Noche de Reyes
Este a?o los Reyes de Rajoy vienen repletos de carb¨®n fingido para todo el mundo, as¨ª que ya no ser¨¢ necesario apretarse el cintur¨®n porque bien podr¨ªa ocurrir que no nos llegue ni para pantalones. Los recortes, reajuste o tijeretazo del nuevo Gobierno son de tal calibre que pronto veremos a los dependientes sin necesidad de asistencia porque ir¨¢n cayendo uno tras otro como moscas, y algo parecido ocurrir¨¢ con los enfermos cr¨®nicos y terminales, entre otros desastres irreversibles que afectar¨¢n (y de qu¨¦ manera) a jubilados en general, trabajadores en particular y la totalidad m¨¢s empobrecida de las amas de casa, por no mencionar la asistencia sanitaria, los funcionarios lejos de los escalafones m¨¢s altos, las perspectivas de empleo para los parados j¨®venes y de larga duraci¨®n y todos esos flecos presupuestarios que apenas son nada para quienes los barren sin contemplaciones pero lo son todo para quienes los necesitan.
Si as¨ª empieza el a?o, est¨¢ uno a punto de darse a la bebida (si le llega el presupuesto) solo de pensar c¨®mo puede terminar esto, en un panorama en el que no puede descartarse as¨ª como as¨ª que a los indignados oficiales se vaya uniendo gente todav¨ªa m¨¢s menesterosa y sin futuro alguno ni de lejos ni de cerca y sin otra ideolog¨ªa que decidirse a asaltar los supermercados y otros puntos centrales o perif¨¦ricos de venta a fin no ya de llegar hasta fin de mes sino de disponer de algo que llevarse a la boca cada d¨ªa, ejercicio imprescindible, como es sabido, si se quiere seguir con vida. Que esa es otra, porque nada descarta que dentro de unos meses crezca el n¨²mero de ciudadanos que consideren seriamente si vale la pena sobrevivir de esta manera, de modo que uno de los consejos m¨¢s efectivos que este Gobierno podr¨ªa regalar a unos cuantos miles de ciudadanos es que se apresuren a crear empresas de servicios funerarios de bajo coste, con lo que algo ingresar¨ªan las arcas del Estado mediante los impuestos a?adidos pertinentes, y que se fomente en sanidad la actividad privada de esas mujeres de mi infancia que ten¨ªan gracia para aliviar molestias y enfermedades sin haber pasado jam¨¢s por las ense?anzas del saber m¨¦dico, aunque lo malo es que aquellas benditas agraciadas no cobraban un c¨¦ntimo por sus impagables servicios, solo la voluntad posible si el paciente no carec¨ªa de estipendio.
El desastre ha venido y nadie sabe c¨®mo ha sido. Y menos que nadie, los socialistas, que ni siquiera se han enterado de por qu¨¦ lado les llegaban las hostias consagradas que habr¨ªan de terminar con ellos cuando m¨¢s falta hac¨ªan. Pero aqu¨ª nadie se hace responsable de nada, es como si una tormenta inesperada y en todo contraria al man¨¢ nos hubiera ca¨ªdo encima como las plagas de Egipto en feliz concurso de acreedores. ?Tan mal nos hemos portado como para ser merecedores de ese castigo? Cierto es que el buen Jes¨²s expuls¨® de mala manera a los mercaderes del templo, pero se ve que no pudo con todos los presentes en aquel alarde ni, sobre todo, con sus descendientes, aunque entre ellos haya multitud que profesan para sus adentros su mismo credo.
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