"Todo gran paso hacia la integraci¨®n se ha dado tras una crisis"
El ministro de Finanzas alem¨¢n, Wolfgang Sch?uble, lleva 21 a?os en una silla de ruedas a causa de un atentado. [En 1990 era titular de Interior cuando Dieter Kaufmann, un hombre de 37 a?os con problemas de drogadicci¨®n y esquizofrenia, le dispar¨® dos balazos al salir de una reuni¨®n con miembros de su partido: uno de ellos le destroz¨® la mand¨ªbula y otro le atraves¨® el pecho, aloj¨¢ndose en la columna vertebral]. Eso no le impide desempe?ar un papel clave en su pa¨ªs.
Pregunta. Probablemente 2011 fue el a?o m¨¢s estresante por el que haya pasado jam¨¢s un ministro de Finanzas alem¨¢n. ?Es este un trabajo adecuado para una persona de 69 a?os que se desplaza en silla de ruedas?
Respuesta. Es cierto que la presi¨®n de los problemas es grande, pero no creo estar impedido por la silla de ruedas. Incluso viajar me resulta relativamente c¨®modo. En caso de necesidad, siempre hay a mi alrededor gente que me echa una mano.
"Me pregunt¨¦ si un cargo como este es compatible con mi estado de salud. La canciller insisti¨® para que me quedara"
"No es tan tr¨¢gico prescindir de actos en los que hay que estar de pie. Ahora leo m¨¢s, o voy al teatro o a los conciertos"
P. ?Cu¨¢ntas veces ha pensado a lo largo de este agotador a?o en tirar la toalla?
R. Ni una sola.
P. Los amigos de Europa como usted y Helmut Kohl, ?no son corresponsables en alg¨²n grado de esta crisis al haber introducido en su momento una uni¨®n monetaria sin unificar pol¨ªticamente la eurozona?
R. En los a?os noventa no era posible una uni¨®n pol¨ªtica. Sin duda, habr¨ªa sido m¨¢s inteligente impulsar ambas cosas a la vez. Por eso quer¨ªamos hacerlo. Pero, sencillamente, las resistencias eran demasiado grandes.
P. En otras palabras: en secreto, se alegra de la crisis del euro, porque obliga a los europeos a aproximarse pol¨ªticamente.
R. No, qu¨¦ tonter¨ªa, no me alegro de la crisis. Pero retrospectivamente es cierto: todo gran paso hacia la integraci¨®n se ha dado tras una crisis. Eso ha sido as¨ª siempre, y esa puede ser, tambi¨¦n ahora, la soluci¨®n.
P. El a?o pasado se vio obligado a pasar muchas semanas en el hospital por su invalidez. ?Por qu¨¦ no dijo entonces: se acab¨®?
R. Su pregunta da a entender que estoy buscando un buen momento para poder decir adi¨®s. No parta de la idea de que la pol¨ªtica me hace infeliz; es al contrario. En cualquier caso, el a?o pasado ya me pregunt¨¦ si un cargo con tanta responsabilidad como el de ministro de Finanzas es compatible con mi actual estado de salud.
P. ?Ha tenido dudas?
R. Alemania no puede permitirse a la larga un titular de Finanzas que falte a negociaciones importantes del Consejo de Ministros de la UE. Pero la canciller ha insistido mucho en que me quede. Y al final las cosas han salido bien.
P. Durante las semanas en las que estuvo ausente, en su partido hubo quien murmuraba que Sch?uble ya no era apto como ministro de Finanzas. ?Es dif¨ªcil soportar estos chismorreos an¨®nimos?
R. Honradamente: no es un problema. Pol¨ªtica es sin¨®nimo de competencia, en especial en los altos cargos. Si usted no sabe esto, entonces es que su aptitud para la pol¨ªtica es muy limitada. Competencia hay en todas partes. Mire el debate que suscit¨® Michael Ballack, el actual centrocampista del Bayer Leverkusen. El final de Ballack en la selecci¨®n nacional tuvo para m¨ª algo de tr¨¢gico. Pero hay cosas peores que haber sido durante toda una d¨¦cada el mejor, m¨¢s eficaz y exitoso de los futbolistas alemanes.
P. ?Le resulta ofensivo el debate sobre su enfermedad?
R. No. Es leg¨ªtimo preguntar: ?est¨¢ a¨²n Sch?uble en condiciones de desempe?ar su cargo? Cuando hace 14 a?os se desat¨® el debate sobre si yo ser¨ªa el candidato a canciller por mi partido, fui yo mismo el que lanz¨® la pregunta de si un hombre en silla de ruedas pod¨ªa dirigir el pa¨ªs.
P. En aquel momento, el semanario Stern titul¨®: ?Un inv¨¢lido como canciller?
R. Es perfectamente leg¨ªtimo plantear esa pregunta. Si uno est¨¢ dispuesto a postularse a cargos de Estado, tambi¨¦n tiene que estarlo a admitir un debate sobre su persona.
P. Hay voces an¨®nimas en la CDU que dicen: Sch?uble se ha mantenido tanto tiempo en la pol¨ªtica solo porque su infraestructura -ch¨®feres, funcionarios de seguridad, etc¨¦tera- permite a un inv¨¢lido llevar una vida pasablemente agradable.
R. Me permitir¨¢ que le responda que eso es una tonter¨ªa. Primero me preguntan: ?puede alguien en silla de ruedas ser ministro? Y ahora la pregunta, seg¨²n ustedes, es: ?Sch?uble quiere ser ministro solo porque est¨¢ en una silla de ruedas? Vamos a ver...
P. ?Hasta qu¨¦ punto es limitador que usted, por el hecho de estar en una silla de ruedas, no est¨¦ en condiciones de hacer los gestos f¨ªsicos del poder?
R. La comunicaci¨®n se restringe, lo que a veces es limitador. En un desfile, o cuando se recibe a alguien de pie, uno no puede moverse con libertad. La gente que tiene que hablar con usted cara a cara o maltrata los m¨²sculos de sus muslos o tiene que encontrar una silla. La ventaja: se concentran de forma mucho m¨¢s acusada en su interlocutor. Y no es tan tr¨¢gico prescindir de esas recepciones en las que hay que estar de pie. Ahora leo m¨¢s, o voy al teatro o a los conciertos.
P. En la pol¨ªtica, muchas veces se trata de mostrar fortaleza. ?No teme que la silla de ruedas se vea como signo de debilidad y vulnerabilidad?
R. Despu¨¦s del atentado
[que le dej¨® paralizado de cintura para abajo en 1990] he tratado este tema con el expresidente Richard von Weizs?cker y con el excanciller Helmut Kohl. Ambos me dijeron que en nuestra sociedad ya no actuamos como en la edad de piedra, en la que el m¨¢s fuerte en la lucha se convert¨ªa en l¨ªder. Tienen raz¨®n, y no me parece que eso sea un retroceso.
P. ?Qu¨¦ le resulta m¨¢s molesto, que la gente le mire de arriba abajo o que tengan que agacharse para hablar con usted?
R. Me da pr¨¢cticamente igual. Yo prefiero sentarme a una mesa. Para m¨ª tambi¨¦n es m¨¢s c¨®modo. Si la gente est¨¢ de pie con el fondo de un d¨ªa claro, tardo m¨¢s en reconocerles. Cuando alguien pasa un rato largo en cuclillas, le digo: "Cuidado, le va a dar un calambre". S¨¦ que es cansado. Pero soy bastante tolerante con estas cuestiones. Tambi¨¦n hago chistes a costa de mi invalidez, chistes que al principio escandalizaron a alguno.
P. ?Cu¨¦ntenos alguno!
R. Alguien me dijo en alguna ocasi¨®n: "Por favor, qu¨¦dese tranquilamente sentado", a lo que le repliqu¨¦: "No tenga ning¨²n cuidado al respecto".
P. ?Sigue los avances de la investigaci¨®n sobre la m¨¦dula espinal?
R. Como es natural, los sigo con mayor inter¨¦s que usted. Pero hace mucho tiempo que me prohib¨ª depositar mi esperanza en ellos.
P. De forma retrospectiva, ?habr¨ªa conseguido ser canciller de no ser por su limitaci¨®n f¨ªsica?
R. Mi fracaso no se debi¨® al hecho de estar en una silla de ruedas, sino a haber sido durante 16 a?os el colaborador m¨¢s estrecho de Helmut Kohl. El que, tras la crisis que desencaden¨® Kohl, no se me tuviera en cuenta para la sucesi¨®n era en cierto sentido una necesidad hist¨®rica.
P. Usted caracteriz¨® alguna vez su relaci¨®n con Kohl de esta manera: "Yo hago lo que ¨¦l decidir¨ªa, en el caso de que lo hubiera entendido". ?Puede ser que le haya hecho sentir a Kohl desde muy pronto su superioridad intelectual?
R. No, eso es una bobada. Kohl es un hombre con una educaci¨®n muy completa. Quienes crean que son intelectualmente superiores a ¨¦l merecen, en todo caso, compasi¨®n. Kohl sab¨ªa muy bien que, como jefe de Gobierno, no pod¨ªa ocuparse de todos los detalles. Como ministro, las cosas son muy parecidas. Lo que yo les digo a mis secretarios de Estado y directores generales es: ustedes d¨ªganme qu¨¦ hacemos, porque los expertos son ustedes. Y con arreglo a eso se decide. Esa alusi¨®n suya a la superioridad intelectual est¨¢ completamente fuera de lugar.
P. Recientemente, el excanciller Helmut Schmidt fue objeto de un homenaje por su partido, el SPD. ?Cree usted que el excanciller Kohl volver¨¢ a ser objeto de un homenaje semejante por parte de la CDU?
R. No, no ser¨¢ posible por razones de salud. Pero, de no ser as¨ª, Kohl tendr¨ªa un homenaje como m¨ªnimo igual al que los socialdem¨®cratas tributaron a Schmidt.
P. Como bien sabr¨¢, en 2004, en su partido hubo una importante corriente a la que le habr¨ªa gustado que usted fuera nombrado presidente de la Rep¨²blica.
R. S¨ª, lo s¨¦.
P. En aquel momento, la canciller, Angela Merkel, no fue precisamente quien mejor le aval¨®.
R. No s¨¦ si habr¨ªa sido tan feliz como presidente.
P Pero entonces quer¨ªa serlo...
R. Hoy no me duele no haber sido presidente.
? Der Spiegel. Traducci¨®n: Jes¨²s Albores.

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