Jaque a las copas en la calle
Las tascas de Castell¨®n esperan una soluci¨®n tras cuatro a?os de conflicto
Viernes noche en las tascas de Castell¨®n. Son las nueve y centenares de personas abarrotan las c¨¦ntricas calles Isaac Peral y Barracas donde se instalan nueve bares que se convierten por unas horas en el coraz¨®n de la ciudad y que se enfrentan ahora a un duro golpe. "Estamos nerviosos porque han dado un gran paso, est¨¢n tratando de cerrarnos", comenta Jos¨¦, el propietario de una de estas tascas. Habla de la reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia que ha anulado el art¨ªculo de la ordenanza municipal que daba a esta zona excepcionalidad para permitir beber en la calle.
El fallo, que responde a un recurso del colectivo Castell¨® sense Soroll, deja en jaque esta tradicional zona de bares porque los reducidos espacios obligan a consumir fuera.
Para unos, se trata de 'botell¨®n'; para otros, una se?a de identidad
Los hosteleros se temen lo peor, a pesar de que tienen el apoyo del Ayuntamiento de Castell¨®n, que se ha reafirmado en su "defensa firme de la tradicional zona de las tascas, compatibilizando el derecho al descanso con el ocio". Algo que se ha convertido en uno de los quebraderos de cabeza del equipo de gobierno de Castell¨®n (PP) y, en particular, de su edil de Sostenibilidad, Gonzalo Romero.
El conflicto comenz¨® a mitad de 2007 con la irrupci¨®n del colectivo Castell¨® sense Soroll, que naci¨® para acabar con los ruidos en una zona de pubs y discotecas de la ciudad que se produc¨ªan hasta altas horas de la madrugada. Poco despu¨¦s se ampli¨® la lucha a la zona de las tascas y no tard¨® en llegar la ruptura con el Ayuntamiento: la asociaci¨®n contrat¨® a un abogado y llev¨® el caso a los tribunales al reclamar judicialmente la medici¨®n del ruido en las tascas, lo que oblig¨® a la declaraci¨®n de Zona Ac¨²sticamente Saturada (ZAS).
Al mismo tiempo, Castell¨® sense Soroll present¨® alegaciones a la ordenanza municipal que permite beber en la calle alegando que va en contra de la Ley de Drogodependencias de la Comunidad Valenciana. El Ayuntamiento no les escuch¨® y, tras acudir al contencioso-administrativo, Castell¨® sense Soroll ha puesto en jaque a las tascas cuando el fallo del TSJ de final de 2011 ha dejado sin cobertura legal el consumo de alcohol en esta zona. El equipo de gobierno ya ha avanzado que volver¨¢ a redactar la ordenanza para normalizar la situaci¨®n ampar¨¢ndose en una tradici¨®n de d¨¦cadas. Para unos no se trata m¨¢s que un problema de botell¨®n, para otros es "la se?a de identidad" de la ciudad.
"Nosotros fuimos los primeros en abrir una tasca y el a?o que viene cumpliremos 40 a?os", explica Ernesto, uno de los hosteleros afectados. Recuerda que ya en los a?os noventa el Ayuntamiento dict¨® un bando para poder beber en estas calles. "Luego lleg¨® la ley de drogodependencias y se hizo la nueva ordenanza en el mismo sentido", destaca. De hecho la propia ley valenciana establece que se podr¨¢ beber en zonas previamente autorizadas, pero una mala redacci¨®n ha tumbado la normativa de Castell¨®n.
Tanto ¨¦l como el resto de hosteleros afectados atribuyen a "intereses particulares" y no a un malestar vecinal los continuos varapalos judiciales promovidos por Castell¨® sense Soroll. Destacan que dos de los principales valedores, entre ellos el presidente del colectivo, Pedro Monfort, "ni tan siquiera viven en la zona". Pol¨¦micas al margen, lo cierto es que por el momento solo han pedido que se aplique la legalidad vigente y entre el vecindario hay firmes defensores pero tambi¨¦n detractores.
"La sentencia del TSJ es una victoria siempre que se aplique", dice Monfort. El presidente de la asociaci¨®n (que es propietario de una de las tascas que tiene en alquiler) niega las acusaciones y asegura que su ¨²nico objetivo es "que en esta zona se cumpla la ley". Monfort explica que el 15% de los miembros de la asociaci¨®n son vecinos de las tascas pero se niega a especificar el n¨²mero. Pero aunque sean pocos se dejan o¨ªr y ya han ganado el pulso en dos ocasiones. La declaraci¨®n de ZAS del pasado a?o obliga a los bares a dejar de servir bebidas en la calle a las 11.30 horas y media hora despu¨¦s a cerrar y limpiar las calles, lo que se cumple con puntualidad inglesa.
Tras cuatro a?os de conflicto, el Consistorio a¨²n busca la f¨®rmula para contentar a todos y evitar la desaparici¨®n de las tascas. De momento, tiene dos meses para volver a aprobar una ordenanza que permita beber en la calle antes de que se ejecute el fallo del TSJ.
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