El rinc¨®n abierto
Una de las bibliotecas m¨¢s agradables de ver y de habitar es sin duda la de H¨¦ctor Abad Faciolince. Tiene unos siete mil libros bien seleccionados, que en parte son herencia de su padre, H¨¦ctor Abad G¨®mez, el conocido m¨¦dico y fil¨¢ntropo antioque?o, pero que en gran medida son el producto de los afanes de un lector plural. Ocupan toda la casa, desde el hall hasta las habitaciones y el comedor, altern¨¢ndose con cuadros, fotograf¨ªas y diversos objetos que hablan de la cultura y sensibilidad de otros pueblos. De modo que no hay una biblioteca que sea un lugar aparte, y ni siquiera su estudio es un rinc¨®n aparte de la biblioteca. Casa, biblioteca y estudio son la misma cosa, el mismo estado de ¨¢nimo.
El escritor confes¨® alguna vez que una de las razones por las cuales siempre vuelve a su tierra, y concretamente a Medell¨ªn, es porque no puede vivir sin las monta?as de Antioquia. Ciertamente, ellas son otro elemento de su vida cotidiana, pues est¨¢n en la casa y en el estudio a todas horas a trav¨¦s de amplias cristaleras. Y no s¨®lo las monta?as: el viento, el sereno y las voces y los silencios de la noche antioque?a tambi¨¦n se quedan a dormir a veces en el estudio y en el amplio sal¨®n contiguo.
Esta condici¨®n abierta de su esp¨ªritu y de sus sentidos rige toda su escritura, donde la vida, los sentimientos, las emociones y las ideas se abren en una elegante ¨¦pica de la cotidianidad. Tal vez todo provenga del hecho de que, como ¨¦l dice, padece de "v¨¦rtigo po¨¦tico" (es un lector y hacedor de versos desde los doce a?os), que es el v¨¦rtigo a la nada, al hecho ineluctable de convertirnos en "humo, en viento, en nada". Esta po¨¦tica del olvido es la que subyace en su libro m¨¢s le¨ªdo y aplaudido, El olvido que seremos. Y, c¨®mo no, en Testamento involuntario, que es su ¨²ltima obra publicada y su primer libro de poemas.
Lo encontramos muy afanado en su correcci¨®n para entreg¨¢rselo al editor antes de marchar a un viaje de una semana a la selva amaz¨®nica colombiana. "El t¨ªtulo es porque pienso que fatalmente la poes¨ªa es la tentaci¨®n del abismo, sufro de v¨¦rtigo po¨¦tico. Y ahora que voy a viajar a la selva tengo muy presente eso". El libro est¨¢ dedicado a su mejor amigo, Daniel Echavarr¨ªa, un insomne que se suicid¨® a los diecis¨¦is a?os y con quien escribi¨® poemas desde los doce. En cambio, su ¨²ltima novela, Antepasados futuros, que termin¨® el a?o pasado en un retiro cerca de Florencia, s¨®lo ser¨¢ publicada p¨®stumamente. Dice que susceptibilidades familiares por parte de su exmujer as¨ª lo han determinado.
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