El estupor de Occidente
La aceleraci¨®n de la historia que nos aturdi¨® en este ya p¨®stumo 2011, potenciada por la instantaneidad de las comunicaciones y el estallido de la conectividad de las redes sociales, no es tan evidente como la percibimos. Iniciamos el a?o con las revelaciones de Wikileaks producidas por el hacker-editor Julian Assange, destinadas a cambiar las relaciones internacionales, asestar un golpe mortal a la credibilidad de Estados Unidos y abrir una era sin secretos. Nada de esto se ha confirmado y hoy el australiano que iba a cambiar el mundo espera una posible extradici¨®n a Suecia, mientras su garganta profunda es juzgada en EE UU por traici¨®n y la red captasecretos se ha secado, pasando al olvido. Obtiene el galard¨®n a la historia m¨¢s sobrevalorada del a?o.
Est¨¢ de moda cuestionar si estamos ante el final de 500 a?os de ascendencia occidental
Rusia nos ofrece tambi¨¦n otro ejemplo de la parsimonia de fondo de los procesos hist¨®ricos. Hace justo 20 a?os, el 25 de diciembre de 1991, la bandera roja con la hoz y el martillo era arriada en el Kremlin. Gorbachov anunciaba por televisi¨®n a los rusos el fin de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Hoy, el hombre de hielo del KGB, Vlad¨ªmir Putin, sigue gobernando Rusia como lo hac¨ªan los zares blancos y posteriormente los zares rojos. Mosc¨² nos ha ofrecido la gran sorpresa internacional de fin de a?o: protestas en las calles con ciudadanos indignados gritando "Rusia sin Putin" y "fin del Gobierno de ladrones". Aparecen las primeras grietas en la petrocracia rusa, el homo sovieticus a¨²n no ha muerto.
2011 ha sido el a?o del estupor de Occidente, que asiste pasmado al gran estancamiento econ¨®mico y la posterior marcha atr¨¢s sin poder hacer nada para remediarlo. De las dudas crecientes sobre el m¨¦rito del capitalismo liberal, a la vez que ascend¨ªa el modelo de capitalismo de Estado eficiente, de partido ¨²nico, practicado en China, con represi¨®n de los derechos humanos. La econom¨ªa occidental ha vivido peligrosamente, sigue haci¨¦ndolo, con la pol¨ªtica, impotente, derrotada por los mercados. Unos entes sin cara y ojos, con los extra?os nombres de Moody's, Standard&Poor's y Fitch, juez y parte al mismo tiempo, nos llevaron del ronzal mientras discut¨ªamos si eran galgos o podencos. Crecen los resentimientos nacionales, que hist¨®ricamente la UE hab¨ªa enterrado, entre Francia y Reino Unido y entre Londres y Berl¨ªn. "Bienvenidos al IV Reich", titula el popular Daily Mail. Merkel y Sarkozy trabajan en clave interna sin ver m¨¢s all¨¢ de los humores de sus electores. Martin Wolf, en el Financial Times, escribe que podr¨ªa decirse, "como de los Borbones", que Merkozy "parecen no haber aprendido nada ni olvidado nada". Europa marginalizada, con p¨¦rdida de masa cr¨ªtica e influencia, luchando por la supervivencia de la construcci¨®n pol¨ªtica de m¨¢s ¨¦xito desde mediados del siglo XX.
Este a?o ha sido tambi¨¦n el de la confirmaci¨®n de un mundo posestadounidense. El desdibujamiento de la relaci¨®n transatl¨¢ntica, que ha aguantado 60 a?os de orden internacional, es m¨¢s patente desde la llegada de Obama a la presidencia de EE UU. Opta estrat¨¦gicamente por reconstruir en el ¨¢rea Asia-Pac¨ªfico la misma red de compromisos e intereses que teji¨® con Europa. Los enormes d¨¦ficits de la superpotencia, las costosas guerras sin resultados -Irak, Afganist¨¢n-, han debilitado a Washington, provocando un repliegue del pa¨ªs sobre s¨ª mismo. Kissinger, pragm¨¢tico, se pregunta si Washington podr¨¢ acomodarse a una reducci¨®n de la influencia hegem¨®nica que ha ejercido. Est¨¢ de moda cuestionar si estamos viviendo el final de 500 a?os de ascendencia occidental. El pensamiento declinista dibujado por los Spengler, Gibbon y Toynbee vuelve a reeditarse. Nos falta confianza en nuestras propias instituciones. "Hoy, como a lo largo de la historia, la mayor amenaza a la civilizaci¨®n occidental proviene no de otras civilizaciones, sino de nuestra propia pusilanimidad y de la ignorancia hist¨®rica que la alimenta", escribe el historiador brit¨¢nico Niall Ferguson en su ¨²ltimo libro, Civilization (Penguin Press).
El despertar ¨¢rabe, con su primavera, obligar¨¢ a Occidente a digerir el triunfo del islamismo pol¨ªtico, compensado por el fracaso del yihadismo de Al Qaeda con la muerte de Bin Laden. Las clases medias modernizadoras y los j¨®venes, subidos a la tecnolog¨ªa, hicieron historia en 2011, sustituyendo a las antiguas clases trabajadoras, que ya no son portadoras de la historia, como relata el historiador Eric Hobsbawm en una entrevista en la BBC. La vieja izquierda qued¨® al margen. La protesta en las plazas p¨²blicas, desde T¨²nez a Nueva York, pasando por la Puerta del Sol y El Cairo, sirvi¨® para derrocar Gobiernos y condenar el desigual reparto de los costes de la crisis. Mannubia, la madre del joven que con su inmolaci¨®n desencaden¨® la revoluci¨®n en T¨²nez, explic¨® perfectamente el fondo de la revuelta: "Mohamed sufri¨® mucho. Trabaj¨® duro, pero cuando se prendi¨® fuego, no fue porque le confiscaron su carrito de fruta. Lo hizo por su dignidad".
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