Princesas, loros y bailes de hadas
"El ni?o malo que pisaba al pobre perrito" en 'Las meninas' es uno de los detalles que llaman la atenci¨®n a tres peque?as aventureras". Llegan las vacaciones y un buen plan familiar: visitar los grandes museos de Madrid
El Guernica "es marr¨®n y con se?oras fe¨ªtas". Martina tiene dos a?os, pero no se deja impresionar demasiado por el tama?o del cuadro de Picasso. Tampoco por las docenas de turistas que se agolpan boquiabiertos para verlo en la di¨¢fana sala del Museo Reina Sof¨ªa, en Madrid. ?Te gusta, Martina? "Suficiente", dice la ni?a sin piedad, o parece que lo dice, porque cuando est¨¢ cansada balbucea un poco.
Visitar un museo con un ni?o tan peque?o puede dar un poco de susto. ?Se aburrir¨¢?, ?molestar¨¢ a los dem¨¢s?, ?entender¨¢ algo?, ?montar¨¢ un n¨²mero? Sin embargo, con algunos consejos de pedagogos y educadores, la aventura puede ser tronchante, adem¨¢s de enriquecedora para los padres. Muchas pistas son de sentido com¨²n. Es fundamental no agobiar a los ni?os viendo muchas obras, ni agotarlos con visitas de m¨¢s de una hora y media. Conviene buscar cuadros que puedan entender y trabajar con ellos un poco antes y tambi¨¦n despu¨¦s de acudir al museo. Hay que inventarse historias, preguntar por su opini¨®n y hacer de la experiencia un juego. Y, ante todo, tener paciencia. Porque aunque los responsables est¨¦n a favor de que los preescolares visiten el museo, los edificios no suelen ser demasiado c¨®modos para recorrer con carrito, ni es f¨¢cil que los guardas (ni los otros espectadores) comprendan que hasta el ni?o mejor educado a veces grita o corre, de la emoci¨®n. Y lo peor: los ba?os siempre est¨¢n en el otro extremo del edificio cuando m¨¢s los necesitas.
Aun as¨ª, para demostrar que ir al museo con ni?os puede ser divertido, visitamos los grandes centros de arte madrile?os con tres ni?as de dos y tres a?os. El Prado, el Thyssen y el Reina Sofia se rinden a los encantos de Luna, Alma y Martina.
Reina Sof¨ªa
No hay qu¨®rum frente al Guernica. Alma y Luna, ambas de tres a?os, tienen clar¨ªsimo que el cuadro es blanco y negro, no marr¨®n como dice Martina, pero una cree que las se?oras tienen la boca abierta porque gritan y la otra porque tienen hambre.
"El arte contempor¨¢neo se presta m¨¢s para jugar con la apertura de los significados", dice Olga Ovejero, responsable de educaci¨®n del Museo Reina Sof¨ªa. "En este sentido, los adultos pueden aprender de la mirada infantil, m¨¢s desprejuiciada y libre", contin¨²a la experta. "Los ni?os no tienen miedo a no comprender ni a completar, de forma instintiva, el significado de lo que est¨¢n viendo, que es precisamente lo que el arte contempor¨¢neo pide muchas veces del espectador".
Ejemplo: para Martina, la escultura Brushstroke (pincelada), de Roy Lichtenstein, es "una bufanda". Para Luna, la pieza Le diamant (1975), de Jacques Carelman, que pertenece a la exposici¨®n temporal Locus solus, es "como el carrusel de los caballitos", mientras que para Alma es "un baile de hadas". Ambas tienen raz¨®n, los aut¨®matas que giran y pendulan dentro de la esfera de cristal podr¨ªan parecer ambas cosas. Martina, en su l¨ªnea dura, se limita a despedirse de la obra con un "?adi¨®s, feos!".
"A esa edad no merece la pena liarles con estilos o autores", dice Ovejero, "la visita no les dejar¨¢ una huella profunda, pero es positivo exponerles al arte, ya que ayudar¨¢ a formar su sensibilidad". Una sensibilidad precoz con sus propios criterios y preferencias. Cada vez que pasamos frente a una pantalla, ya sea una que muestra primitivo cine de los Lumi¨¨re o una que proyecta avanzado videoarte, las ni?as se quedan embobadas. Cosas de la tele. En cuanto a periodos o estilos recomendables para menores de tres a?os, Ovejero apuesta por "el expresionismo abstracto americano, que con su uso tan libre del color es ideal, pues el ni?o carece de ese prejuicio del adulto seg¨²n el cual el arte tiene que representar algo".
"Tambi¨¦n les hipnotiza el movimiento", dice Ovejero, "tanto las obras que se mueven como aquellas que requieren que el espectador se mueva por el espacio". As¨ª, resulta un ¨¦xito Tropicalia, una instalaci¨®n del brasile?o Helio Oiticica que tiene plantas y palmeras y un par de casetas de madera colocadas sobre una alfombra de arena de playa. En un lado de la sala hay una jaula enorme con seis papagayos de vivos colores. Cabr¨ªa imaginar que los animales son lo que m¨¢s atraer¨¢ a las ni?as. Les gustan ("el que m¨¢s, el loro azul, porque es mi amigo", dir¨¢ despu¨¦s Luna), pero lo que las vuelve locas del todo es el caminito de grava que atraviesa la instalaci¨®n, un sencillo laberinto en forma de ocho. Lo recorren una y otra vez hasta la extenuaci¨®n. La suya y la de la guarda de la sala, que no tiene claro si pueden salirse y pisar la arena o no, que las rega?a cuando cogen las piedrecitas y que no se cansa de pedir que, por favor, no corran (lo que tardan unos 30 segundos en olvidar). "El desplazamiento por el espacio que requiere Tropicalia convierte la obra en una experiencia ¨²nica", dice Ovejero, aunque es consciente de que la aut¨¦ntica "experiencia" de su museo "para los ni?os y tambi¨¦n para los mayores" es el ascensor transparente: "No se puede competir". Las tres ni?as coinciden en su veredicto: lo mejor del museo es ver c¨®mo la gente se hace peque?ita y luego grande cuando subes y bajas en el ascensor. Arriba y abajo. Hasta 10 veces seguidas. Paciencia.
Thyssen-Bornemisza
Veamos c¨®mo lo hacen los expertos. El Museo Thyssen-Bornemisza es el ¨²nico que tiene un programa espec¨ªfico para ni?os de tres a cinco a?os (normalmente, las actividades para padres e hijos, o ni?os solos, arrancan a los seis a?os). Se llama Inspector Thyssen, y Eva Garc¨ªa es una de las educadoras que lo organizan. Lo primero que consigue es que las ni?as no corran gracias a un truco bien sencillo: somos detectives y caminamos como el inspector Clouseau en La Pantera Rosa. La met¨¢fora es m¨ªa, estas ni?as son m¨¢s de dar saltitos en plan Dora, la exploradora.
"Conviene que las visitas duren entre una hora y hora y media", recomienda Rufino Ferreras, responsable de desarrollo educativo en el museo. "Y hay que reducir la experiencia a cuatro o cinco cuadros como mucho". Pero ?qu¨¦ cuadros entre los cientos que guarda el museo? "Hay que escoger obras comprensibles, adecuadas al momento evolutivo del ni?o, que contengan temas que ellos reconocen, colores vivos, formas simples, animales... Y tambi¨¦n que sean obras que nos gusten como padres, esa emoci¨®n, ese lado afectivo, se transmite", dice Ferreras, que se?ala con entusiasmo a las ni?as su cuadro "favorito", Mujer en el ba?o, de Roy Lichtenstein. Ellas corren para verlo de cerca y descubrir que est¨¢ pintado "con puntitos azules y rojos", seg¨²n Alma, a quien la t¨¦cnica le parece "uf, muy dif¨ªcil". "Pero yo tambi¨¦n lo hago", zanja orgullosa.
Entre los cuadros elegidos por la educadora para esta visita est¨¢ El sue?o, de Franz Marc. Les va haciendo preguntas a las ni?as, que poco a poco desvelan el significado del cuadro. "?Qu¨¦ veis?". "Caballos, un le¨®n y una se?ora". "?Y qu¨¦ hace la se?ora?". "Est¨¢ sentada y desnuda... ?porque es verano!". "?Y c¨®mo tiene los ojos?". "Cerrados, ?est¨¢ dormida!". "?Y c¨®mo es que no le despiertan los rugidos del le¨®n...?". En este punto, las ni?as -que han optado por rugir como el le¨®n del cuadro en vez de contestar- necesitan algo de orientaci¨®n. "Vosotras, cuando dorm¨ªs, ?no so?¨¢is?", dice la educadora. "?S¨ªiiiii, con monstruos verdes de broma!", grita Alma. "Y la se?ora del cuadro, ?con qu¨¦ cre¨¦is que sue?a...?", apunta la monitora. Las ni?as acaban comprendiendo que los caballos azules y el le¨®n son un sue?o de la mujer, que es a su vez un sue?o del pintor, y que ellas cuando vuelvan a casa tambi¨¦n podr¨¢n pintar sus sue?os, sean estos monstruosos o no.
Museo del Prado
Igual que la visita a un museo puede seguir despu¨¦s de abandonar el edificio, tambi¨¦n puede empezar mucho antes de llegar al mismo. "Si despu¨¦s de ir al museo se hace con el ni?o un ejercicio pl¨¢stico o simplemente se habla de la experiencia para que el peque?o la verbalice, lo visto y aprendido se sellar¨¢ en su memoria", explica Noelia Ant¨²nez, coordinadora de talleres en el Museo Pedag¨®gico de Arte Infantil (Mupai). "Si se trabaja con el ni?o antes de ir al museo explic¨¢ndole lo que se va a ver, se abren sus expectativas y se enriquece la experiencia". Prepararse tambi¨¦n tiene otra ventaja: despertar la curiosidad del adulto. "Es importante que la obra interese tambi¨¦n a los padres", dice Ant¨²nez; "si el adulto ha aprendido algo sobre la obra, sabr¨¢ transmitirlo al ni?o".
As¨ª que, antes de ver Las meninas con nuestras tres princesas, recomendamos a los padres que les ense?en en la web del Prado la animaci¨®n para ni?os sobre el cuadro, guiada por una versi¨®n 2.0 de la infanta Margarita. Los mayores hacen los deberes y las ni?as llegan al museo locas por ver a la princesa prometida. Haberlas vestido a todas con tut¨²s solo a?ade excitaci¨®n al momento, haci¨¦ndolo m¨¢s especial. Alma, adem¨¢s de tut¨² fucsia, trae un libro sobre el cuadro que su madre ha sacado de la biblioteca municipal. La ni?a sabe perfectamente qui¨¦n es la infanta Margarita, d¨®nde est¨¢n reflejados sus padres y que el se?or que pinta se llama Vel¨¢zquez y es quien pint¨® el cuadro. Y le encanta cont¨¢rselo a las otras dos.
La bibliograf¨ªa para preescolares sobre obras tan conocidas como Las meninas es abundante, pero incluso el cuadro m¨¢s discreto tiene su postal en la tienda del museo. Tener un dibujo a mano frente al cuadro original resulta muy ¨²til a la hora de explicarlo. Y evita que las ni?as se acerquen alarmantemente al de verdad para se?alar esto o aquello.
Lo malo de ver Las meninas es la gente. Los cientos de japoneses con los que coincidimos en la sala m¨¢s buscada del Prado pensar¨¢n que en Espa?a vestimos a las ni?as con tut¨²s a diario. "Para ver Las meninas o el Guernica hay que buscar una hora y un d¨ªa lo menos concurridos posible", recomienda Ant¨²nez. "Y si hay mucha gente, es mejor ver otro cuadro menos conocido, atreverse a buscar rincones m¨¢s tranquilos".
Puede ser. Pero, al menos con estas ni?as, Las meninas son un ¨¦xito rotundo. Diga lo que diga Joaqu¨ªn Sabina en su canci¨®n de que las ni?as ya no quieren ser princesas, el cuadro se convierte inmediatamente en el favorito del mundo mundial de nuestras tres protagonistas. De vuelta a sus respectivas casas, Alma y Luna recuerdan con ilusi¨®n el precioso vestido de la infanta Margarita, su pelo rubio, su flor y "al ni?o malo que pisaba al pobre perrito". Martina, un a?o m¨¢s peque?a, resume la experiencia para su padre as¨ª: "?Hab¨ªa princesas muy guapas!". Y luego precisa: "Pero no hablaban ni se mov¨ªan...". No hay duda, esta ni?a tiene madera de cr¨ªtico de arte.
Cifras
? THYSSEN-BORNEMISZA: cada a?o lo visitan m¨¢s de 80.000 ni?os. N¨²mero de educadores: siete. Una curiosidad: en el vest¨ªbulo, los peque?os pueden ver c¨®mo era la carrera de San Jer¨®nimo en el siglo XVIII gracias a un cuadro pintado por Jan van Kessel III.
?EL PRADO: 5.000 ni?os visitaron el museo el a?o pasado empleando los materiales did¨¢cticos gratuitos (juego de pistas y audiogu¨ªas infantiles) desarrollados por el ¨¢rea de Educaci¨®n del Prado. 170.000 escolares participaron durante el curso 2010-2011 en el programa "El arte de educar", creado en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n "la Caixa", y 3.200 personas realizaron alguna de las actividades educativas orientadas al p¨²blico infantil y familiar. El museo cuenta con una colecci¨®n de 7.600 cuadros (45 de Vel¨¢zquez) desde el rom¨¢nico hasta el siglo XIX. Visitantes al a?o: 2,7 millones. 'Las meninas': Vel¨¢zquez pint¨® el cuadro en 1656, mide 3,18 metros de alto por 2,67 metros de ancho.
? REINA SOF?A: 14.892 ni?os de entre 6 y 12 a?os y 8.824 de entre 13 y 18 participaron el a?o pasado en las actividades del departamento de educaci¨®n. Visitantes al a?o: 2,3 millones. 'Guernica': mide 3,49 metros de alto por 7,76 metros de ancho. Picasso lo pint¨® en Par¨ªs en 1937. Lleg¨® a Espa?a hace ahora 30 a?os (y desde 1992 est¨¢ en este museo).
Gu¨ªa
Museo del Prado
? Informaci¨®n. Paseo del Prado, s/n. Madrid. Tel¨¦fono 913 30 28 00. Web: www.museodelprado.es. Horario: de 9.00 a 20.00; cerrado los lunes (y los d¨ªas 25 de diciembre y 1 de enero). Entrada: adultos, 12 euros; menores de 18 a?os, gratis.
? Audiogu¨ªas infantiles. Gratuitas para menores de 12 a?os al alquilar otra de adulto acompa?ante. Incluyen m¨¢s de 20 obras explicadas para ni?os de 6 a 10 a?os, de Las meninas a La familia de Carlos IV. De hecho, los peque?os protagonistas de ambos cuadros, la infanta Margarita y el infante Francisco de Paula, son los expertos gu¨ªas del recorrido, que se detiene tambi¨¦n en Las tres Gracias o La fragua de Vulcano. En la web del Prado hay versiones animadas de estas gu¨ªas.
? Juegos. La p¨¢gina web del Prado tambi¨¦n tiene varios juegos online (puzles, buscar las siete diferencias, memo) que sirven para familiarizarse en casa con algunas obras. Una vez en el museo, el programa Juego de pistas (que incluye un plano de situaci¨®n y adhesivos para completar una serie de actividades) permite a los ni?os a partir de 8 a?os recorrer en familia dos itinerarios de los que son protagonistas activos.
Los ni?os de 6 a 12 que se acerquen a la exposici¨®n temporal Hermitage (hasta el 25 de marzo) podr¨¢n disfrutar del material did¨¢ctico Lina, la zarina, protagonizado por Catalina II la Grande. Ambos folletos se ofrecen gratis en los mostradores de informaci¨®n.
Museo Reina Sof¨ªa
? Informaci¨®n. Santa Isabel, 52. Madrid. Tel¨¦fono 917 74 10 00. Web: www.museoreinasofia.es. Horario: de 10.00 a 21.00 (domingos, hasta las 14.30); cierra los martes (y los d¨ªas 24, 25 y 31 de diciembre, y 1 y 6 de enero). Entrada: 6 euros; menores de 18 a?os, gratis.
? Materiales infantiles. Los domingos, de 10.00 a 14.00, abre el punto de informaci¨®n del departamento de educaci¨®n, patrocinado por la Fundaci¨®n Banco Santander, donde reparten gratuitamente gu¨ªas e itinerarios adaptados para los m¨¢s peque?os con t¨ªtulos como Garabato, Giros o ?Te suena? Algunos, descargables online.
? Club Talleres Infantiles. Los ni?os de hasta 12 a?os pueden apuntarse a este club con solo enviar un formulario y una foto al museo. Sus padres estar¨¢n informados de todas las actividades infantiles (los talleres de este a?o est¨¢n completos) y obtendr¨¢n dos entradas gratuitas para adultos acompa?antes presentando el carn¨¦ en las taquillas del museo.
? Museocinema. Del 28 de enero al 17 de marzo, el ciclo Animaci¨®n espa?ola, un juego sin l¨ªmites, presentar¨¢ (para ni?os a partir de 5 a?os m¨¢s adulto) cortometrajes independientes nacionales.
Museo Thyssen-Bornemisza
? Informaci¨®n. Paseo del Prado, 8. Madrid. Tel¨¦fono 902 76 05 11. Web: www.museothyssen.org. Horario: de 10.00 a 19.00; lunes, cerrado (el 26 de diciembre y el 2 de enero abre de 10.00 a 19.00; el 24 y el 31 de diciembre solo abre de 10.00 a 15.00, y cierra el 25 de diciembre y el 1 de enero). Entrada: 8 euros (9 a partir del 1 de enero); menores de 12 a?os, gratis.
? Audiogu¨ªas infantiles. La novedad de estas fiestas propone el recorrido Unas Navidades extraordinarias, que var¨ªa en funci¨®n de las opciones que el ni?o vaya eligiendo (2 euros). Con el mismo tema navide?o se ha programado una visita m¨¢s taller de dos horas y media para ni?os de 6 y 12 acompa?ados de un adulto (6 euros).
? Visitas taller para familias. El Thyssen ya ha abierto el plazo de reserva de la temporada 2012 (a partir del 14 de enero) de sus talleres para familias. Con t¨ªtulos como Mundo color, Si¨¦ntate, ?rase una vez un cuadro o Te veo..., existen hasta ocho itinerarios para ni?os de 6 a 13 a?os, m¨¢s el nuevo Inspector Thyssen, de 3 a 5. Los talleres, con un m¨¢ximo de 20 personas, se celebran el fin de semana, duran dos horas y media (incluida una clase de pl¨¢stica) y cuestan 6 euros.
? Educathyssen.org. La web del departamento educativo del Thyssen est¨¢ repleta de recursos para aprovechar al m¨¢ximo la visita. Desde materiales descargables para profesores aprovechables para padres hasta v¨ªdeos sobre t¨¦cnicas art¨ªsticas (?c¨®mo hacer temple en casa?). Juegos online, gu¨ªas did¨¢cticas, cuentos, itinerarios e incluso unas gu¨ªas en colaboraci¨®n con Nintendo para copiar los cuadros del museo en la consola port¨¢til DS.
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