La crisis atenaza al Partido Republicano
Los sondeos reflejan una gran desconfianza hacia todos los rostros conservadores - Los candidatos dan una imagen del movimiento de aventurerismo y marginalidad
La enorme presencia de periodistas en New Hampshire y la exagerada cobertura en la televisi¨®n no pueden ocultar el desinter¨¦s general del p¨²blico hacia unas elecciones primarias que resaltan m¨¢s las carencias, la crisis del conservadurismo norteamericano en la actualidad, que sus virtudes. Un 58% de los votantes, seg¨²n una encuesta de CBS, considera que ninguno de los candidatos que compiten despierta sus simpat¨ªas o representa sus intereses, un 12% m¨¢s que hace tres meses, lo que demuestra que la campa?a solo est¨¢ sirviendo para introducir m¨¢s dudas.
Es una crisis que afecta a las ideas, la pr¨¢ctica y la organizaci¨®n del Partido Republicano, y que se refleja claramente en las figuras que actualmente compiten por la candidatura presidencial. Eso no anula por completo sus posibilidades de ganar elecciones, incluso la del pr¨®ximo mes noviembre, sobre todo porque sigue disponiendo de un arma muy poderosa en la pol¨ªtica norteamericana: la de ser el partido que resiste al crecimiento del Estado. Pero s¨ª lo est¨¢ separando del p¨²blico y le est¨¢ dando a todo el movimiento conservador una imagen de marginalidad y aventurerismo.
Los conservadores han renunciado a todo espacio de moderaci¨®n
"El Partido Republicano es impopular y a veces embarazoso", afirma el columnista conservador David Brooks. George Will, otro influyente comentarista de derechas, ha advertido que "el nominado (republicano) puede surgir muy disminuido por un proceso repleto de candidatos negligentes y delirantes en quienes la mayor¨ªa de los ciudadanos no dejar¨ªan la responsabilidad de una tienda de refrescos, mucho menos de las armas nucleares".
La crisis del conservadurismo es, en todo caso, una crisis enga?osa, m¨¢s relacionada con la falta de liderazgo y con una cierta confusi¨®n de propuestas en el momento actual que con la llegada de un cambio de ciclo. El n¨²mero de norteamericanos que se definen como conservadores todav¨ªa casi dobla a los que se definen de izquierdas. El ciclo conservador, que se inici¨® con Ronald Reagan y que se vio interrumpido por la presidencia de Bill Clinton (que gobern¨® como un "nuevo dem¨®crata", como una alternativa conservadora al progresismo tradicional), no ha concluido todav¨ªa. La victoria electoral en 2008 de Barack Obama, que gan¨® en nueve estados que hab¨ªan votado tradicionalmente republicano, hizo pensar en el nacimiento de una nueva era dem¨®crata. Pero esa victoria se vio inmediatamente sucedida por el surgimiento del Tea Party, que insufl¨® energ¨ªas renovadas a las estructuras del partido y lo llev¨® a un gran triunfo en las legislativas de 2010.
Ese triunfo no se ha visto, sin embargo, sucedido por una gran actuaci¨®n de los republicanos en el Congreso ni fue suficiente para crear una buena plataforma de cara a las elecciones presidenciales. El Tea Party, en cierta manera, aport¨® energ¨ªa pero enterr¨® ideas. Al margen de oponerse a Obama y bloquear cualquier alternativa que surgiera del presidente, los conservadores no han tenido nada que ofrecer al pa¨ªs. Simplemente se han parapetado contra cualquier concepto de modernidad y progreso, los que les ha dejado en una posici¨®n bastante exc¨¦ntrica, negando el cambio clim¨¢tico, oponi¨¦ndose al matrimonio homosexual (que respalda ya la mayor¨ªa de la poblaci¨®n), tratando de dar marcha atr¨¢s en el aborto o discutiendo avances esenciales de la ciencia, como el uso de las c¨¦lulas madre o la teor¨ªa de la evoluci¨®n.
Su pol¨ªtica econ¨®mica, que siempre ha sido un terreno de dominio conservador, tampoco consigue conectar plenamente con los votantes. La obsesi¨®n conservadora contra cualquier subida de impuestos bajo cualquier condici¨®n, hace todas sus propuestas econ¨®micas irrealistas. Ni siquiera su pol¨ªtica de seguridad, un asunto que siempre ha sido la raz¨®n de ser del republicanismo, es un factor a favor de la derecha, que est¨¢ invadida por propuestas aislacionistas (Ron Paul) o de crudo enfrentamiento con el resto de la humanidad (Rick Santorum).
Los conservadores han renunciado a todo espacio de moderaci¨®n. La moderaci¨®n, que siempre es considerada una virtud en pol¨ªtica, aunque sea de forma hip¨®crita, se castiga como un grave pecado en esta campa?a presidencial republicana. Las figuras moderadas del partido, como John Boehner o John McCain, est¨¢n condenadas al ostracismo o al silencio. Eso ha creado, al mismo tiempo, un gran abismo entre la direcci¨®n republicana -o sus principales figuras en el Congreso- y las bases, que desprecian a sus l¨ªderes y quieren actuar por su cuenta. De ah¨ª las dificultades de Mitt Romney para obtener apoyo.
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