La rep¨²blica de Europa
La ex¨¦gesis de un libro publicado en Francia da ocasi¨®n al autor para concretar la disyuntiva que se abre a Europa: desmembrarse o dar el salto hacia una nueva clase de soberan¨ªa
La rep¨²blica y el pr¨ªncipe moderno, de Blandine Barret-Kriegel, es un libro importante con bastantes puntos de conexi¨®n con nuestra coyuntura ideol¨®gica y pol¨ªtica.
1. La obra da una explicaci¨®n -la primera realmente convincente- del extra?o retraso que acarrea la intelligentsia francesa en la reflexi¨®n sobre la rep¨²blica y el derecho que los anglosajones vienen desarrollando desde hace d¨¦cadas. La Revoluci¨®n, dice la autora. La culpa fue de nuestra fascinaci¨®n -de hecho, una excepci¨®n- por el ideal mort¨ªfero de la revoluci¨®n fresca y jubilosa. Fue necesario que ese encanto se desvaneciera para que la cuesti¨®n del Estado de derecho se abriese paso en las mentalidades. Era una especie de obst¨¢culo epistemol¨®gico, en el sentido de Bachelard y Canguilhem, un obst¨¢culo que hab¨ªa que salvar. Invirtiendo la propuesta kantiana, la clave, la ¨²nica clave, fue limitar la fe en lo imposible para dejar paso al saber de la precariedad republicana. Este libro lo dice. Este libro lo hace.
El origen de la idea republicana fue la insurrecci¨®n popular de Holanda contra la Espa?a del rey Felipe II Guillermo de Orange fue como un Kennedy que se hubiera transformado en De Gaulle antes de ser asesinado
2. Por otra parte, desmonta el t¨®pico, demasiado autocomplaciente, que pretende que el m¨¦rito de la invenci¨®n del Estado republicano moderno le corresponde a Francia. Una tonter¨ªa, dice la autora. En¨¦sima y lamentable manifestaci¨®n de lo que tenemos que llamar nuestro chovinismo redomado. El verdadero escenario primitivo de la idea republicana no es la Francia de las Luces. Ni siquiera Norteam¨¦rica o Inglaterra, con sus respectivas revoluciones. Es un pa¨ªs mucho m¨¢s modesto. Mucho menos considerable. Es un pa¨ªs que no arma tanto alboroto con su propia historia. Es Holanda y su insurrecci¨®n popular de fines del siglo XVI contra la Espa?a de Felipe II. Cambio de perspectiva. Descentramiento casi copernicano. Un libro que reconstruye la cr¨®nica y pone la leyenda en su sitio no es algo tan frecuente.
3. Asimismo, exhibe el paradigma de un tipo de intelectual que nace entonces, en el coraz¨®n de ese momento holand¨¦s y, en cambio, es franc¨¦s. No es el rey-fil¨®sofo de Plat¨®n; ni el consejero del pr¨ªncipe, su inspirador, su apuntador, al estilo de Voltaire; ni aun menos el insubordinado impenitente, rebelde a todos los poderes, que inventa el caso Dreyfus; sino el escritor-mercenario, aventurero de las armas y la inteligencia, elemento precursor de una insurrecci¨®n que, a priori, no es la suya, pero cuya causa abraza. Duplessis-Mornay... Loiseleur de Villiers... Hubert Langlet... ?Estos nombres no le dicen nada? Normal. La historia oficial los ha ocultado. Sin embargo, fueron los compa?eros, los lugartenientes espirituales y, de paso, los escribas de otro "hombre a caballo" al que vieron, como Hegel a Napole¨®n, pasar por debajo de su ventana: Guillermo de Orange.
4. El retrato de Guillermo de Orange que esboza Blandine Barret-Kriegel est¨¢ tambi¨¦n muy conseguido. No solo porque la autora muestra la dimensi¨®n rom¨¢ntica del personaje y lo aleja de la monoton¨ªa de los retratos oficiales, sino tambi¨¦n porque explica por qu¨¦ incalculable encadenamiento de casualidades, circunstancias y reflejos de cat¨®lico, primero al servicio de Felipe II y, por consiguiente, testigo de su resoluci¨®n exterminadora, defendi¨® a capa y espada la insurrecci¨®n y, as¨ª, hizo bascular la historia moderna. Hay que leer las p¨¢ginas que explican ese giro. Hay que escuchar el silencio de aquel que, a partir de ese momento, se convertir¨¢ en Guillermo el Taciturno, una especie de Billy Budd coronado y sofisticado. Y, por ¨²ltimo, la f¨®rmula que lo resume: un Kennedy que se hubiera convertido en De Gaulle antes de ser asesinado de todas formas. Est¨¢ todo dicho.
5. A trav¨¦s de la figura de Guillermo de Orange, este libro dibuja un paradigma del poder que no es, al fin y al cabo, ni el de Maquiavelo ni el de Kantorowicz ni, sobre todo, el de Carl Schmitt. ?Pr¨ªncipe moderno? Pues s¨ª. Definitivamente moderno. De una modernidad a prueba de bombas. Pues da una lecci¨®n de soberan¨ªa que desbarata las tres trampas. No m¨¢s cinismo fuera de la ley. No m¨¢s "doble cuerpo del rey" con su cortejo de falsas realezas. Se acab¨® el "decisionismo" y sus funestos efluvios. Paso al maridaje del instinto y el derecho. La herencia de lo arbitrario y la del arbitraje. El encuentro -improbable y, sin embargo, necesario- de lo tr¨¢gico y la ley. Viaje a Holanda. Nacimiento del esp¨ªritu moderno. Aparici¨®n de la soberan¨ªa republicana y democr¨¢tica.
6. Pues, cuando se es republicano, cuando se ve el paso de las ciudades-Estado al Estado republicano como un progreso de la civilizaci¨®n o, lo que viene a ser lo mismo, cuando se piensa que el Estado y la naci¨®n oprimen menos de lo que liberan, ?c¨®mo no caer en el "soberanismo"? (es decir, en la ideolog¨ªa seg¨²n la cual el espacio del Estado-naci¨®n es, como tal, y ¨²nicamente ¨¦l, aquel en el que reside nuestro destino). Blandine Barret-Kriegel tambi¨¦n responde esta pregunta. Me falta espacio para entrar en detalles. Baste precisar que este es uno de los pocos textos contempor¨¢neos que dice en qu¨¦ momento, a partir de qu¨¦ defecto o incapacidad, en qu¨¦ articulaci¨®n fallida del derecho y el poder, es leg¨ªtimo decretar la decadencia del soberano.
7. Y, finalmente, un ¨²ltimo m¨¦rito: la manera en que este texto cuenta el nacimiento del pr¨ªncipe moderno, es decir, la importaci¨®n de la forma-Estado al espacio de las rep¨²blicas, o la aparici¨®n de ese ox¨ªmoron que fue para los contempor¨¢neos la idea misma del "Estado republicano", permite concebir, por analog¨ªa, esta nueva extensi¨®n de la idea, este nuevo ox¨ªmoron pol¨ªtico, esta nueva y casi impensable quimera que parece ser la rep¨²blica de Europa. Como todos sabemos, es el punto en que nos encontramos. Precisamente, el punto en que Europa debe escoger entre desmembrarse o dar un salto hacia lo desconocido, es decir, hacia una nueva clase de soberan¨ªa. Al recordar el salto precedente, al relatar sus violencias y sus arbitrariedades, al expresar su vertiginosa profundidad de perspectiva y de campo, este hermoso libro de BBK nos ayuda a pensar el pr¨®ximo desaf¨ªo. Y, tambi¨¦n por eso, hay que leerlo.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.