Un caf¨¦ con leche en el Polo Sur
I?urrategi, Vallejo y Zabalza alcanzan la base cient¨ªfica situada en el punto m¨¢s austral del planeta, un lugar alejado de la m¨ªstica que conocieron Amundsen y Scott
El d¨ªa que el capit¨¢n Robert Scott, el m¨¦dico Edward Wilson y el Teniente Henry Bowers fallecieron, acumulaban 150 d¨ªas de expedici¨®n y regresaban del Polo Sur, punto que hab¨ªan alcanzado tras 77 jornadas de marcha. Por el camino, yac¨ªan los cuerpos de sus dos compa?eros: el oficial Edgar Evans, reventado de cansancio, y el capit¨¢n Lawrence Oates, incapaz de dar un paso m¨¢s, quien escogi¨® el suicidio para no ser una carga para el resto del grupo. Mientras, Amundsen llevaba un par de meses celebrando la conquista del Polo Sur: para recorrer casi la misma distancia que Scott hasta el Polo (unos 1.300 kms), el noruego sum¨® 55 d¨ªas de traves¨ªa, hizo historia, y m¨¢s ligero de equipaje y mejor preparado, regres¨® en apenas 41 jornadas. Todo esto ocurri¨® a finales de 1911 y principios de 1912.
"Tenemos los pies de madera, como bloques", dicen tras sufrir -52? heladores
Avanzan sobre esqu¨ªs, a base de cu¨¢driceps, o impulsados por el viento en sus cometas
La ruta elegida por el tr¨ªo casi dobla en distancia a la de los primeros exploradores
Consumen 5.000 calor¨ªas diarias de comida durante jornadas de 12 horas
Ayer por la ma?ana, Alberto I?urrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza alcanzaron el Polo Sur. Para recorrer los 2.250 kil¨®metros que median entre su punto de origen (base Novolazarevskaya) y el punto m¨¢s austral de la Tierra, han invertido apenas 43 jornadas, pero no regresar¨¢n sobre sus pasos sino que pondr¨¢n rumbo al oeste para cubrir otros 1.200 kms hasta la Bah¨ªa H¨¦rcules, punto y final de su periplo.
Un siglo separa a Amundsen y Scott de los tres alpinistas del Basque Team: ?Pueden compararse sus respectivos viajes?
La apuesta del tr¨ªo de alpinistas es esencialmente deportiva: no partieron a la conquista de nada, no salieron hacia lo desconocido, sencillamente porque de esta tarea ya se hab¨ªan encargado otros hombres un siglo atr¨¢s. Sin embargo, la expedici¨®n del Basque Team podr¨ªa ser un h¨ªbrido de las que organizaron Amundsen y Scott. Como el noruego, I?urrategi y compa?¨ªa dominan el arte del esqu¨ª y avanzan sobre ellos, bien desliz¨¢ndose a fuerza de cu¨¢driceps, bien impulsados por el viento en sus cometas. Cierto es que el tr¨ªo ha prescindido del tiro de perros que emple¨® Amundsen y que siempre tienen a su espalda un pesado trineo.
A Scott, en cambio, le fallaron los perros y los ponies siberianos, lo que le forz¨® a un inhumano viaje a pie en el que invirti¨® 22 d¨ªas m¨¢s que su rival Amundsen en alcanzar el Polo Sur. Pero su esp¨ªritu es el que suscriben, por la fuerza, los tres alpinistas: nada justifica hoy en d¨ªa que se empleen y sacrifiquen perros para viajar por la Ant¨¢rtida. De hecho, ni siquiera han tomado la ruta escogida un siglo atr¨¢s, que arrancaba desde el mar de Ross, al sur del continente, y m¨¢s pr¨®xima al Polo: el tr¨ªo arranc¨® desde el norte del continente, donde la distancia hasta el Polo casi dobla a la que recorrieron los primeros exploradores.
As¨ª, jugando limpio, tirando de ¨¦tica y buscando un reto a la altura del siglo XXI, el viaje en el que se encuentran enfrascados I?urrategi, Vallejo y Zabalza enfatiza el m¨¦rito de los pioneros. Entonces, su dieta apenas manten¨ªa a raya el temido escorbuto, y constaba de galletas, carne desecada, sal y t¨¦. Nada que ver con las muy medidas 5.000 calor¨ªas diarias que consumen estos d¨ªas los tres alpinistas. "A veces, no podemos comernos todo, y eso que hacemos jornadas de 12 horas en las que acabamos reventados", reconoc¨ªa ayer, en conversaci¨®n telef¨®nica, Juan Vallejo. S¨ª observan muchos m¨¢s problemas con el fr¨ªo. Anteayer mismo, el fuerte viento les hizo sufrir sensaciones t¨¦rmicas de -52? C. "Tenemos los pies de madera, como bloques", observa Juan.
Hace un siglo, nadie pas¨® tanto fr¨ªo como Wilson y Bowers, autores de un delirante viaje invernal previo a su posterior viaje rumbo al Polo Sur en el que pusieron a prueba tanto su impedimenta como los l¨ªmites del sufrimiento humano. Apsley Cherry Garrard, tercero en discordia, resumir¨ªa as¨ª su aventura en el libro El peor viaje del mundo: "Aquella noche, la temperatura fue de -59,9?; no voy a negar que esto me convenci¨® de que Dante estaba en lo cierto cuando situ¨® los c¨ªrculos de hielo por debajo de los c¨ªrculos de fuego...". Su periplo dur¨® cinco semanas, y cuando regresaron a su base, se despojaron de su ropa helada y la pesaron, esta dio en la b¨¢scula ?11 kilos!
En 1911 Burberry surt¨ªa de ropa a los expedicionarios ingleses. Amundsen, en cambio, copi¨® la vestimenta de las poblaciones inuit, con sus pieles animales. Los sacos de dormir del equipo ingl¨¦s pesaban cada uno 5,4 kilogramos y eran de piel de reno. Adem¨¢s, dispon¨ªan de edredones, pero al helarse parec¨ªa que dorm¨ªan en el interior de una fr¨ªa armadura. Los sacos de Vallejo y compa?¨ªa apenas superan los dos kilos de peso: son de pluma. Durante el d¨ªa, visten pantalones y chaquetas de plumas, camisetas t¨¦rmicas, forros polares, chaquetas finas, am¨¦n de estudiados guantes, manoplas, pasamonta?as o patucos de pluma para la tienda. Con todo, reconocen que el fr¨ªo les est¨¢ torturando y eso que apenas tardan en ponerse en marcha cuando suena el despertador. En 1911, arrancar supon¨ªa una tarea que pod¨ªa llevar hasta cuatro horas puesto que los exploradores deb¨ªan lidiar con una ropa terriblemente helada.
Otro elemento crucial, ayer y hoy, es la cocina: si esta deja de funcionar, el drama est¨¢ servido. El equipo de Vallejo dispone de 50 litros de combustible y dos cocinas de gasolina: todo funciona sin problemas y les sobra combustible. Hace un siglo, las cocinas eran bastante m¨¢s complicadas y se requer¨ªa una notable habilidad para mantenerlas en ¨®ptimo estado. Acertar entonces con el combustible era cuesti¨®n de vida o muerte. Orientarse no era nada sencillo en la ¨¦poca, y solo los estudiosos de la entonces compleja ciencia de la orientaci¨®n pod¨ªan guiar al grupo. Hoy, adem¨¢s de las sencillas br¨²julas, los tres miembros del Basque Team disponen de un GPS por cabeza, am¨¦n de dos tel¨¦fonos v¨ªa sat¨¦lite y un ordenador port¨¢til, as¨ª como de una radiobaliza. Cumplidos dos tercios de su periplo, Vallejo esperaba la llegada al Polo Sur y la celebraci¨®n del a?o nuevo, como sendos est¨ªmulos morales.
Amundsen dej¨® en el punto determinado como Polo Sur una tienda de campa?a, la bandera noruega y una carta para su Rey. As¨ª supo Scott que hab¨ªa llegado... un poco tarde. Ayer, Vallejo y compa?¨ªa encontraron una gran estructura semiesf¨¦rica que no es otra cosa que la base cient¨ªfica Amundsen-Scott. All¨ª pudieron descansar, tomarse "un caf¨¦ con leche sentados" y admirar el complejo, que alberga roc¨®dromo, gimnasio, cancha de baloncesto, bibliotecas...
Abandonar el Polo Sur para retomar su soledad les resultar¨¢ tremendo: de todas las im¨¢genes que han podido enviar hasta la fecha, una ilustra de forma cruda la dureza de su empresa. En ella se ve a Zabalza e I?urrategi, tirados en la nieve, atados a sus trineos, con los esqu¨ªs puestos y separados entre s¨ª por unos 30 metros de distancia. Descansan, como si no tuviesen fuerzas o ¨¢nimo para, al menos, hacerlo juntos sobre sus trineos. Reposan como lo hac¨ªan los perros de Amundsen.
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