Saber y no contestar
Impedir que Amaiur disponga de grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados no ha sido solo un error; ha sido una arbitrariedad. O mejor, ha sido un error porque, sobre todo, ha sido una arbitrariedad. De los tres grupos que componen la Mesa, el Partido Popular, mayoritario, vot¨® en contra de la pretensi¨®n de Amaiur y asumi¨® con ello el grueso de la responsabilidad por la decisi¨®n. Pero socialistas y convergentes se abstuvieron, con lo que se colocaron en una sorprendente tierra de nadie: ni avalaron ni rechazaron la decisi¨®n adoptada por los populares. No fue esta la respuesta que unos y otros ofrecieron a la pretensi¨®n equivalente de Uni¨®n, Progreso y Democracia (UPyD), que s¨ª obtuvo grupo parlamentario mediante la estratagema de recibir en pr¨¦stamo un diputado del partido de ?lvarez-Cascos. Las reservas legales que las tres fuerzas que componen la Mesa del Congreso trataron de esgrimir en el caso de Amaiur no fueron siquiera planteadas en el caso de UPyD, pese a que su estratagema era p¨²blica y conocida.
Impedir que Amaiur tenga grupo propio en el Congreso ha sido un error y una arbitrariedad
La Mesa solicit¨® un informe a los servicios jur¨ªdicos antes de pronunciarse sobre la formaci¨®n de los grupos parlamentarios, pero cabe preguntarse para qu¨¦ lo hizo. Visto el desarrollo de los acontecimientos, parece que la decisi¨®n contra Amaiur estaba tomada de antemano y que el informe solo respond¨ªa a un intento de esconder sus razones pol¨ªticas detr¨¢s del reglamento de la C¨¢mara. Puesto que el informe no apuntaba en ninguna direcci¨®n, los populares siguieron adelante con su prop¨®sito de votar contra Amaiur aunque tuvieran que hacerlo a cara descubierta. Despu¨¦s de cuanto dijeron en la oposici¨®n no era imaginable que actuasen de otra manera, salvo que se arriesgaran a perder apoyos entre sus electores antes de haber adoptado siquiera la primera medida de Gobierno. Mientras dependiese del Partido Popular, insistieron sus dirigentes, Amaiur no tendr¨ªa grupo parlamentario, no ser¨ªa incluido en la ronda de contactos del presidente electo para formar Gobierno e, incluso, no se ver¨ªa nunca enteramente a salvo de un proceso de ilegalizaci¨®n. Ahora bien, hablando claro, ?estaba el Partido Popular en condiciones de adoptar las decisiones contrarias?, ?respond¨ªa su voto a la en¨¦rgica b¨²squeda de la mejor opci¨®n para acabar con el terrorismo o, por el contrario, al hecho de que no ten¨ªa otra salida para que el electorado que ¨¦l mismo jale¨® no le acusara de defecci¨®n?
El Partido Socialista y Convergencia, por su parte, ten¨ªan abiertas todas las opciones, aunque se acabaron inclinando por la m¨¢s improbable. Ambas fuerzas justificaron su abstenci¨®n en el hecho de que, seg¨²n entend¨ªan, el informe jur¨ªdico no era concluyente. Pero lo cierto es que nadie les hab¨ªa preguntado nada sobre el informe, sino sobre la pretensi¨®n de Amaiur de disponer de grupo parlamentario propio. Y la abstenci¨®n por la que se inclinaron no buscaba sugerir que carec¨ªan de opini¨®n al respecto, sino que no quer¨ªan pagar coste alguno por expresarla. Es decir, que no es que no sab¨ªan, sino que no contestaban. Si la abstenci¨®n por la que se inclinaron el Partido Socialista y Convergencia fuera un s¨ªntoma del tipo de oposici¨®n que se disponen a desarrollar durante la legislatura, la conclusi¨®n es que los dirigentes de ambas formaciones confunden el oportunismo y la maniobra con la inteligencia pol¨ªtica. Puede que Convergencia est¨¦ en condiciones de permit¨ªrselo, vistos sus resultados electorales. Para el Partido Socialista, sin embargo, persistir en ese equ¨ªvoco es ahondar en una de las principales causas que le han llevado al peor fracaso de su historia y que augura un largo periodo de irrelevancia pol¨ªtica, sin que nadie, absolutamente nadie, asuma responsabilidades.
Si los tres partidos representados en la Mesa del Congreso estaban convencidos de que no podr¨ªan negar a UPyD un grupo parlamentario propio, tendr¨ªan que haber hecho cuando menos el esfuerzo de buscar un criterio aplicable a todos los casos similares. Ni siquiera se tomaron esa molestia, unos por una raz¨®n y otros por otra. El resultado es que UPyD queda en entredicho, Amaiur cargada de raz¨®n por la arbitrariedad de la que ha sido objeto y la Mesa del Congreso marcada como un ¨®rgano caprichoso para el que las estratagemas son aceptables o no dependiendo de la fuerza pol¨ªtica que las lleve a cabo. Ni siquiera el Partido Nacionalista Vasco sale bien parado, puesto que, aun ajeno a la decisi¨®n, se beneficia de ella. Todav¨ªa se estar¨ªa a tiempo de rectificar, evitando que una legislatura que se augura dif¨ªcil comience, adem¨¢s, con un mal paso. Si saben, que contesten.
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