"El esfuerzo no se negocia"
Resultar¨ªa complicado ver una casa terminada si cada dos o tres meses despidi¨¦ramos al arquitecto y llam¨¢semos a otro para que derribase todo lo planificado para empezar de nuevo.
El a?o que reci¨¦n nos deja se llev¨® consigo muchos proyectos futbol¨ªsticos en Argentina. Estudiantes de La Plata y Newell's Old Boys, con cinco cambios cada uno si incluimos los interinatos, encabezaron la tabla de reemplazos. Hubo en total 50 entrenadores designados en los equipos de la Primera Divisi¨®n y algunos de ellos lo hicieron en dos cuadros diferentes. A estos debemos sumar la salida de Sergio Batista, que fue despedido de la selecci¨®n una vez finalizada la Copa Am¨¦rica tras apenas ocho meses en el cargo.
Con 49 cambios de t¨¦cnico desde 1987, el Atl¨¦tico es el club espa?ol m¨¢s argentino. Ojal¨¢ d¨¦ tiempo a Simeone
De esta forma, no debe extra?ar a nadie la coronaci¨®n del ¨²ltimo campe¨®n. Boca Juniors fue el que m¨¢s y mejor se reforz¨®, no vendi¨® jugadores clave y respet¨® la continuidad de su entrenador tras un primer semestre dudoso. Consolid¨® un equipo s¨®lido, unido y ordenado y lleg¨® holgado a la meta. Unas bases que parecen sencillas, pero que pasaron a ser un lujo en el f¨²tbol argentino actual y que alcanzaron a Boca para sacar 12 puntos de ventaja al segundo y terminar invicto con solo cuatro goles en contra en el semestre.
A pesar de la inestabilidad cr¨®nica, las vertiginosas cuentas de 2011 resultan optimistas si las comparamos con las de 2010, cuando hubo 60 entrenadores designados en los distintos equipos de Primera.
Las calles del f¨²tbol argentino lucen un perpetuo cartel de en construcci¨®n, solo reemplazado eventualmente por otro que alerta sobre las demoliciones. Enemistados con la continuidad, se hace complicado para los equipos arraigar un estilo, base esencial para encontrar componentes funcionales y est¨¦ticos colectivos en el juego. As¨ª, salvo que cuenten con valor afectivo, resulta cada vez m¨¢s dif¨ªcil interpretar y disfrutar el desarrollo de los partidos. Casi tan dif¨ªcil como pretender discutir el estilo de un ambiente sin paredes.
Es cierto que la comparaci¨®n inicial es torpe e incompleta y que a nadie se le ocurrir¨ªa quitar y vender una columna o una viga de un edificio en plena construcci¨®n. En cambio, la construcci¨®n de un equipo de f¨²tbol es un proceso vivo, en el que los elementos estructurales son tambi¨¦n objeto de intercambio. En Argentina, exportadora, se ha acelerado cada vez m¨¢s ese proceso. Los futbolistas emigran cada vez m¨¢s j¨®venes y en mayor n¨²mero, muchos de ellos incluso sin haber jugado un solo partido en Primera, y los entrenadores afrontan la desproporcionada tarea de intentar construir una estructura que se sostenga por s¨ª misma en un estrecho lapso de tiempo y con recursos cada vez m¨¢s escasos.
Diego Simeone form¨® parte de esta larga lista de recambios y el s¨¢bado debut¨® con un empate al mando de su querido Atl¨¦tico de Madrid, probablemente el club m¨¢s argentino de los espa?oles no solo por la intensa forma en que sus hinchas viven los partidos y la extravertida manera de expresar esas pasiones, sino tambi¨¦n por los 49 cambios de entrenador que los colchoneros realizaron desde 1987 hasta la fecha.
Compart¨ª con Simeone partidos en la selecci¨®n y lo tuve luego como entrenador en San Lorenzo, en el que pude confirmar que dirige con las mismas prioridades con las que jugaba: pasi¨®n por el f¨²tbol, intachable compromiso y responsabilidad. Premisas que exige a sus dirigidos y que dej¨® claras en el Calder¨®n desde el principio con un mensaje que lo define: "El esfuerzo no se negocia".
Ojal¨¢ Simeone y el Atl¨¦tico, arquitecto y propiedad, se otorguen el tiempo necesario para armar una estructura s¨®lida que devuelva a los rojiblancos a pelear donde les corresponde, en la parte alta de la tabla.
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