Un congreso de transici¨®n
Los ex¨¦getas de la izquierda afirman que los conservadores resuelven sus crisis con un eclecticismo rayano en el cinismo, mientras que los progresistas se enzarzan en revisiones doctrinales que, muchas veces, conducen a la melancol¨ªa. No parece que ayer por la tarde el congreso del Partit dels Socialistes anduviera muy preocupado debatiendo nuevas bases de la socialdemocracia, ni en c¨®mo profundizar la democracia y que la pol¨ªtica cabalgue sobre unos mercados que cada d¨ªa tienen m¨¢s poder y corren m¨¢s desbocados. La austeridad impuesta por la Europa franco-prusiana solo estuvo en esp¨ªritu en los debates del socialismo catal¨¢n.
El gran pulso del 12? congreso del PSC m¨¢s que doctrinal es de reequilibrio de poderes entre las familias del socialismo catal¨¢n. No hay discrepancia en que el PSC debe recuperar la centralidad y escuchar m¨¢s a la sociedad. Seguramente tampoco hay mucha distancia entre g¨¹elfos y gibelinos a la hora de decidir alianzas pol¨ªticas despu¨¦s del tripartito. El problema es encontrar el c¨®mo y concretarlo. O sea que, al final, el logro m¨¢s radicalmente democr¨¢tico que saldr¨¢ del congreso de Barcelona es la propuesta del viceprimer secretario saliente, Miquel Iceta, de celebrar primarias abiertas para decidir el candidato socialista a la presidencia de la Generalitat, algo para lo que no hac¨ªa falta un congreso y que, en cambio, s¨ª tiene inter¨¦s para la ciudadan¨ªa, m¨¢s all¨¢ de claves org¨¢nicas. Ser¨¢ de ese proceso, m¨¢s que de este congreso de transici¨®n, de donde puede nacer un liderazgo, un proyecto pol¨ªtico que permita al Partit dels Socialistes continuar la traves¨ªa del desierto con la idea optimista de que recuperar¨¢ posiciones. La trascendencia social de la propuesta est¨¢ garantizada, mientras que lo que salga del c¨®nclave que hoy termina est¨¢ condenado a las lecturas org¨¢nicas: c¨®mo ser¨¢n los equilibrios en la nueva ejecutiva que esta madrugada se cerraba o c¨®mo encajar¨¢n su pase a la situaci¨®n b -si es que acaban pasando- de los capitanes montillistas -ahora ya tenientes generales- que tomaron el poder tras la revuelta del congreso de Sitges de 1994.
El logro m¨¢s radical es el compromiso de convocar unas primarias y para eso no hac¨ªa falta celebrar un congreso
A partir de hoy, y en clave interna, lo primero que debe hacer el partido es perder el miedo al debate. Que las reuniones de la ejecutiva confronten ideas en lugar de buscar la adhesi¨®n inquebrantable al l¨ªder. El poder que ha llegado a acumular el PSC en las instituciones convert¨ªa en una suerte de agentes desestabilizadores a aquellos que expresaban su disidencia en los debates internos del partido. Una vez perdido casi todo, ha sido el propio congreso el que ha permitido las votaciones secretas. Se acabaron las unanimidades asamblearias a mano alzada, en las que el ojo del gran hermano velaba por el orden establecido.
El rechazo expresado por una parte de los congresistas al informe de gesti¨®n del ex primer secretario, Jos¨¦ Montilla, habr¨ªa sido dif¨ªcilmente manifestable de haber continuado la tradici¨®n asamblearia cultivada durante a?os desde la c¨²pula del partido. El tono autocr¨ªtico entonado por el expresidente de la Generalitat fue un atenuante, un elemento que, seguramente, movi¨® a la indulgencia a m¨¢s de un congresista.
El nuevo primer secretario, Pere Navarro, tiene, pues, ante s¨ª el reto de liberalizar las estructuras internas del PSC y poner fin a un funcionamiento que ha primado el culto al l¨ªder. Tambi¨¦n debe sembar con sal cualquier terreno abonado para que crezcan los aprendices de brujo, aquellos que suelen primar las maniobras poco claras por encima de la pol¨ªtica.
El liderazgo de Navarro deber¨¢ probarse en las relaciones con el PSOE. El congreso ha decidido dar luz verde a la f¨®rmula pactada por los alcaldes ?ngel Ros y Manuel Bustos para que los socialistas catalanes puedan expresar su discrepancia de voto dentro del grupo socialista en el Congreso de los Diputados, sin crear grupo propio. El PSC tiene ante s¨ª el reto de federalizar el socialismo espa?ol, y est¨¢ condenado de por vida a seguir viviendo la esquizofrenia de sus dos almas. Esa es una de sus grandes virtudes y de sus grandes defectos.
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