Cuando la exposici¨®n es el libro
La aparici¨®n hace unos a?os de los dos primeros vol¨²menes de The Photobook: A History (Phaidon) supuso un verdadero revulsivo dentro del mundo del libro de fotograf¨ªa. Entre 2004 y 2006, el cr¨ªtico Gerry Badger y el conocido fot¨®grafo Martin Parr editaron conjuntamente dos extensos libros donde se recopilaban y rese?aban, a trav¨¦s de un abundante material gr¨¢fico, algo m¨¢s de 400 publicaciones fotogr¨¢ficas que recorr¨ªan ¨ªntegramente la historia de la fotograf¨ªa, desde sus or¨ªgenes en el XIX hasta la actualidad. Indudablemente, el trabajo de estos dos autores supuso la definici¨®n de un nuevo territorio para el libro de fotograf¨ªa y para su r¨¢pida revitalizaci¨®n: no s¨®lo se reconoc¨ªa su importancia dentro de la historia del medio, sino tambi¨¦n su relevante papel tanto en la difusi¨®n y recepci¨®n de la creaci¨®n fotogr¨¢fica como en la formaci¨®n de los propios fot¨®grafos. Pero sobre todo, se ven¨ªa a recuperar y reconocer el libro de fotograf¨ªa como un medio de expresi¨®n en s¨ª mismo, como un territorio creativo aut¨®nomo claramente diferenciado de la copia fotogr¨¢fica y de la exposici¨®n. Un t¨¦rmino se ha ido imponiendo progresivamente en los ¨²ltimos a?os para tratar de diferenciar aquellas publicaciones que de alguna manera pueden considerarse como verdaderos soportes para la creaci¨®n fotogr¨¢fica: el fotolibro. L¨®gicamente, el libro de G. Badger y M. Parr hace un esfuerzo por tratar de definir dicho t¨¦rmino. De entre las diferentes definiciones que proponen, hay una, lanzada por el cr¨ªtico Ralph Prins, que resulta especialmente rotunda: "Un fotolibro es una forma aut¨®noma de arte, comparable con una pieza de escultura, una obra de teatro o una pel¨ªcula. Las fotograf¨ªas pierden su propio car¨¢cter fotogr¨¢fico como cosas en s¨ª mismas y pasan a ser, trasladadas a tinta impresa, parte de un hecho dram¨¢tico llamado libro". No es extra?o, en este sentido, que para muchos fot¨®grafos la p¨¢gina impresa haya sido y siga siendo la herramienta privilegiada y preferida para la articulaci¨®n y difusi¨®n de sus im¨¢genes, y que del mismo modo, muchos trabajos hayan encontrado su medio id¨®neo de materializaci¨®n en la extensi¨®n y cadencia de un libro. A este respecto, y en relaci¨®n con la dicotom¨ªa entre publicaci¨®n y exposici¨®n, pueden resultar muy clarificadoras unas declaraciones de Paul Graham, un gran fot¨®grafo que adem¨¢s es autor de destacados e interesantes fotolibros: "... un libro es un todo completo, constituye la Obra, la cosa en su totalidad, y ofrece un di¨¢logo ¨ªntimo con el espectador/lector a medida que se pasan las p¨¢ginas. Sin embargo, las obras expuestas tienen una escala y una presencia, y, seg¨²n el espacio, se pueden esconder o mostrarse a medida que el espectador recorre el lugar. La fuerza de la presencia de la obra puede resultar muy intensa para quien se coloca ante ella en una exposici¨®n o en un museo, cosa que un libro jam¨¢s consigue transmitir. Si tienes suerte, es perfecto tener ambas posibilidades: las obras con su escala y autoridad colgadas en la pared, pero tambi¨¦n un libro que contenga la idea en su totalidad. En ese aspecto, los fot¨®grafos son muy afortunados".
Las fotograf¨ªas pierden su car¨¢cter fotogr¨¢fico como cosas en s¨ª mismas y pasan a ser parte de un hecho dram¨¢tico llamado libro
No cabe duda de que elementos como la autor¨ªa (del propio fot¨®grafo o de un editor), la cuidada selecci¨®n, edici¨®n y secuenciaci¨®n de las im¨¢genes, as¨ª como el dise?o y la fabricaci¨®n material del libro, son al menos tres aspectos fundamentales e ineludibles que entran siempre en juego a la hora del reconocimiento y valoraci¨®n de un fotolibro como forma aut¨®noma de arte o como un todo completo. Precisamente la valoraci¨®n, o mejor ser¨ªa decir la revalorizaci¨®n econ¨®mica, ha sido una de las consecuencias inmediatas del extraordinario auge que ha alcanzado el mundo del fotolibro en estos ¨²ltimos a?os, un ¨¢mbito donde coleccionismo, fetichismo y especulaci¨®n a menudo van de la mano. En cierta manera todo ello tiene que ver tambi¨¦n con un inter¨¦s creciente por conocer y sentir de cerca los materiales originales o por acceder a procesos creativos conectados directamente con la visi¨®n y la concepci¨®n personal del fot¨®grafo sobre su propia obra, algo que los fotolibros ofrecen en buena medida. De todo ello hay excelentes muestras entre las ¨²ltimas novedades editoriales. Destaca, entre los m¨¢s recientes, la publicaci¨®n del ambicioso y exhaustivo estudio sobre el fotolibro latinoamericano desarrollado por Horacio Fern¨¢ndez. En este volumen, que saca a la luz un material de insospechada riqueza, se realiza una recopilaci¨®n de publicaciones que interrelaciona adecuadamente el recorrido hist¨®rico, con la catalogaci¨®n por autores y la agrupaci¨®n por temas como la ciudad, el di¨¢logo palabra-imagen o la denuncia social. La inclusi¨®n de un apartado dedicado a los dise?adores gr¨¢ficos m¨¢s destacados y la presencia de un abundante material fotogr¨¢fico, que permite conocer con mucho detalle las p¨¢ginas interiores de las ediciones rese?adas, son aspectos que redondean una excelente iniciativa. En el terreno de las recuperaciones o revisiones de cl¨¢sicos han aparecido tambi¨¦n novedades interesantes. Se puede citar en primer lugar la nueva versi¨®n ampliada de Gitanos, una obra de referencia de Josef Koudelka y un cl¨¢sico entre los fotolibros. Este es un claro ejemplo de la implicaci¨®n del propio fot¨®grafo en la producci¨®n de un libro. La primera edici¨®n de Gitanos apareci¨® en 1975 incluyendo 60 im¨¢genes, ahora Koudelka retoma la maqueta original que prepar¨® en 1968 y nunca lleg¨® a ver la luz, y revisa y ampl¨ªa la secuencia personalmente hasta incluir 109 fotograf¨ªas de su famosa serie. Otra reedici¨®n revisada, en esta ocasi¨®n con un sentido bastante diferente, tiene como objetivo el conocido libro de Nobuyoshi Araki, Yo, Vida, Muerte, un extenso volumen que recopilaba una buena parte de su obra. Esta nueva versi¨®n, que mantiene el mismo t¨ªtulo y disminuye el n¨²mero de p¨¢ginas e im¨¢genes, pero aumenta el tama?o, procede a sintetizar y aligerar la edici¨®n original haci¨¦ndola m¨¢s accesible. La publicaci¨®n permite tambi¨¦n acercarse, aunque sea indirectamente, a ese estilo tan definido y diferencial que implantaron los fotolibros japoneses en cuanto a la organizaci¨®n y maquetaci¨®n de la secuencia fotogr¨¢fica, sobre todo por el uso generalizado de la doble p¨¢gina y la presentaci¨®n de varias im¨¢genes por p¨¢gina. En el terreno de la siempre agradecida b¨²squeda y presentaci¨®n de materiales originales o in¨¦ditos se puede encontrar una novedad muy destacable, se trata de la esperada difusi¨®n del contenido de La Maleta Mexicana, las fotograf¨ªas redescubiertas de la guerra civil espa?ola de Capa, Chim y Taro, tal y como se?ala el subt¨ªtulo del libro que ahora las da a conocer. Dentro del inagotable fil¨®n editorial que representa tanto la obra de Robert Capa como las im¨¢genes de la Guerra Civil, esta edici¨®n es remarcable, no s¨®lo por la trascendencia misma del material in¨¦dito encontrado, sino tambi¨¦n y sobre todo por la acertada y nada f¨¢cil decisi¨®n de publicar los 4.500 negativos que se encontraron en la mencionada maleta. Tan ingente material aparece perfectamente organizado y documentado, y sobre el mismo se ha realizado una importante labor de localizaci¨®n, dataci¨®n y contextualizaci¨®n. La publicaci¨®n de La Maleta Mexicana ofrece as¨ª, ante todo, una fecunda y generosa masa documental sobre la que se podr¨¢n desarrollar en el futuro m¨²ltiples investigaciones y aportaciones. Y es muy probable que en ese futuro, la posible vigencia y continuidad de la fotograf¨ªa de tinta e imprenta, tal y como la conocemos, pase en buena medida por la vitalidad de esa forma aut¨®noma de creaci¨®n que representa el fotolibro.
El fotolibro latinoamericano. Horacio Fern¨¢ndez. Editorial RM. 264 p¨¢ginas. 55 euros. Gitanos.Josef Koudelka. Lunwerg. 192 p¨¢ginas. 44,50 euros. Yo, Vida, Muerte. Nobuyoshi Araki. Phaidon. 196 p¨¢ginas. 39,95 euros. La Maleta Mexicana. La F¨¢brica. 592 p¨¢ginas, 85 euros.
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