La secesi¨®n, ?c¨®mo y por qu¨¦?
Desde hace mucho tiempo y cada vez con mayor frecuencia, el nacionalismo vasco viene afirmando que la independencia de Euskadi es viable, necesaria y beneficiosa. Se pretende convencer a los vascos de que vivir¨ªamos mejor y con un mayor bienestar material si cont¨¢ramos con un Estado propio, porque Espa?a es una r¨¦mora para nuestro desarrollo. Y es curioso que todo esto se alega, sin aportar ninguna prueba concreta y fiable, cuando en Europa se inicia un proceso de nuevas cesiones de competencias presupuestarias y fiscales por los Estados miembros, conscientes de que s¨®lo as¨ª, y no en solitario, se puede superar la grav¨ªsima crisis econ¨®mica y defender al euro. S¨®lo la resistencia de los nacionalismos estatales est¨¢ retrasando un final insoslayable: el establecimiento de una autoridad supranacional que defina y supervise la pol¨ªtica presupuestaria y fiscal, controle la gesti¨®n econ¨®mica y establezca un sistema financiero com¨²n, acorde con la existencia de una moneda com¨²n.
Quienes defienden la independencia deben probar su viabilidad econ¨®mica
Quienes propugnan la independencia de Euskadi deber¨ªan, en primer lugar, advertirnos de que esa independencia nos podr¨ªa situar fuera de la Uni¨®n Europea. Para admitir a un nuevo Estado en la Uni¨®n se requiere una previa negociaci¨®n larga y compleja y luego la aceptaci¨®n un¨¢nime de todos los Estados miembros. Si no existe raz¨®n democr¨¢tica alguna, ni norma de Derecho Internacional que ampare o facilite un derecho unilateral a declarar la independencia, ?cabe pensar racionalmente que todos los Estados, incluidos Francia y Espa?a, iban a permitir la secesi¨®n de unos territorios que llevan siglos vinculados a esas dos grandes e hist¨®ricas naciones, que tienen un sistema democr¨¢tico pleno y el derecho a que se respete la integridad territorial de su Estado? Que nos expliquen los nacionalistas cu¨¢ndo y c¨®mo podr¨ªamos ser independientes y a la vez seguir dentro de la Uni¨®n Europea y del euro, porque, de no ser as¨ª, esa independencia, lejos de favorecer el crecimiento, supondr¨ªa una cat¨¢strofe para nuestra econom¨ªa.
Pero supongamos que milagrosamente alguien consigue la aceptaci¨®n internacional de un nuevo Estado, el vasco, con la condici¨®n de miembro de pleno derecho de la Uni¨®n Europea. Aun as¨ª, en un contexto cada vez m¨¢s evidente de decisiones supranacionales en materia de pol¨ªtica exterior, de defensa, monetaria, presupuestaria, financiera y sectorial, ?alguien me puede explicar para qu¨¦ diablos precisamos de un Estado propio? ?Qu¨¦ aumento significativo e imprescindible de poder, sobre el que ya disponemos en virtud del Estatuto de Autonom¨ªa, justificar¨ªa un plan de fabricaci¨®n de nuevas fronteras cuando las actuales son cada vez m¨¢s porosas, en una sociedad con diversos sentimientos de identidad?
M¨¢s a¨²n; quienes defienden la independencia son los obligados a probar que es cierto cuanto aducen en orden a su viabilidad econ¨®mica y a su conveniencia. Y esa prueba tiene que apoyarse en n¨²meros ciertos, concretados a partir de un an¨¢lisis riguroso de los datos reales, y no en meras consideraciones ret¨®ricas te?idas de sentimentalismo. Tienen que demostrar, por ejemplo y entre otras muchas cuestiones, que con el Cupo que abonamos hoy al Estado nos bastar¨ªa y sobrar¨ªa para financiar los nuevos gastos y cargas que todo Estado comporta; que no tendr¨ªamos que hacer contribuciones a instituciones y organismos comunitarios o internacionales mayores de las que hacemos con ese Cupo; que, adem¨¢s, seguir¨ªamos recibiendo recursos e inversiones estatales y comunitarias para el desarrollo y mejora de nuestros sectores econ¨®micos e infraestructuras; que podr¨ªamos sostener una Seguridad Social y un sistema de pensiones como el que ahora existe sin d¨¦ficit alguno que se hubiera de cumplir con mayores contribuciones e impuestos, etc¨¦tera. Porque si, como sospecho fundadamente, a falta de prueba por quien est¨¢ obligado a ello, todo lo anterior no fuera as¨ª, la independencia ser¨ªa un negocio ruinoso, aun en el caso ilusorio de que nos permitieran seguir dentro de la Uni¨®n Europa y de la zona euro.
Los pol¨ªticos vascos partidarios de la independencia no pueden limitarse a esgrimir un supuesto derecho a decidir, eludiendo explicar desde el realismo las consecuencias que acarrear¨ªa ejercitar ese derecho en la forma que pretenden. Tienen la obligaci¨®n ineludible de acreditar ante los ciudadanos que su propuesta es posible y beneficiosa para todos. Otra cosa ser¨ªa vender humo, seguir fomentando en beneficio partidario un sentimiento de frustraci¨®n de la sociedad vasca que no se corresponde con lo que ya tenemos, y jugar con el bienestar futuro de todos, enga?¨¢ndonos descaradamente.
Hace unos d¨ªas, en este peri¨®dico, Jose Mar¨ªa Ruiz Soroa demostraba con claridad meridiana la inmoralidad en democracia de pretender la secesi¨®n de Euskadi para luego edificar un Estado uninacional al objeto de construir una sociedad uninacional homog¨¦nea. Pues bien, ser¨ªa muy triste que la pretensi¨®n de los nacionalistas, adem¨¢s de inmoral, constituyera una solemne estupidez, como en mi opini¨®n lo es, salvo prueba fehaciente y cumplida en contrario. Ser¨ªa una pena que, cuando cada vez el mundo se abre a nuevas formas de organizaci¨®n pol¨ªtica, en las que los conceptos de interdependencia y de cooperaci¨®n se ir¨¢n imponiendo, aqu¨ª algunos se empecinen en un proyecto de divisi¨®n y de fractura, sin futuro.
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