Saramago y los hombres malos
Al final vas a llevar raz¨®n, Jos¨¦. Va a ser verdad que el ser humano es d¨¦bil y desvalido; una materia oscura que recurre a la crueldad para afirmarse, un animal al que le cuesta aprender y que no conoce la palabra agradecimiento.
Ya s¨¦ que en tu pensamiento esa valoraci¨®n tan pesimista del ser humano era, precisamente, la raz¨®n por la que valorabas en grado sumo la dignidad, el hecho de alzarse contra la injusticia y tomar la palabra para denunciarla. Tambi¨¦n por eso considerabas como el peor de los vicios el silencio del hombre corriente ante las tropel¨ªas y las mentiras.
Al leer la informaci¨®n elaborada con todo cuidado por el periodista Fernando Valverde sobre el final de la Fundaci¨®n Jos¨¦ Saramago de Castril, se me ha venido a la mente uno de los finales m¨¢s tristes de nuestro cine: el del maestro de La lengua de las mariposas insultado por una multitud asustada entre la que destacaba el grito agudo de su alumno favorito.
La uni¨®n de Jos¨¦ con el pueblo de Castril es una historia de amor. El deseo de emparentar con lo que tu amante ha vivido, formar parte de sus recuerdos, habitar la casa y el paisaje de esa familia grande y c¨¢lida de Pilar. Sin ella el maestro jam¨¢s hubiese conocido esta localidad, ni se hubiese volcado en colaborar con sus gentes, con su cultura ni con su proyecci¨®n.
Nadie exige a los escritores que sean buenos, ni generosos, ni ¨ªntegros. Pero Jos¨¦ Saramago lo era en grado sumo. Tampoco se puede exigir que el marido o la esposa de un premio Nobel sea un modelo de amor sin l¨ªmites y de altruismo, pero Pilar lo es. Los que los conocimos, tenemos que controlar nuestra indignaci¨®n para explicar c¨®mo acud¨ªan gratis al sitio m¨¢s modesto, a la cita m¨¢s inoportuna, derrochando su escaso tiempo y c¨®mo se saltaban diariamente la fr¨¢gil muralla que sus amigos levantaban para protegerlos.
Sin embargo, un diputado provincial del PP ha denigrado, ridiculizado y sometido a escarnio p¨²blico a Jos¨¦ Saramago y a Pilar del R¨ªo, o al menos eso ha pretendido. En Castril, el pueblo al que dedicaron tantos desvelos, algunas malas personas insultan a los antiguos gestores de la fundaci¨®n. Han borrado el legado del maestro y las actividades culturales de alto nivel y los encuentros internacionales han sido sustituidos por la actuaci¨®n de El Koala. Lo m¨¢s doloroso es que la mayor¨ªa del pueblo calla.
Tambi¨¦n guarda silencio la Universidad de Granada, que fue la que ofreci¨®, por su propia decisi¨®n, un c¨®ctel para celebrar la creaci¨®n de la C¨¢tedra Jos¨¦ Saramago y no ning¨²n convite de boda. Un silencio que se acumula a otros sobre Luis Garc¨ªa Montero o sobre las tropel¨ªas culturales que se perpetran en la ciudad. Y me pregunto qu¨¦ ocurre en Granada, en nuestra Granada; si acaso es verdad la leyenda de su entra?a oscura, de la envidia acumulada, de su tendencia a la destrucci¨®n de los artistas y personajes que la habitan.
Dicen que el diputado del PP ha buscado su minuto de gloria arrojando esta pedrada sobre la figura de Jos¨¦ Saramago. Yo creo que no ha sido este su objetivo principal, que sus verdaderas intenciones superan una aparici¨®n fugaz en los medios de comunicaci¨®n. Lo que siente este aprendiz de brujo es un impulso ancestral de derribar los mitos, las figuras grandes y generosas especialmente si pertenecen a la cultura de la izquierda social. Defienden una curiosa igualdad en la maldad y se sienten tremendamente irritados por los que a¨²n estando arriba muestran un generoso compromiso con los de abajo. Por eso, desde tiempos inmemoriales, se han esforzado en desacreditar, eliminar o silenciar a todo intelectual o artista que mantuviese un discurso ¨¦tico y un compromiso con los desfavorecidos. Se trata de derribar, uno por uno, los referentes intelectuales de la izquierda y encanallarnos a todos con su viscoso discurso. Llevas raz¨®n, Jos¨¦, a veces este mundo es p¨¦simo.
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