?Es el momento de la uni¨®n fiscal europea?
A diferencia de EE UU, Europa comenz¨® la casa por el tejado: creando una uni¨®n monetaria sin contar con una unidad fiscal, pero a¨²n podr¨ªa usar su capacidad financiera y monetaria para superar el problema de la deuda
Hoy es un d¨ªa hist¨®rico para Europa, la Uni¨®n Europea y, m¨¢s en concreto, la eurozona. Los ciudadanos europeos esperamos que el Consejo Europeo de hoy pase a la historia como el principio del fin, de la crisis del euro del siglo XXI, y no como el d¨ªa de la ocasi¨®n perdida. Si es el principio del fin lo ser¨¢ porque hoy se habr¨¢n establecido las bases para una nueva Constituci¨®n Europea (se llame como se llame) que redefinir¨¢ las pol¨ªticas fiscales de los pa¨ªses miembros; de la Uni¨®n Europea o de la eurozona.
Ocupados en los preparativos finales del Consejo Europeo "hist¨®rico", los jefes de Gobierno seguramente no habr¨¢n tenido tiempo de escuchar o leer la lecci¨®n del premio Nobel que ayer dio Thomas J. Sargent en Estocolmo. L¨¢stima, porque es una lecci¨®n de la que podr¨ªan aprender, se titula: United States then, Europe now.
El Consejo Europeo de hoy deber¨ªa pasar a la historia como el principio del fin de la crisis del euro
Para que la UE tenga la capacidad fiscal suficiente hay que definir bien las fuentes de ingresos
No es mi intenci¨®n reproducirla aqu¨ª (mejor que se la bajen de la p¨¢gina web ), sino subrayar algunas de las lecciones que la Europa de hoy no deber¨ªa olvidar. Sargent, en su modestia caracter¨ªstica, dice que es un "americano provinciano" y por tanto se refiere casi exclusivamente a la historia de los primeros 50 a?os de la Uni¨®n. Pero lo hace con las lentes de observaci¨®n de la teor¨ªa econ¨®mica y econom¨¦trica actual.
De hecho, Thomas J. Sargent y Christopher A. Sims han obtenido el Premio Nobel de Econom¨ªa 2011 por desarrollar las lentes y la teor¨ªa de la macroeconom¨ªa. Estas nos permiten entender mejor c¨®mo distintas pol¨ªticas econ¨®micas se interrelacionan, as¨ª como la importancia de las normas e instituciones que configuran esta interrelaci¨®n.
Estados Unidos empez¨® por definir un modelo de uni¨®n fiscal y tard¨® en definir su modelo de uni¨®n monetaria. Europa ha empezado por definir su modelo de uni¨®n monetaria, pero a¨²n hay confusi¨®n sobre cu¨¢l va a ser su modelo de uni¨®n fiscal, y esta confusi¨®n est¨¢ poniendo en peligro la uni¨®n monetaria. Como nos recuerda Sargent, el modelo original, de la Constituci¨®n de 1781, era el de una uni¨®n con muy escasa capacidad fiscal y, por tanto, incapaz de resolver el problema de la deuda de los Estados, herencia de la guerra de la independencia. Sin embargo, el triunfo de las ideas federalistas de Hamilton y Washington en la Constituci¨®n de 1788 supuso una rectificaci¨®n clave de este modelo: se le dio capacidad fiscal a la uni¨®n, que pas¨® a controlar la pol¨ªtica arancelaria, y en 1790 la uni¨®n aprovech¨® -no sin controversias- esta fuente de recursos para absorber las deudas de los Estados.
Pero la lecci¨®n no acaba aqu¨ª ("si quieres financiar deuda, aseg¨²rate una fuente de ingresos"), sino que la historia contin¨²a: la uni¨®n no tiene capacidad ni mandato para realizar grandes infraestructuras u otros gastos p¨²blicos, que quedan en manos de los Estados. Estos, confiando en que estas inversiones las pagar¨¢ su crecimiento, se endeudan de nuevo y en los a?os treinta del siglo XIX hay un nuevo problema de deuda de Estados Unidos. Sin embargo, no son deudas de una guerra com¨²n, sino deudas de unos Estados que hab¨ªan tenido f¨¢cil acceso a cr¨¦dito a intereses bajos, arropados por la reputaci¨®n de la uni¨®n que hab¨ªa demostrado que pagaba sus deudas. Y as¨ª, 50 a?os m¨¢s tarde y con la misma Constituci¨®n, el problema de las deudas de los Estados tiene una resoluci¨®n muy distinta: en 1840 la uni¨®n no las absorbe y varios Estados se colapsan.
Este segundo episodio, y el aumento de la capacidad fiscal de la uni¨®n -por ejemplo, la introducci¨®n del impuesto sobre la renta- acaban por definir el modelo americano de uni¨®n fiscal, basado en tres principios. Primero, como con Thomas Cooley ya se?alamos en esta misma p¨¢gina (EL PA?S del 12 de julio de 2011) "en la mayor¨ªa de Estados, el pago de las obligaciones de deudas tiene prioridad constitucional sobre otros gastos del Estado". Segundo, existe una clara l¨ªnea divisoria entre lo que son compromisos de la uni¨®n y de los Estados; en particular, seg¨²n el US Bankruptcy Code, Estados no puede declararse en quiebra, es decir, la uni¨®n no avala las deudas de los Estados como "prestamista de ¨²ltimo recurso". Tercero, el presupuesto federal permite dar protecci¨®n a los Estados en situaciones de crisis o emergencias.
La norma que limita el d¨¦ficit de los Estados en Estados Unidos es parecida, pero m¨¢s sutil, que la de imponer constitucionalmente un l¨ªmite al d¨¦ficit de los Estados (posiblemente estructural) como ahora se propone en Europa y ya se ha aprobado en Espa?a. Pero hace falta articular las otras piezas -no necesariamente siguiendo el modelo americano- y, de forma extremadamente urgente, solucionar el problema de la deuda. Desgraciadamente aqu¨ª la confusi¨®n a¨²n reina.
Utilizando el ejemplo hist¨®rico, la confusi¨®n sobre el problema de la deuda, tiene dos componentes. Primero, el no saber distinguir hasta qu¨¦ punto la eurozona de hoy se parece a Estados Unidos de 1790 o de 1840; es decir, si es un problema comunitario del que la eurozona se debe corresponsabilizar, o no. Hay elementos de ambos, pero hay que saber poner la l¨ªnea divisoria. Segundo, para que la uni¨®n tenga la capacidad fiscal suficiente hay que definir bien las fuentes de ingresos. ?C¨®mo se abordan estos dos problemas?
La propuesta que Merkel y Sarkozy han puesto sobre la mesa, para que "esto de Grecia no vuelva a suceder", es la de complementar los compromisos constitucionales con un sistema de penalizaciones autom¨¢ticas -posiblemente a cargo del Tribunal de Justicia Europeo- para aquellos que no cumplan dichos compromisos. Desgraciadamente, ni la Uni¨®n Europea tiene credibilidad a la hora de imponer sanciones a sus propios pa¨ªses (aunque si a sus empresas), ni tenemos buenas experiencias hist¨®ricas de que sancionar a pa¨ªses soberanos sea la v¨ªa... y los alemanes deber¨ªan ser los primeros en saberlo.
En cambio, s¨ª que hay dos mecanismos que la teor¨ªa y la experiencia nos dicen que funcionan: la inacci¨®n y "la zanahoria". Que la uni¨®n no asuma toda, o una parte, de la deuda de los pa¨ªses es una "sanci¨®n por inacci¨®n"; que asuma otra parte de la deuda -por ejemplo, reestructur¨¢ndola con plazos m¨¢s largos y con tipos de inter¨¦s m¨¢s bajos- si ciertas condiciones se cumplen, es una buena "zanahoria". Ambos mecanismos son mucho m¨¢s cre¨ªbles e inmediatos que el "palo" de imponer multas a pa¨ªses en dificultades.
No cabe duda de que si Europa supiese y quisiese explotar su capacidad financiera y monetaria, sin crear problemas futuros de credibilidad (riesgo moral), el problema de la deuda estar¨ªa pr¨¢cticamente resuelto. ?C¨®mo puede hacerlo?
Hasta ahora lo ha hecho con timidez utilizando el fondo de rescate y la intervenci¨®n directa del Banco Central Europeo en la compra de deuda soberana. Ambos mecanismos se pueden ampliar. Las propuestas de adelantar y ampliar el Mecanismo de Estabilidad Financiero est¨¢n sobre la mesa y la experiencia reciente de la Reserva Federal muestra que los bancos centrales pueden incluso beneficiarse refinanciando deudas acosadas por intereses insostenibles. Para la salud del sistema monetario y, en general, para crear confianza es mejor que sea el Mecanismo de Estabilidad Financiero el responsable. Ahora bien, este mecanismo necesita normas claras. En primer lugar, "que sea un fondo adecuadamente dotado de estabilidad y no de redistribuci¨®n"; es decir, que no sea un mecanismo de transferencias permanentes, pol¨ªticamente insostenible. En segundo lugar, establecer cu¨¢les son las situaciones de inestabilidad en que se "activa la zanahoria". Sin estas normas cre¨ªbles, la confusi¨®n y el problema del riesgo moral nos pueden hundir en el futuro y, anticipando este futuro, los mercados van a adelantarlo preguntando: ?Es el momento de la uni¨®n fiscal europea?
Ramon Marimon es director del Max Weber Programme, profesor del European University Insitute y de la Universitat Pompeu Fabra y presidente de la Barcelona Graduate School of Economics.
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