morla, para la que no quedan entradas, arranc¨® ayer en La Riviera y seguir¨¢ hoy y ma?ana.
- Segunda entrega La semana que viene, el 16 y el 17, se celebran los dos ¨²ltimos conciertos.
Un camino que empieza hace 13 a?os
- 1998. Los miembros del grupo se conocen en el instituto Jose Luis Sampedro, de Tres Cantos. Algunos ya se conoc¨ªan del colegio. En las semanas culturales organizadas por el profesor de Filosof¨ªa dan sus primeros conciertos.
- 1999. Se hace una votaci¨®n sobre cu¨¢l ser¨ªa el nombre del grupo. Hay una lista larga de varias "horribles" opciones, entre las que est¨¢ L¨¢tex. Al fin, Guillermo Galv¨¢n propone Vetusta Morla.
- 2000. Graban su primera maqueta, 13 horas con Lucy, con canciones en ingl¨¦s que se pueden escuchar en Internet.
- 2001. Pucho, el cantante, deja su carrera de Historia y se marcha a Londres a trabajar. El resto del grupo sigue ensayando y le manda las cintas de casete a Inglaterra para que se aprenda las canciones.
- 2002-2004. El ¨¦xito de Operaci¨®n Triunfo hace que las discogr¨¢ficas no apuesten por grupos espa?oles. Mientras tanto Vetusta Morla empieza a despegar (lentamente): aparecen en TVE, en Los conciertos de Radio 3; ganan varios concursos.
- 2005. No dejan de tocar por todas las salas de Madrid. Publican un mini disco de siete canciones, Mira.
- 2006. En una terraza de Beirut (L¨ªbano) sellan el pacto m¨¢s importante de Vetusta Morla: arriesgar, dejar sus trabajos y dedicarse a la m¨²sica al 100%.
- 2008. Publican su primer disco, Un d¨ªa en el mundo. Ganan el premio al mejor artista revelaci¨®n en EP3, suplemento cultural de EL PA?S.
- 2009-2010. No dejan de tocar por cada rinc¨®n de Espa?a. Act¨²an en Argentina, M¨¦xico... En 2010, por fin, vacaciones. Cada miembro del grupo se escapa a un rinc¨®n diferente del mundo para descansar y preparar su segundo disco.
- 2011 Se publica Mapas. Y encabezan festivales como El D¨ªa de la M¨²sica Heineken. En diciembre cuelgan el cartel de no hay billetes cinco noches en la sala La Riviera. "Podr¨ªamos haber hecho un Palacio de Deportes", reflexiona Guillermo Galv¨¢n, "pero pensamos: ?A que no hay huevos a llenar cinco veces La Riviera?".
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