Ver, mirar, contemplar
Antonio Damasio, uno de los grandes investigadores en neurociencia, neurolog¨ªa y psicolog¨ªa, nos relata que sin la conciencia, es decir, sin una mente dotada de subjetividad, no tendr¨ªamos manera de saber que existimos, menos a¨²n de saber qui¨¦nes somos y qu¨¦ pensamos. Ciertamente existe un yo, aunque no se trata de una cosa sino de un proceso que, al ser sentido, nos hace creer que pertenece a alguien.
Desde la perspectiva de la evoluci¨®n y de la historia vital de una persona, ese yo que tiene conciencia de s¨ª mismo ha tenido que pasar, seg¨²n Damasio, por tres etapas: un protoyo que se limita a ver y sentir de forma primigenia; un yo central movido por la acci¨®n que mira para conocer; y finalmente un yo autobiogr¨¢fico que incorpora las dimensiones social y espiritual. A ese yo autobiogr¨¢fico quisiera a?adirle su facultad contemplativa.
"En el mirar existe intenci¨®n. Hemos decidido qu¨¦ ver. Exigimos la mirada para captar en ella el reflejo del alma"
"Uno puede ver el vuelo del p¨¢jaro, mirarlo para observarlo o sentir que vuela con ¨¦l. Eso es contemplar, convertirse en el otro"
VER
"Ver a trav¨¦s de todo es lo mismo que no ver"
(Clive Stapies Lewis)
Ver, es solo eso, ver. Sin m¨¢s. Se puede ver y no sentir nada. Se puede ver y sentir alguna alteraci¨®n, b¨¢sicamente instintiva. Placer o dolor. Agradable o desagradable. En el ver solo hay impacto o indiferencia. El ver puede ser inerte, sin apenas vida. Muchas personas, en pleno siglo XXI, a¨²n siguen viviendo en la etapa m¨¢s primigenia de su existencia. Dicho de otro modo, se limitan a ver c¨®mo la vida pasa ante sus ojos.
Alguna de las generaciones de nuestros j¨®venes, ha sido tildada de ni-ni; es decir, que ni trabajan ni estudian, y quiz¨¢s tambi¨¦n podr¨ªamos a?adir que ni tienen motivaci¨®n por nada, ni les importa si los castigan, ni saben c¨®mo salir de ese letargo an¨ªmico, ni encuentran c¨®mo ver la realidad de otra manera. Se limitan a existir. Algo parecido nos ocurre a todos cuando nos plantamos frente al televisor y nos tragamos todo lo que echen o navegamos por Internet, solo para ver. Desde luego que vemos, pero no vivimos.
Ver es el primer escal¨®n. Es ¨²til para orientarse, para distinguir, para almacenar recuerdos gr¨¢ficos. Sin embargo, limitarse simplemente a verlo todo es reducir la vida a su aspecto m¨¢s primigenio, es decir, a ver sin ver m¨¢s all¨¢. Es nuestro yo m¨¢s peque?ito, necesario pero insuficiente para evolucionar hacia una conciencia m¨¢s despierta.
MIRAR
"Pensar es m¨¢s interesante que saber, pero menos interesante que mirar" (Goethe)
En el mirar existe sin duda intenci¨®n. Hemos decidido qu¨¦ ver. Y lo hacemos cuando queremos conocer o cuando pretendemos llegar al fondo del otro y al trasfondo de la cuesti¨®n. Necesitamos mirar para certificar, para curiosear, para descubrir, para encontrar en lo mirado nuestro deseo o para desvelar verdades: ?D¨ªmelo a la cara! ?M¨ªrame cuando te hablo! Exigimos la mirada para captar en ella el reflejo del alma. Hay quien expresa su temor a ser mirado y tambi¨¦n quien afirma que puede mirar a los ojos de todo el mundo porque no tiene nada que ocultar.
La mirada es el segundo paso del escal¨®n de nuestra conciencia. Henry Amiel dec¨ªa que un esp¨ªritu cultivado es el que puede mirar todas las cosas desde muchos puntos de vista. Cuando miramos no nos quedamos indiferentes, m¨¢s a¨²n si somos mirados. La mirada tiene vida propia: es inquietante, alegre, triste, perdida, profunda. Una mirada puede traspasar al otro, del mismo modo que podemos quedar atrapados por la intensidad de una mirada. Es un misterio. Es el pasaporte entre el yo y el t¨².
Cuando el artista mira, crea. Los amantes se aman. El investigador descubre. El aprendiz modela. El estudiante conoce. El m¨¦dico explora. Mirar es ver m¨¢s all¨¢. Es penetrar, porque a diferencia del ver, el mirar no es una experiencia sino un encuentro.
CONTEMPLAR
"El grado sumo del saber es contemplar el porqu¨¦" (S¨®crates)
El fil¨®sofo y m¨ªstico Raimon Panikkar dec¨ªa que todo lo que somos capaces de conocer no es el conocimiento ¨²ltimo. No es suficiente con ver, e incluso con mirar concienzudamente para conocer. Hay una aprehensi¨®n de la realidad que pertenece solo al rango de la contemplaci¨®n. Es la verdad intuida, revelada, descubierta a trav¨¦s de los ojos que miran hacia dentro.
Es un error limitar la contemplaci¨®n a una forma superior de vida religiosa. La contemplaci¨®n es una actitud que nos acerca a ser aquello que contemplamos. No es un proceso, una etapa. No tiene intenci¨®n complementaria. Sencillamente sucede cuando dejamos de ser, cuando abandonamos las dimensiones espacio-tiempo para convertirnos en lo contemplado y descubrir as¨ª su esencialidad. Uno puede ver el vuelo del p¨¢jaro, mirarlo para observarlo o puede sentir que vuela con ¨¦l. Para comprender al otro, tal como se comprende a s¨ª mismo, hay que convertirse en el otro, compartir su experiencia, participar de su mundo.
En nuestra escala evolutiva, la contemplaci¨®n es el nivel que nos acerca a las realidades ¨²ltimas, las m¨¢s profundas y verdaderas. Las descubrimos en el silencio interior, en la cesaci¨®n de todo intento de entender las cosas, a los dem¨¢s y a nosotros mismos. Callamos para escuchar nuestra verdad interior. Tal vez por eso hay tanta gente que no calla nunca; por eso vivimos en sociedades tan ruidosas; por eso nuestra mente no para. El silencio asusta porque tememos encontrarnos interiormente. Pero eso solo puede suceder si hay juicio. En la contemplaci¨®n, solo hay verdad.
La construcci¨®n de nuestras realidades tiene su substrato en las representaciones mentales que atesoramos a lo largo de la vida. Dicho llanamente, todas las im¨¢genes que metemos en nuestro cerebro, a partir de lo que hemos visto, o¨ªdo y percibido. Todo acaba siendo una memoria en nuestra mente y vivimos seg¨²n ella. Incluso las personas con ceguera crean sus representaciones mentales. Ven, aunque no saben que ven. Al contrario de lo que hacen aquellos que s¨ª saben que ven, pero no ven nada. Entonces, tenemos una enorme responsabilidad a la hora de decidir qu¨¦ debe estar y qu¨¦ no en nuestra mente. Palabras, im¨¢genes y sensaciones acaban conformando el jard¨ªn de nuestra neurolog¨ªa.
Al final necesitamos ese ejercicio contemplativo que nos lleve m¨¢s all¨¢ de nuestras memorias. Ser capaces de intuir nuestras motivaciones profundas, tambi¨¦n nuestras visiones err¨®neas. Lo que nos hace profundamente humanos es contemplar la certeza que se esconde detr¨¢s de lo que creemos ser. Para ello hace falta una conciencia evolucionada. De lo contrario, como anta?o, ser¨ªa suficiente con ver e ir pasando mientras no haya peligro. Querer vivir es mirar la vida cara a cara y, contempl¨¢ndola, descubrirnos a nosotros mismos.
Ojos que miran y sienten
Libros
- 'Y el cerebro cre¨® al hombre', de Antonio Damasio (Destino, 2010).
- 'Escuchar con los ojos', de Ferran Ram¨®n Cort¨¦s (RBA, 2011).
- 'De la m¨ªstica', de Raimon Panikkar (Herder, 2005).
2. M¨²sica
- 'Blue eyes', de Elton John.
- 'It's in your eyes', de Kylie Minogue.
- 'La paz de tus ojos', de La Oreja de Van Gogh.
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