Elena Figueras, agitadora de la movida
Muy querida por periodistas, editores y escritores gracias a su paso por varias editoriales como jefa de prensa, Elena Figueras, fallecida el viernes, hizo muchas cosas y todas las hizo bien y a su manera. Se invent¨® y reinvent¨® mil veces, pero siempre manteniendo su autenticidad, su alegr¨ªa, su intuici¨®n y su perspicaz inteligencia. Personaje inconfundible de la movida madrile?a, sin ella, sin tantos desaparecidos prematuramente, no se entiende lo que fueron los a?os de la Sala Sol, los que vivi¨® junto a su inseparable -reci¨¦n fallecido tambi¨¦n- Antonio Gast¨®n.
Sin darse nunca importancia nos contaba, siempre entre risas, sus cameos en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del mont¨®n, de Pedro Almod¨®var, en Sexo oral, de Chus Guti¨¦rrez, o en Chatarra, de su "adorado" F¨¦lix Rotaeta. Junto a Carmen Maura, se oxigen¨® en Par¨ªs, donde ejerci¨® como asistente personal de la actriz para luego recalar en el mundo de la moda al trabajar para Syibila. En la Escuela de Letras coincidi¨® con el editor Constantino B¨¦rtolo, y de su mano aterriz¨®, como un aut¨¦ntico torbellino, en la editorial Debate, que dirig¨ªa Angel Luc¨ªa, y en Plaza & Jan¨¦s, donde coincidimos. Para sus compa?eros trabajar con ella supon¨ªa darle un pu?etazo al est¨®mago de la rutina, era una lecci¨®n diaria ver c¨®mo pon¨ªa la misma intensidad en apoyar a j¨®venes autores que en promocionar a Argui?ano, el best seller del Papa, las memorias de Vilallonga o a un cl¨¢sico como su venerado Stephen Szweig.
A?os despu¨¦s, Enrique de Polanco la llam¨® para impulsar Punto de Lectura y El Tercer Nombre y juntos organizaron promociones, vernissages y divertidos caterings. Y es que Elena, aparte de todo, fue una formidable cocinera que public¨®, con gran ¨¦xito, dos libros de recetas "bonitas y baratas" que le sirvieron, c¨®mo no, para desplegar sus encantos en los medios de comunicaci¨®n. Tampoco era dif¨ªcil: hab¨ªa sido tan generosa con todos los periodistas que estos la apoyaron desde el primer momento en su faceta de autora.
Era capaz de meterse en el bolsillo tanto al ¨²ltimo canalla como a directores de peri¨®dico o jueces estrella. Gracias a ella conocimos a taxistas, porteros, camareros, emigrantes sin papeles o curas raros. Pero, tambi¨¦n, a psicoanalistas, arquitectos y abogados, todos ellos, eso s¨ª, "los mejores de Madrid". Era tan amiga de sus amigos, nos quer¨ªa tanto, que Carlos Vega era siempre "el mejor arquitecto", Amaya Aznar "la mejor fot¨®grafa", Bel¨¦n Gopegui la "mejor escritora" y yo, por supuesto, "el mejor editor". Era exagerada y excesiva en todo, pero qu¨¦ lujo que haya gente as¨ª, qu¨¦ privilegio aprender del "agudo sentido de la libertad" y de la generosidad sin l¨ªmites de personas como ella.
Y tras cuidar con mimo hasta el ¨²ltimo d¨ªa a su "adorado" Antonio Gast¨®n, lleg¨® la pen¨²ltima reinvenci¨®n: la terrible pirueta de luchar, tan joven, contra la leucemia. Se convirti¨®, claro, en la reina de la novena planta de la Jim¨¦nez D¨ªaz, donde todo el personal sanitario disfrut¨® de su en¨¦rgico coraje. En estos ¨²ltimos meses le han acompa?ado su querido Thomas, muchos amigos y, especialmente, el est¨ªmulo de escribir -toma pirueta- su novela autobiogr¨¢fica Cre¨ªamos que tambi¨¦n era mentira. Rodeados como estamos de escritores que carecen de vivencias, todos sab¨ªamos que si alguien ten¨ªa que relatar su vida era ella. Y as¨ª ha sido: nos ha regalado una novela que, como me dec¨ªa su editor B¨¦rtolo, habla, con sabia inteligencia, del "hado tr¨¢gico de una generaci¨®n". Pirueta a pirueta, hemos cerrado el c¨ªrculo, querida Elena. Y ya sabes que en la portada del libro se pondr¨¢ una preciosa foto tuya, c¨®mo no, con Antonio. Los dos, juntos en todas las librer¨ªas; los dos, juntos, en la Dehesa de la Villa. Sin m¨¢s piruetas ya.
David Tr¨ªas es editor.
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