Una trama inquietante
Cualquier cosa que haga Santiago Sierra (Madrid, 1966) viene precedida por la expectaci¨®n y un cierto halo de estupor. Por tanto, si se quiere ser medianamente objetivo con respecto a su obra es necesario acercarse a ella sin prejuicios, como si no se supiera qui¨¦n es o qu¨¦ ha hecho antes. As¨ª pretendo empezar a describir lo que he visto en esta ¨²ltima exposici¨®n. En la galer¨ªa hay colocadas cuatro fotocopiadoras industriales trabajando a pleno funcionamiento. Tras, tras, tras..., las cuatro est¨¢n reproduciendo mec¨¢nicamente un mismo original colocado en la ventana lectora de cada una de ellas. En unos tableros sobre borriquetas se van apilando los mazos de papel, tama?o DIN A5, que expulsan regularmente las m¨¢quinas. Al pie, como la munici¨®n de los ca?ones, aguardan los paquetes de papel blanco dispuestos a ser procesados. Esta operaci¨®n durar¨¢ hasta el 1 de enero del pr¨®ximo a?o, lo que presumiblemente conduce no s¨®lo al desbordamiento de la mesa sino a la ocupaci¨®n total con fotocopias de las dos amplias salas de la galer¨ªa, con las que, por cierto, est¨¢n empapeladas sus paredes de suelo a techo. El texto original, reproducido ad infinitum, est¨¢ formado por una clave de cinco tipos, tres consonantes y dos n¨²meros, que, a su vez, se repite 576 veces en cada p¨¢gina, configurando un texto de 48 l¨ªneas que tiene la apariencia de un "poema concreto". Pero no nos podemos quedar en una mera descripci¨®n fenom¨¦nica de lo que se ve en la sala, sobre todo sabiendo que Sierra es un provocador cuyos trabajos se caracterizan por una radicalidad sin concesiones y por la denuncia de la perversidad de las tramas de poder que degradan la dignidad de las personas al imponer condiciones de trabajo propias de la esclavitud. Est¨¢ claro que la "instalaci¨®n" que describo es radical en sus formas, pero no se puede explicar desde las referencias a la poes¨ªa concreta o el recurso a las teor¨ªas benjaminianas de la reproductibilidad t¨¦cnica o de la perdida del aura de la obra de arte. Por ello, me dirijo a los responsables de la galer¨ªa solicitando informaci¨®n adicional y me entregan la nota de prensa, que consiste en la reproducci¨®n del contenido de una de las fotocopias. Es decir, la clave alfanum¨¦rica repetida hasta completar el folio. El artista no da m¨¢s informaci¨®n sobre sus intenciones. Obviamente, estas consignas forman parte de la incomodidad con que rodea su trabajo. De entrada se me ocurre que, tal vez, las siglas CMX 04 se refieren al modelo de la fotocopiadora que, como en los cuentos de Bioy Casares, se replica a s¨ª misma, pero esta interpretaci¨®n es simplista y formalista, y no cuadra con la voluntad de denuncia pol¨ªtica y social que caracteriza el trabajo de Sierra. Pero cuando, un tanto desconcertado, voy a salir de la galer¨ªa, un empleado me deja caer que en Internet encontrar¨¦ muchos datos. No voy a correr el riesgo de desvelar aqu¨ª torpemente el tema, tecleen las siglas CMX 04 y descubrir¨¢n cu¨¢l es la trama a la que se refiere la obra.
Santiago Sierra
Galer¨ªa Helga de Alvear
Doctor Fourquet, 12. Madrid
Hasta el 1 de enero de 2012
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