Emociones circulares en el Liceo
El homenaje del teatro a Montserrat Caball¨¦ fue tambi¨¦n una declaraci¨®n de amor de la cantante hacia su "casa" de la Rambla y a su p¨²blico tradicional
Al final, en un concierto como el de anoche en el Liceo, ?qui¨¦n homenajea a qui¨¦n? ?El teatro a la cantante o la cantante al teatro? ?El p¨²blico a la cantante o la cantante al p¨²blico? Cuando se trata de unas bodas de oro -ah¨ª es nada celebrar 50 a?os de relaci¨®n art¨ªstica-, el juego de sentimientos cruzados es tan intenso que no llega a conocerse del todo la direcci¨®n en que circulan las emociones. Probablemente no tenga la menor importancia. Se trataba de estar ah¨ª, de querer y dejarse querer, y la Caball¨¦, a sus 78 a?os, quiere mucho, es una maestra consumada empatizando con el p¨²blico, creando un clima de proximidad que pocos artistas consiguen igualar.
Solo el modo en que sali¨® a escena da cuenta de esa maestr¨ªa. Lo hizo despu¨¦s de que la orquesta abriera la velada con la obertura, algo imprecisa, de Los maestros cantores, de Wagner; lo hizo a mitad de discurso del consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, encargado de abrir el fuego del elogio. Vestida de rojo y negro, armada con una muleta para compensar la cojera que le produjo una inoportuna ca¨ªda en Zaragoza el pasado septiembre, entr¨® en el escenario casi como si pidiera permiso. El p¨²blico la ovacion¨® c¨¢lidamente durante largos minutos y ya no hubo vuelta atr¨¢s en materia de cari?o.
La soprano se convirti¨® anoche en la m¨¢s amable anfitriona de su fiesta
La artista quiso materializar su entrega cantando de salida una pieza que no hab¨ªa abordado nunca antes en la casa de la Rambla: nada menos que la habanera de Carmen. Con la voz todav¨ªa fr¨ªa y los sentimientos a flor de piel, la interpretaci¨®n fue algo vacilante, pero seguramente no era eso lo que contaba, sino la declaraci¨®n de intenciones. A partir de ah¨ª, la Caball¨¦ se convirti¨® en la m¨¢s amable anfitriona de su propia fiesta, presentando a los cantantes que actuaban continuaci¨®n, destacando sus cualidades y bromeando con el p¨²blico. Actuaron en esta primera parte algunos disc¨ªpulos suyos: la coreana Ji Youn Jo, la rusa Irina Churlichova, la surafricana Pretty Yende (notable su aria de I puritani) y el ruso Nikolai Baskov, quien se atrevi¨® con la romanza de La tabernera del puerto y cerr¨® cantando con Montserrat Mart¨ª un d¨²o de El fantasma de la ¨®pera, de Lloyd Webber.
Los platos fuertes del homenaje aguardaban a la segunda parte. Pl¨¢cido Domingo salud¨® desde un v¨ªdeo y a partir de ah¨ª la fiesta fue in crescendo con un Juan Diego Fl¨®rez que cant¨® en estado de gracia La donna ¨¨ mobile -preceptiva en toda gala l¨ªrica que se precie-, seguido por un muy apreciable Va' pensiero interpetado por el coro como regalo de aniversario a la diva. Fue la voz de Carlos ?lvarez, que se ha prodigado poco en los ¨²ltimos tiempos por motivos de salud, y con cuyo bello tiembre de voz fue grato reencontrarse en Ah, per sempre io ti perdei, de I puritani. Fue igualmente una agradable sorpresa el O mio babbino caro de Mar¨ªa Gallego, al que sigui¨® un momento cumbre de la velada: el Cortigiani, vil razza dannata! de Rigoletto, a cargo de un inspirado Joan Pons. Al final sali¨® tambi¨¦n Josep Carreras -hubo dudas de si lo har¨ªa- para cantarle a su compa?era de tantos repartos inovidables el T'estimo de Grieg.
Cerr¨® plaza la Caball¨¦ con una poco transitada aria de Le roi Lahore, de Massenet, de quien se conmemora ahora el centenario de la muerte. La traca final fue la Marcha de la paz de Vangelis interpretada con Baskov, Montserrat Mart¨ª, el coro y la orquesta a toda m¨¢quina.
Fuera en la direcci¨®n que fuera, fue un homenaje merecido. Pocos matrimonios art¨ªsticos consiguen celebrar el medio siglo de entendimiento.
M¨¢s informaci¨®n en la p¨¢gina 39
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