Sexo contado
Si existe un premio literario t¨ªpicamente brit¨¢nico es el Bad Sex Award, que concede la prestigiosa Literary Review a la peor escena de sexo incluida en una novela. El premio, fundado en 1993, tiene entre sus fines (adem¨¢s del impl¨ªcito de aumentar la tirada navide?a de la revista) el de llamar la atenci¨®n sobre la "frecuente" inclusi¨®n de escenas sexualmente groseras, rid¨ªculas o de mal gusto en la narrativa moderna. Es, por tanto, un premio con intenci¨®n "regeneradora". Para que se hagan una idea, entre los premiados en las ¨²ltimas convocatorias figuran Tom Wolfe, Norman Mailer o Jonathan Littell. Como el premio est¨¢ ampliamente publicitado, a los "galardonados" no les queda otra que tom¨¢rselo con humor, especialmente cuando el jurado da a conocer algunos de los p¨¢rrafos que decidieron su veredicto.
El premio Bad Sex tiene entre sus fines el de llamar la atenci¨®n sobre la "frecuente" inclusi¨®n de escenas sexualmente groseras
El de este a?o, ha correspondido a David Guterson, que se hizo c¨¦lebre con su novela Mientras nieva sobre los cedros (1994). La que ha ganado es la ¨²ltima suya, Ed King, una especie de relectura de Edipo (Ed) con relaci¨®n incestuosa madre-hijo de por medio. Uno de los p¨¢rrafos seleccionados por el jurado corresponde a una escena de ducha en la que la mam¨¢ alivia al chico con ambas "expertas" manos: "Una apretando las joyas de la familia" (?adivinan?) y "la otra, vigorosa, aplic¨¢ndole un tratamiento de jab¨®n y agua tibia". Y termina: "No pas¨® mucho tiempo antes de que el hermoso y perfecto Ed King, semejante a una estatua romana de un ba?o p¨²blico, eyaculara por quinta vez en 12 horas. Luego se enjuagaron, se secaron, se vistieron y se fueron a comer a un restaurante caro". Uno de los eternos finalistas es Haruki Murakami, que este a?o no lo logr¨® por los pelos: el jurado se fij¨® especialmente en un p¨¢rrafo de 1Q84, en el que ven¨ªa a comparar una oreja con una vagina.
Cada a?o el premio suscita cierto debate en los medios acerca de la expresi¨®n del sexo en la literatura. Llama la atenci¨®n el hecho de que, a pesar de estar concedido por un jurado predominantemente masculino, entre los finalistas figuren menos escritoras que escritores (una de las dos de este a?o era Jean Auel, "nominada" por una escena de sexo prehist¨®rico). Los expertos, que suelen amar las generalizaciones, lo justifican afirmando que las mujeres son m¨¢s sinceras a la hora de escribir de sexo, quiz¨¢ porque se basan en sus propias experiencias y deseos; los varones tendr¨ªan m¨¢s temor a revelar sus verdaderas fantas¨ªas.
A m¨ª se me antoja que los enemigos del "buen" sexo son, adem¨¢s de la mojigater¨ªa y su contrario -la vulgaridad-, la met¨¢fora y la "poes¨ªa", tentaciones con las que hay que andar con ojo a la hora de nombrar lo que los antiguos denominaban membra virilia o pudenda muliebria. Todos hemos tenido la experiencia de disfrutar o sonrojarnos con escenas de sexo en novelas de grandes autores, y es que contarlas de forma adecuada y cre¨ªble resulta m¨¢s dif¨ªcil que componer buenos di¨¢logos. En mi opini¨®n, Nabokov ser¨ªa un maestro del buen sexo contado. Y siempre recuerdo con simpat¨ªa la apasionada escena -narrada en gl¨ªglico- que ocupa el cap¨ªtulo 68 de Rayuela ("apenas ¨¦l le amalaba el noema a ella se le agolpaba el cl¨¦miso..."). Por el contrario, he hallado sexo sonrojante (y a veces chusco) en Cela o Murakami, que nunca me han interesado mucho, o en Philip Roth y Carlos Fuentes, cuya obra, sin embargo, aprecio. Pero mi premio gordo particular al bad sex novel¨ªstico se lo lleva ?lvaro Mutis por una escena que pueden encontrar al principio de La nieve del Almirante y de la que no me resisto (y perdonen) a transcribirles un par de l¨ªneas: "Al entrar en ella, sent¨ª c¨®mo me hund¨ªa en una cera ins¨ªpida que, sin oponer resistencia, dejaba hacer con una inm¨®vil placidez vegetal". ?Puajjj!: demasiado para mi alma (y para mi cuerpo), me digo siempre que la leo entera.
Babelia
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