Espa?a en Europa
Rajoy dispone de muy buenas bazas para aumentar la influencia espa?ola en la Uni¨®n
Mariano Rajoy dispone hoy de muy buenas bazas para aumentar sustancialmente el peso e influencia de Espa?a en la Uni¨®n Europea. Entre ellas, destacan la continuidad de la orientaci¨®n estrat¨¦gica (alineamiento con la locomotora franco-alemana); la persistencia y eventual mejora en el saneamiento de las finanzas p¨²blicas; el cr¨¦dito intangible pero cierto de encabezar un pa¨ªs que cumple sus compromisos -como el plasmado en la reforma constitucional del pasado oto?o- y la propia expectativa que despierta todo nuevo Gobierno, cuyo primer paquete econ¨®mico, independientemente de su debate interno, ha sido internacionalmente bien recibido. Dilapidar tal expectativa ser¨ªa suicida. Aunque insistir en el acto de fe, como hizo ayer, realizando afirmaciones huecas y gen¨¦ricas de que su Gobierno sabe c¨®mo generar empleo y controlar el d¨¦ficit puede terminar pas¨¢ndole factura tambi¨¦n en el exterior.
Pero Rajoy sigue teniendo todav¨ªa todo a su favor en la UE. No solo carece del sesgo euroesc¨¦ptico de tinte anglosaj¨®n que caracteriz¨® a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, sino que ha colocado en Exteriores a un equipo fervientemente europe¨ªsta. Y ha hecho ya una clara elecci¨®n de complicidad con Par¨ªs y Berl¨ªn, en vez de las alianzas tan ef¨ªmeras como tambaleantes que persegu¨ªa el anterior jefe de Gobierno del PP. Es lo sensato, por m¨¢s que tambi¨¦n sea l¨®gico contribuir a hacer m¨¢s plural la iniciativa pol¨ªtica, completando esa especial relaci¨®n con otras decisivas: con la Comisi¨®n y las otras instituciones comunitarias, con la emergente Italia de Mario Monti y con una Polonia -tan similar a Espa?a en muchos par¨¢metros- in¨¦ditamente europe¨ªsta, entre otras opciones.
La discusi¨®n sobre si Espa?a debe o no incorporarse al presunto directorio formado por Merkel, Sarkozy y Monti resulta de momento un tanto simple. Es cierto que las reuniones entre los dirigentes de las tres primeras econom¨ªas de la eurozona se iniciaron como f¨®rmula de apoyo visible al tecn¨®crata Monti en su pugna por sacar a Italia de la zona de peligro, de la que Espa?a debe tratar siempre de disociarse. Pero tambi¨¦n que su mesura y capacitaci¨®n en pol¨ªtica econ¨®mica y europea est¨¢ dot¨¢ndolas tambi¨¦n de una cierta retroalimentaci¨®n: es Monti, en algunos asuntos, quien mejora la calidad de la imagen de sus dos interlocutores.
De modo que habr¨¢ que explorar la mejor f¨®rmula -sin desde?ar ninguna- para que Espa?a influya mejor en Europa. No solo en favor de sus intereses directos inmediatos, sino en el relanzamiento general de la UE, porque este es el primer y principal inter¨¦s de Espa?a.
Ahora se presenta una oportunidad de oro, el debate del Tratado de Estabilidad, cuyo limitado alcance, circunscrito a la pol¨ªtica de ajuste, exigir¨ªa enriquecerlo con contrapartidas a quienes realizar¨¢n m¨¢s esfuerzo para garantizarlo. Y mediante una pol¨ªtica de est¨ªmulo selectivo a la demanda que disuelva el horizonte recesivo. Conviene no perderla.
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