De compras en domingo
El pasado domingo se vivi¨® en Bilbao una situaci¨®n tensa y desagradable. Me refiero a las manifestaciones de protesta ante los comerciantes que hicieron uso de su derecho a abrir y ante los compradores que decidieron utilizar la posibilidad de efectuar compras en festivo.
Sorprende que la regulaci¨®n de los horarios para el comercio minorista haya sido y siga siendo objeto de tanta pol¨¦mica y sorprende, tambi¨¦n, que algunos sindicatos est¨¦n dispuestos a plantear una protesta con tanta acritud en la calle. No tengo nada que a?adir a lo que ya se ha dicho acerca de esta actitud; prefiero aproximar el foco del an¨¢lisis a las diversas facetas que han tenido que ser tenidas en cuenta a lo largo de los a?os en los que la discusi¨®n sobre esta cuesti¨®n se ha mantenido viva.
El debate podr¨ªa comenzar con una primera pregunta. ?Por qu¨¦ se pens¨®, hace tiempo y pr¨¢cticamente en todo el mundo, que era necesario regular las horas de apertura del comercio minorista? La imposici¨®n de restricciones ha estado basada en numerosas razones. Proteger a los peque?os comercios de la competencia de las grandes superficies, reducir la necesidad de los empleados del comercio de trabajar en lo que podr¨ªa denominarse el "horario de trabajo no tradicional" o el mantenimiento de las tradiciones religiosas que exigen el descanso en festivos son algunas de ellas. Estos argumentos se siguen utilizando, en mayor o menor grado, aun cuando la estructura del comercio es hoy diferente a la que exist¨ªa cuando se introdujeron las restricciones. Los cambios experimentados son numerosos y es dif¨ªcil tener una respuesta contundente a todos y cada uno de los interrogantes que la apertura en domingos plantea.
Saber si liberalizar merece o no la pena exige conocer, por ejemplo, los efectos que tiene la regulaci¨®n horaria sobre los costes, los precios o los m¨¢rgenes de los comerciantes. Exige tener una estimaci¨®n acerca de cu¨¢ntas nuevas tiendas abrir¨ªan los domingos si tuvieran libertad para hacerlo as¨ª como los sectores a los que pertenecen y es tambi¨¦n obligado determinar si las restricciones de apertura los domingos son o no beneficiosas para los consumidores. Por ¨²ltimo, resulta ineludible aproximarse a determinar los efectos generados sobre otras actividades de la ciudad y sobre el empleo en el sector.
Como es previsible, hay variedad de respuestas a los interrogantes porque no es lo mismo liberalizar en grandes ciudades, aeropuertos, estaciones de autob¨²s o de ferrocarril que hacerlo en pueblos peque?os. Tampoco es igual hacerlo cuando los comerciantes son todos locales que cuando hay franquicias internacionales. Y, sin lugar a dudas, los incentivos a tomar una decisi¨®n a favor de la apertura de los comercios los festivos ser¨¢n diferentes en zonas urbanas cercanas a fronteras de otros pa¨ªses/regiones que ya han liberalizado que hacerlo en zonas del interior. Sin olvidar la relevancia de la diferencia entre zonas tur¨ªsticas versus no tur¨ªsticas.
Estos factores explican por qu¨¦ incluso en el contexto europeo no existe una respuesta com¨²n a la regulaci¨®n del sector comercial minorista y explica otro hecho m¨¢s. La raz¨®n por la cual los movimientos hacia la liberalizaci¨®n de horarios son, normalmente, graduales.
Europa, todav¨ªa hoy, est¨¢ dividida en torno a la bondad del Sunday Shopping (compras en domingo). Hay pa¨ªses que permiten abrir todos los domingos (Suecia, Finlandia, Reino Unido, Irlanda...), pa¨ªses europeos que permiten abrir todos los domingos pero s¨®lo en ciertos tipos de lugares (ciudades declaradas tur¨ªsticas, capitales, grandes ciudades) y lugares como Espa?a donde la apertura en domingo var¨ªa entre comunidades aut¨®nomas. La costa mediterr¨¢nea o el centro de Madrid tienen mayor libertad de apertura.
La divisi¨®n de opiniones est¨¢ relacionada con las diferencias que se producen entre los efectos a corto y a largo plazo de la medida as¨ª como con la posibilidad de que las consecuencias sobre ciertos comercios no se correspondan con los del conjunto del sector. Sufrir los costes de la liberalizaci¨®n en el presente para recibir los beneficios ma?ana puede o no convencer dependiendo de las preferencias de los comerciantes o del ciclo vital en el que se encuentren. Y, desde luego, aunque el conjunto del sector pueda verse beneficiado, la posibilidad de que existan comerciantes individuales que vean peligrar su negocio como consecuencia de la medida dificulta su puesta en pr¨¢ctica aun cuando la din¨¢mica del sector implique que, en total, el n¨²mero de establecimientos comerciales vaya a aumentar.
La tendencia m¨¢s general apoya la concesi¨®n de permisos para que los comerciantes que lo deseen puedan abrir su negocio en domingo. Los beneficios globales parecen superar a los costes en los que puede incurrirse. M¨¢xime si la medida se toma en una ciudad como Bilbao que lleva a?os trabajando por transformarse en un centro atractivo no s¨®lo para los residentes sino tambi¨¦n para los visitantes y turistas y m¨¢xime cuando lo que se ha aprobado es un movimiento gradual. En Bilbao se ha permitido la apertura de los comercios no todos los domingos, ni siquiera un domingo al mes, sino seis domingos al a?o. Puede ser el comienzo de una tendencia hacia una mayor liberalizaci¨®n, pensar¨¢n algunos. Y probablemente lo sea si la medida resulta beneficiosa para la mayor¨ªa.
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