La sombra populista
Desde Europa, la mirada transatl¨¢ntica encuentra una Am¨¦rica Latina sorprendente, portadora de buenas noticias, econ¨®micamente en crecimiento, estable pol¨ªticamente, tanto que no hay Gobierno que pierda una elecci¨®n, desde Nicaragua a la Argentina, desde Brasil a Colombia.
Dos circunstancias fundamentales animan este momento hist¨®rico: el fin de la guerra fr¨ªa y la irrupci¨®n de China en el mercado mundial, con un auge de precios de materias primas y alimentos como nunca antes se hab¨ªa visto. Aquel deterioro de t¨¦rminos de intercambio que denunciara Ra¨²l Prebisch en los a?os cincuenta como causa del subdesarrollo se ha invertido: cada vez hay que poner menos kilos de soja o de cobre para comprar el mismo tractor u -hoy- computadora.
En algunos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina la 'hipnocracia' sustituye a la libertad de prensa
Detr¨¢s del rosado cortinado, otras realidades se esconden. Los pa¨ªses al norte del canal de Panam¨¢ no est¨¢n bajo el paraguas chino, sino vinculados a la econom¨ªa norteamericana y esto, naturalmente, les ha impuesto otra realidad.
En el Sur, tan pr¨®spero, flota una sombra: la amenaza populista, ese engendro pol¨ªtico que se configura con liderazgos mesi¨¢nicos suprainstitucionales y una articulaci¨®n de masas en corporaciones o movimientos, organizada por el Estado, que soslaya la representaci¨®n parlamentaria y se sustenta en el presupuesto p¨²blico, que opera al servicio de la causa. Por supuesto, estos reg¨ªmenes organizan conflictos, luchan contra malignas conspiraciones, se erigen en campeones de los derechos del pueblo amenazado y en su nombre cercenan libertades para combatir al mal.
El primer objetivo, como es natural, son los medios de comunicaci¨®n, el instrumento de lo que Grondona llama la "hipnocracia", donde el mensaje de las alturas repite y domina, domina y repite, ahogando la pluralidad democr¨¢tica con el discurso ¨²nico e incontestable.
La situaci¨®n de Venezuela es conocida. Se confisc¨® Radio Caracas, el principal canal de televisi¨®n, se coaccion¨® a los dem¨¢s, con toda la gama de los instrumentos de presi¨®n, y se impuso un autoritarismo que, pese a todo, deber¨¢ enfrentar este a?o una elecci¨®n que ya no le ser¨¢ tan f¨¢cil.
Ecuador, del que se habla menos porque su presidente posee m¨¢s cultura y sobriedad que el venezolano, no le va a la zaga. El diario El Universo fue condenado a pagar una multa de 40 millones de d¨®lares por una columna cr¨ªtica para el presidente, principal denunciante y participante de cuerpo presente en la inveros¨ªmil escena en que un juez complaciente dictaba sentencia.
Estos d¨ªas otro fallo conden¨® a tres meses de prisi¨®n al director de Hoy, vicepresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, por unas notas escritas en 2009.
En Argentina, cuyo Gobierno acaba de ser convalidado con una formidable votaci¨®n, al d¨ªa siguiente de la elecci¨®n se desataron inesperadas tormentas, todas lesivas de la libertad. La mayor ha sido el ataque a Clar¨ªn y a La Naci¨®n, dos de los m¨¢s importantes diarios de habla espa?ola, bajo acoso desde hace meses. Por supuesto, la publicidad oficial les es restringida al m¨ªnimo y reorientada groseramente a favor de medios oficialistas, pero ahora la ofensiva apunta a la disposici¨®n del papel, que por ley ser¨¢ manejado por el Gobierno en su importaci¨®n, producci¨®n y comercializaci¨®n.
Hoy La Naci¨®n sufre un embargo gen¨¦rico de sus bienes por un impuesto que no debe, seg¨²n sentencia judicial, ejecutoriada. Y Clar¨ªn, que ya fuera allanado varias veces, adolece ahora la intervenci¨®n de su principal medio de televisi¨®n, Cablevisi¨®n, empresa con m¨¢s de tres millones de abonados y 9.300 funcionarios, que es acusada de monopolio pese a que solo es el 47% de ese mercado y el 23% del de Internet.
Dos hijos adoptivos de la principal accionista de Clar¨ªn, viuda de su fundador, fueron denunciados como fruto de un presunto secuestro de desaparecidos durante la dictadura y sometidos a un acoso moral aberrante. Hasta su madre fue denunciada por complicidad en el secuestro. Luego de largos meses de batalla judicial los ADN definitivamente descartaron la cruel acusaci¨®n.
Los hechos hablan por s¨ª solos. Desgraciadamente, la bonanza econ¨®mica ha oxigenado esta irrupci¨®n populista, que con medios financieros ilimitados va instaurando solapados autoritarismos, sombr¨ªa amenaza detr¨¢s del relumbr¨®n de los aumentos del PIB y de los n¨²meros superavitarios. Gobiernos que se autoerigen en defensores de los derechos humanos, en su nombre violan abiertamente -aqu¨ª y ahora- el de la libertad de expresi¨®n, ¨²nico garante de todos los dem¨¢s.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti fue presidente de Uruguay y, actualmente, es abogado y periodista.
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