Paesa & Compa?¨ªa
A sus 75 a?os Francisco Paesa S¨¢nchez vuelve otra vez al ojo del hurac¨¢n. El vendaval se ha levantado esta vez en el discreto Luxemburgo, el para¨ªso fiscal en el que se mueve desde hace d¨¦cadas como pez en el agua
A las tres de la tarde la confiter¨ªa Namur, en el n¨²mero 2 de la calle Bitbourg, en el coraz¨®n de Luxemburgo, est¨¢ repleta de clientes. En el primer piso Beatriz Garc¨ªa Paesa, sobrina del exagente de Interior, almuerza en una esquina con tres amigos. Ha cambiado su antiguo despacho en el n¨²mero 13 de la Plaza de Las Armas por otro pr¨®ximo en el Boulevard Royal. Los dos a tiro de piedra de esta coqueta pasteler¨ªa fundada en 1851 por Nicol¨¢s Namur.
Beatriz vive en Luxemburgo refugiada en el anonimato. Su paradero y actividades han sido un enigma durante a?os. En su apartamento del boulevard de la Petrusse y en su nueva oficina cuelga un discreto cartel donde prescinde de su segundo apellido: Beatriz Garc¨ªa. Asesor¨ªa jur¨ªdica. Pocos espa?oles residentes en la ciudad saben que es sobrina de Francisco Paesa, el exagente de Interior que intent¨® comprar el testimonio de las novias de Amedo y Dom¨ªnguez, los polic¨ªas que organizaron los GAL, el intermediario que coloc¨® a ETA una partida de armas marcadas, el malabarista financiero que ayud¨® a Luis Rold¨¢n, exdirector de la Guardia Civil, a salvar su bot¨ªn suizo.
"Cuando desapareci¨® el dinero cambi¨® de apartamento. Iba con sus cuadros y muebles de un lado a otro" Su sobrina Beatriz representa en Espa?a a un "grupo" que ha invertido 8 millones en la Banca March
La fortuna esfumada de L¨¦bedev acab¨® en el banco de Singapur donde Paesa ocult¨® el bot¨ªn de Rold¨¢n Un funcionario: "Esta es la ¨²ltima ocasi¨®n de cazarle y de que pague. Sabemos que siempre sale indemne"
A sus 75 a?os Francisco Paesa S¨¢nchez vuelve otra vez al ojo del hurac¨¢n. El vendaval se ha levantado esta vez en el discreto Luxemburgo, el para¨ªso fiscal en el que el vidrioso intermediario financiero se mueve desde hace d¨¦cadas como pez en el agua. La Corte de Apelaci¨®n del Gran Ducado ha confirmado la decisi¨®n del juez de instrucci¨®n Stephane Maas de investigar a Paesa y a su sobrina Beatriz Garc¨ªa por la desaparici¨®n de 10 millones de d¨®lares, denunciada por el magnate ruso Alexandr L¨¦bedev. Hace varios meses la polic¨ªa registr¨® el despacho de esta ¨²ltima en la calle Royal, seg¨²n aseguran fuentes judiciales. El caso se encuentra bajo secreto sumarial.
Beatriz Garc¨ªa se levanta de la mesa y camina sola y decidida hasta las escaleras que conducen a la salida del local.
Viste de negro, chaquet¨®n, camisa, pantalones, zapatos con hebilla plateada y grandes gafas de sol. Cuelga un bolso rojo de piel acolchada. El periodista la aborda, se presenta y la convence para que tome asiento y responda a unas preguntas.
-No tengo nada que ver con el asunto L¨¦bedev. No he recibido ninguna denuncia. Me han llegado a asaltar la oficina para robarme documentos. Que busquen a mi t¨ªo, que lo encuentren y le pregunten. Estos rusos quieren utilizarme a m¨ª para ir contra ¨¦l. Han presentado una denuncia en Bahr¨¦in y se la han rechazado. ?Por qu¨¦ no les pregunta de d¨®nde sacaron el dinero?
-Un juzgado luxemburgu¨¦s ha ordenado que la investiguen a usted y a su t¨ªo por falsificaci¨®n de documentos en este caso.
-No s¨¦ nada de esto. No s¨¦ nada de mi t¨ªo. Solo he estado en sociedades con ¨¦l por asuntos familiares.
-?Y del dinero de Luis Rold¨¢n? La polic¨ªa pidi¨® su localizaci¨®n y la juez imput¨® a su hermano por ayudar a Paesa a hacer desaparecer el bot¨ªn de Rold¨¢n. El juez suizo Paul Perraudin los defini¨® a ustedes como "testaferros y colaboradores de su t¨ªo". Desde entonces, los dos se han esfumado.
-Nunca he recibido una notificaci¨®n judicial ni policial. Vivo aqu¨ª desde hace a?os. No me oculto. Si no me han localizado, es porque no han querido. Soy abogada fiscalista y solo quiero hacer mi trabajo. Todo esto me perjudica mucho.
Una joven con un m¨®vil se acerca y fotograf¨ªa el encuentro desde varios planos distintos. Lo hace sin ning¨²n recato: de frente, de lado, desde atr¨¢s. Todas frente a los clientes del Namur que toman el t¨¦ en las mesas pr¨®ximas.
-?Se ha dado usted cuenta de que nos est¨¢n haciendo fotos? Parece que se han invertido los papeles.
-Tengo que tomar mis precauciones.
-?Conoce a los abogados luxemburgueses Jean Paul y Monique Goerens? Abrieron en un banco de Singapur la cuenta en la que recalaron los 10 millones robados por Rold¨¢n que nunca han aparecido.
-S¨ª, los conozco, pero no tengo nada que ver con eso.
-?Y la esquela que puso en EL PA?S su madre, en 1998, anunciando la muerte en Tailandia de Francisco Paesa? Parece que toda su familia colabora con ¨¦l.
-Nos notificaron que hab¨ªa muerto. Hubo una notificaci¨®n oficial.
-?Qu¨¦ hac¨ªan el pasado octubre su t¨ªo y su hermano Alfonso en Sierra Leona?
-Otra mentira m¨¢s. No tengo nada que ver con ellos. No s¨¦ nada de mi hermano.
-?Pero si su hermano figura en varias sociedades cuya sede social est¨¢ en el despacho de usted en Luxemburgo!
Beatriz se levanta. No quiere continuar la conversaci¨®n. Es la primera vez que habla con un periodista y asegura que contestar¨¢ m¨¢s tarde y por tel¨¦fono a las acusaciones de su supuesta implicaci¨®n en la denuncia del magnate ruso, un caso muy parecido a otra de las aventuras financieras de su t¨ªo. En febrero de 1969, con solo 33 a?os, Paesa consigui¨® que el entonces presidente Francisco Mac¨ªas le nombrara presidente del Banco Nacional de Guinea, una idea suya. Se comprometi¨® a conseguir los fondos para crear el banco, pero el dinero nunca lleg¨®. "Yo le salv¨¦ la vida. Mac¨ªas quer¨ªa colgarle porque se sent¨ªa estafado", recordaba Francisco Gonz¨¢lez, uno de los primeros emprendedores espa?oles en el pa¨ªs africano.
Ahora, la supuesta v¨ªctima del embaucador es Alexandr L¨¦bedev, editor de los diarios brit¨¢nicos The Independent y Evening Standard, un hombre que presume de moverse "con la precisi¨®n de una bala". Asegura que confi¨® a Paesa 20 millones para fundar un banco en el reino de Bahr¨¦in, archipi¨¦lago de 33 islas en el Golfo P¨¦rsico, pero la mitad del dinero ha desaparecido en una mara?a de cuentas, sociedades y testaferros sin que la entidad financiera abriera sus puertas. Desde entonces, el exesp¨ªa que trabaj¨® en las alcantarillas de Interior durante la primera etapa de Gobierno socialista se ha vuelto a esfumar.
Beatriz Garc¨ªa sali¨® de Espa?a en 1994, cuando la juez Ana Ferrer pidi¨® a la polic¨ªa su localizaci¨®n y la de su hermano Alfonso. Los dos eran titulares de una cuenta suiza en la Banque d'Investissement Priv¨¦s de Ginebra a la que fueron a parar 2,2 millones de euros del dinero de Rold¨¢n. Dos testaferros pagados por Paesa hab¨ªan escondido el bot¨ªn del exdirector de la Guardia Civil en el Aresbank en Madrid, en cuya oficina principal trabajaba Beatriz. "Solo ten¨ªa 20 a?os. No tuve nada que ver", dice esta ahora. Alfonso y su t¨ªo fueron imputados por cooperaci¨®n en los delitos de malversaci¨®n y cohecho imputados a Rold¨¢n. Los Paesa, t¨ªo y sobrinos, desaparecieron. Solo permaneci¨® en Espa?a la madre de Alfonso y Beatriz, funcionaria y entonces jefa de bibliotecarios en el Congreso de Diputados.
Cuatro de los millones supuestamente estafados al magnate ruso se enviaron a una cuenta en el Overseas Union Bank de Singapur, otro para¨ªso fiscal, a nombre de Kon Kim Kong, para un "proyecto de inversi¨®n en China" que nada ten¨ªa que ver con el de Bahr¨¦in. Este es el mismo banco en el que Paesa hizo desaparecer en 1994 los 10 millones de euros que Luis Rold¨¢n, exdirector de la Guardia Civil, ocultaba en sus cuentas suizas. El dinero de L¨¦bedev dio fren¨¦ticos y rocambolescos saltos por una red de sociedades y recal¨® hasta en cinco bancos distintos, un calco del denominado "efecto helic¨®ptero" que Paesa emple¨® para ocultar el bot¨ªn de Rold¨¢n.
En Luxemburgo, casi todo es an¨®nimo y secreto. Cualquiera de los clientes que pasan la tarde en el elegante Namur puede figurar como fiduciario de los miles de fondos de inversi¨®n que llevan sello luxemburgu¨¦s. Sus 500.000 habitantes ostentan el tercer PIB por cabeza del mundo. En sus 2.585 kil¨®metros cuadrados, el Gran Ducado de Luxemburgo acoge decenas de bancos y centenares de despachos de abogados. Hasta hace solo unos meses, su Gobierno se resist¨ªa a facilitar informaci¨®n contra el fraude o la evasi¨®n fiscal que le reclaman los pa¨ªses de la UE. "Esta es la ¨²ltima oportunidad de cazar a Paesa y de que pague. Sabemos que siempre sale indemne. Est¨¢ protegido por los servicios secretos", esgrime un funcionario luxemburgu¨¦s que pide el anonimato.
Cazar a Paco Paesa no es f¨¢cil. Lleva d¨¦cadas utilizando pasaportes e identidades falsos. En los a?os setenta se hac¨ªa llamar Francisco Paesa Ballester; en los ochenta quebr¨® su peque?o banco ginebrino Alpha Bank, se le prohibi¨® la entrada en Suiza y us¨® el nombre de Mar¨ªa Amalia S¨¢nchez Mart¨ªn para mantener sus cuentas en el American Express Bank de Ginebra; ante el magnate ruso L¨¦bedev, sus abogados y asesores, se transform¨® en Francisco S¨¢nchez, "experto financiero", y utiliz¨® un falso pasaporte argentino.
"Desde peque?o le interesaban las finanzas. Todos los que quer¨ªan evadir dinero a Suiza iban a verle cuando mont¨® el Alpha Bank. Ten¨ªa fama de honrado, se quedaba un porcentaje y colocaba lo dem¨¢s", recuerda Juan G. compa?ero en la academia madrile?a Cebri¨¢n y Rodrig¨¢?ez, donde Paesa se prepar¨® para ingresar en la escuela de Ingenieros Agr¨®nomos. Dej¨® la carrera en segundo curso con 22 a?os. Carlos D. tiene un recuerdo diferente: "Era muy listo y no ten¨ªa moral. A los 14 a?os nos rob¨® los relojes a tres amigos y le echaron de los Maristas. Le gustaba fardar: coches, buenos trajes y chicas. Fue el primero en fumar Chester". Se cas¨® con Fran?oise Dubois, una joven francesa de buena familia que estaba de intercambio en Madrid, y mont¨® una galer¨ªa de arte. El matrimonio tuvo una hija, pero dur¨® muy poco.
L¨¦bedev, de 51 a?os, tiene una fortuna estimada en 2.000 millones de d¨®lares, seg¨²n la revista Forbes. Pero uno de sus colaboradores afirma que persigue a Paesa "m¨¢s por justicia y honor que por el dinero estafado". El empresario ruso explica as¨ª el supuesto fraude del exagente de Interior: "Conoc¨ª a Paesa a trav¨¦s de mi antiguo consejero delegado, Danilitsky. Lo recomendaron nuestros abogados extranjeros. Lo vi en Par¨ªs. Tomamos el t¨¦. Asegur¨® que en el reino de Bahr¨¦in se iba a desarrollar un buen centro off shore, interesante y transparente, que ¨¦l ten¨ªa contactos all¨ª. Se present¨® como Francisco S¨¢nchez, una persona que vive en Par¨ªs con una gran experiencia bancaria. Me produjo una impresi¨®n extra?a. Pens¨¦ que no era honesto, pero mi equipo directivo decidi¨® trabajar con ¨¦l. No entiendo c¨®mo pudo enga?arnos. Fue un timo de principio a fin. Creo que ni pidi¨® permiso para abrir el banco. Rob¨® el dinero en cuanto lleg¨® a Bahr¨¦in".
Cuando descubrieron que los 20 millones entregados por L¨¦bedev para crear el banco hab¨ªan desaparecido y que S¨¢nchez era en realidad Francisco Paesa, un equipo de abogados y detectives del magnate ruso inici¨® su caza, una carrera que todav¨ªa contin¨²a: "No ten¨ªa nada a su nombre, ni su casa, ni su coche, ni sus cuentas. Cuando desapareci¨® el dinero, cambi¨® de apartamento y se mud¨® a otro cerca de los Campos El¨ªseos. Iba con sus muebles y cuadros de un lado para otro intentando borrar su rastro", asegura una persona que lo trat¨® entonces. "No os preocup¨¦is. El dinero volver¨¢", dec¨ªa a los enviados del empresario ruso. Luego amenaz¨® con difundir que L¨¦bedev y su gente eran de "la mafia rusa" y que le persegu¨ªan. "Est¨¢ protegido por servicios secretos europeos. Los servicios secretos franceses no le protegen, es ¨¦l quien protege a Francia", se queja el empresario ruso.
El Zorro, clave que utilizaba en sus cuentas suizas, est¨¢ en forma. El pasado 6 de octubre, Paesa y su sobrino Alfonso fueron detenidos en el aeropuerto Lungi de Freetown, la capital de Sierra Leona, tras aterrizar sin permiso en una avioneta privada senegalesa y sin asientos, "lo que habr¨ªa suscitado las sospechas de las autoridades locales de que pudieran estar traficando con drogas", se?ala el informe remitido al Gobierno espa?ol por sus enlaces del Centro Nacional de Inteligencia. Paesa exhibi¨® el pasaporte espa?ol XD030882; su sobrino, uno franc¨¦s con el n¨²mero 03KD77092. Los dos eran legales y estaban en regla.
El exagente de Interior declar¨® que representaba a un cliente que quer¨ªa "recoger un cargamento de botellas de perfume antiguo y m¨¢scaras de oro". El informe a?ade que t¨ªo y sobrino dejaron Sierra Leona en un vuelo de Air France que lleg¨® a Par¨ªs el pasado 12 de octubre y que la polic¨ªa "no tom¨® medidas" porque Paesa no tiene causas pendientes en Espa?a.
Paesa ha roto casi todos los lazos que le un¨ªan con Espa?a. Mar¨ªa Jos¨¦, su fiel secretaria en Madrid, la que se ocupaba de mantener su casa y arreglar papeles, falleci¨® hace meses sin que el exesp¨ªa acudiera a su funeral, se interesara por la operaci¨®n a la que la sometieron ni por su recuperaci¨®n y reca¨ªda. "Pronto ver¨¢ al se?or Paesa", prometi¨® ella al periodista durante los dos ¨²ltimos a?os, algo que no se ha cumplido, por lo que no ha sido posible recabar su versi¨®n.
Paco tampoco asisti¨® al entierro de su madre ni tiene relaci¨®n con su exmujer ni con su hija, que viven en Francia. Sus sobrinos Alfonso y Beatriz son sus principales colaboradores y herederos. "Mar¨ªa Jos¨¦ ten¨ªa un tel¨¦fono y se muri¨® con ¨¦l. Paesa no me ha llamado hace a?os", afirma Manuel Cobo del Rosal, catedr¨¢tico de Derecho Penal que le asisti¨® en sus causas en Espa?a.
La promesa de su sobrina Beatriz de responder por tel¨¦fono a los detalles de su supuesta relaci¨®n con la desaparici¨®n del dinero entregado por L¨¦bedev a su t¨ªo tampoco se ha cumplido. Horas despu¨¦s del encuentro con EL PA?S en la cafeter¨ªa Namur, responde as¨ª: "Estoy en mi despacho con varios abogados de Luxemburgo y esta conversaci¨®n est¨¢ siendo grabada. No tengo nada que decir. No tengo nada que ver con una denuncia que no conozco. Si publica mi nombre, me reservo el derecho de tomar acciones legales contra usted".
Beatriz Garc¨ªa se presenta en el Gran Ducado como experta en fiscalidad internacional y ha asistido a reuniones sobre propiedad intelectual. "No se la conoce en los juzgados", coinciden dos abogados luxemburgueses. En Navidad acude a la caseta de Espa?a en el bazar internacional donde se recaudan fondos para obras de caridad.
La sobrina de Paesa figura en un rosario de sociedades en Espa?a y Luxemburgo. Es consejera desde 2010 en Alcudia Cartera de Inversiones, constituida por la Banca March, donde representa a un "grupo de inversores" que coloc¨® ocho millones de euros y pidi¨® un puesto en el consejo, seg¨²n un portavoz del citado banco: "Pas¨® el filtro de la compa?¨ªa en asuntos judiciales y de blanqueo. Es su representante en su sociedad en Luxemburgo. No sab¨ªamos qui¨¦n era".
Alcudia Cartera de Inversiones est¨¢ presidida por Hugo Aramburu, responsable de la banca patrimonial del grupo March. Se cre¨® para la compra de las 1.000 oficinas que el BBVA puso a la venta en Espa?a. Tiene 58 millones en activos y un capital desembolsado de 10 millones. ?A qui¨¦n representa Beatriz Garc¨ªa en esa sociedad? "No podemos decirlo", responde el portavoz.
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