El mundo gira a 78 rpm
El t¨ªtulo de esta joya se queda corto. Aqu¨ª encontramos docenas de portadas y material complementario -galletas, fundas, publicidad, cat¨¢logos-, pero tambi¨¦n una pl¨¦tora de trabajos motivados por la m¨²sica: ilustraciones para revistas, carteles de conciertos, octavillas, tarjetas de visita, chapas, logos para emisoras o tiendas, colecciones de cartas, c¨®mics y vi?etas sueltas.
Por si alguien dudaba de la centralidad de la meloman¨ªa en Robert Crumb, esta selecci¨®n resulta hasta abrumadora. Junto a los encargos "comerciales", docenas de retratos a partir de fotos y apuntes del natural (as¨ª, Cantante en un caf¨¦ de N?mes, dibujado sobre un mantel de papel). Los recopiladores holandeses hacen honor a una personalidad tan obsesiva: conociendo su gusto por el trueque, han localizado dibujos cambiados por discos o ?material para su cuarto de ba?o!
La colecci¨®n de portadas de discos
Robert Crumb
Ediciones La C¨²pula. Barcelona, 2011
112 p¨¢ginas. 24,95 euros
La fama de Robert Crumb despeg¨® con su abigarrada portada para Cheap thrills (1968), el elep¨¦ de Big Brother & The Holding Company que lanz¨® a Janis Joplin. Un recordatorio de su inmersi¨®n en el hipismo, donde hab¨ªa tolerancia para los "raros" y, se supon¨ªa, abundante "amor libre", aunque lo definitivo para su creatividad result¨® ser el LSD. Una etapa breve: no volvi¨® a trabajar para grupos de rock ni, excepto fugazmente, para multinacionales discogr¨¢ficas.
Crumb milita en la secta de las pizarras, esa subcultura que atesora ediciones originales de m¨²sica que gira a 78 revoluciones por minuto. ?l y sus benditos colegas recuperaron placas de jazz, blues, guitarra hawaiana, hillbilly y, en general, pop anterior a la Segunda Guerra Mundial, sonidos entonces borrados de la memoria colectiva. Gracias a su ejemplo, buena parte de esa m¨²sica fue reeditada en microsurco o CD (frecuentemente, con portadas del propio Robert Crumb) por sellos como Yazoo, Arhoolie o Fr¨¦meaux.
Uno se pregunta si esa fetichizaci¨®n del formato no escond¨ªa un rechazo visceral del mundo que le ha tocado vivir: varias vi?etas revelan su (comprensible) odio hacia la agresiva omnipresencia de la m¨²sica enlatada. Y voluntad de llevar la contra: Crumb hasta reivindicaba la sweet music, desbancada por las orquestas de swing.
Cierto que el campo a estudiar/coleccionar luce infinito: con su traslado a Francia, Crumb ha profundizado en el mussette, con sus batallones de acordeonistas. ?l llev¨® su compromiso hasta los escenarios y los estudios de grabaci¨®n, tocando y cantando con Crumb and his Cheap Suit Serenaders, la East River String Band de Eden and John y -lo m¨¢s excitante- Les Primitifs du Futur. Siempre como amateur: hubo una propuesta para profesionalizar a los Cheap Suit Serenaders, que Crumb rechaz¨®; hizo bien, visto lo (poco) que ocurri¨® con otro coet¨¢neo de similares inclinaciones, el talentoso Dan Hicks.
De alguna manera, Crumb es un evangelista. Esos dibujos, con sus trazos gruesos y sus colores violentos, hacen proselitismo. Si uno ve la portada de Hot women, imposible no indagar en su contenido. Son "cantantes femeninas de las regiones t¨®rridas del mundo", La Ni?a de los Peines y veintitantas vocalistas m¨¢s, rescatadas de la discoteca de Crumb. Un deleite que, conociendo su reputaci¨®n como erot¨®mano, hasta parece levemente indecente.
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