Una galopada a rienda suelta
El Real Madrid se quit¨® por fin un peso de encima, un lastre acumulado por tantas batallas perdidas que corr¨ªa serio peligro de causarle un estropicio sicol¨®gico, un complejo de inferioridad, si es que no hab¨ªa hecho ya presa en ¨¦l. Se suced¨ªan los cl¨¢sicos y no encontraba manera humana de romper el ascendiente que el Barcelona, l¨®gica y meritoriamente, se hab¨ªa cuidado muy mucho de cultivar. El partido, en ese sentido, deja una estela mucho m¨¢s notable en aspectos intangibles que clasificatorios. Al fin y al cabo, transcurre la 14? jornada, ambos equipos se sit¨²an con el mismo n¨²mero de victorias y queda mucha, much¨ªsima tela que cortar. Pero es innegable que la escuadra de Pablo Laso consigui¨® algo m¨¢s, bastante m¨¢s, que un triunfo.
Laso ha logrado en los escasos tres meses de competici¨®n que lleva con mando en plaza que el Madrid act¨²e de forma reconocible. Es un equipo con mucha p¨®lvora, proclive a disfrutar en la efervescencia, cuya estabilidad, finalmente, depende en buena medida de la forma en que consiga atemperar sus ¨¢nimos en las desaceleraciones, cuando no le entran los triples, cuando no domina el rebote para poder correr, cuando flojea alguno de sus bastiones. Es lo que le sucedi¨® a partir del tercer cuarto. Se tambale¨®, estuvo a punto de perder pie. Presagi¨® el derrumbe. Hubiera resultado fat¨ªdico teniendo en cuenta su dominio por momentos aplastante. Se hab¨ªa desmelenado, hab¨ªa sumado la friolera de 30 puntos en el segundo cuarto y lleg¨® a abrir un hueco de 14.
En los momentos en que logr¨® cabalgar a galope tendido, cuando domin¨® el rebote en el segundo cuarto, cuando un desequilibrante Carroll sum¨® 11 puntos casi de golpe y, junto a Su¨¢rez y Pocius, cinco triples en tres minutos y medio, el Madrid sembr¨® el desconcierto, si no el p¨¢nico, en el Barcelona. Eso sucede pocas veces. Xavi Pascual tuvo que reclamar a sus jugadores, los que pueden presumir de formar la mejor defensa de Europa, que no aflojaran en el cuerpo a cuerpo. Y el equipo azulgrana, por m¨¢s que hiciera prop¨®sito de amnesia pasajera y no echar de menos a Navarro, sufri¨® de lo lindo. Dominado en el rebote y con Ndong como ¨²nico referente en ataque, dejado de la mano de un Lorbek extra?amente ausente, tal vez mermado f¨ªsicamente, el Barcelona ech¨® de menos que otras piezas entraran en liza con mayor decisi¨®n y acierto. Su descalabro en el segundo cuarto no dej¨® el partido visto para sentencia, pero indudablemente pes¨® much¨ªsimo en su desenlace.
El Barcelona, tras encajar 48 puntos en la primera parte, puede presumir del m¨¦rito de su reacci¨®n. Se sobrepuso. Apret¨® en defensa, fiel a un estilo que olvid¨® en aquella fat¨ªdica fase. Cuando parec¨ªa al borde de quedar noqueado, resurgi¨® y lleg¨® a amenazar al Madrid. La primera canasta de Lorbek sirvi¨® para empatar el partido a 68 cuando quedaban menos de cinco minutos. Parec¨ªa que el imperial Ndong pod¨ªa por fin contar con la aportaci¨®n de otros compa?eros, caso de Mickeal, de Marcelinho, de Wallace. Se qued¨® corta su reacci¨®n, pero transform¨® sus malas sensaciones y la paliza que iba camino de recibir acab¨® en un resultado ajustado. No tuvo bal¨®n para la victoria, ni siquiera para forzar la pr¨®rroga, pero s¨ª que cerca del final hab¨ªa tenido alguno para ponerse por delante. El esfuerzo ag¨®nico de unos dio m¨¢s valor, si cabe, al esfuerzo por conservar la ventaja de los otros en un partido con muchas alternativas, con bastantes errores, pero tambi¨¦n con muchas jugadas de m¨¦ritos; en definitiva, precioso.
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