?El Bar?a contra Catalu?a?
Hasta los que no entendemos mucho de futbol disfrutamos del juego creativo, complejo e imprevisible del Bar?a. Tambi¨¦n de las ruedas de prensa de Guardiola, con subordinadas y razonamientos plausibles que nos alejan del tufo rancio que se supon¨ªa que deb¨ªan emanar jugadores y entrenadores, el grito, el t¨®pico y el brandy barato y racial. No s¨¦ si Guardiola inventar¨¢ el 2.0, pero lo que s¨ª es seguro es que se agradece tanto el estilo del f¨²tbol como la exposici¨®n ordenada y sin apenas ret¨®rica. Durar¨¢ lo que dure, pero nadie podr¨¢ decir que no pas¨®, juego y argumentos, orden y aventura si lo prefieren. El Bar?a juega con el bal¨®n mientras los dem¨¢s intentan seguir sus pases, se va de su campo y ocupa el del contrario para dejarle sin espacios. Al fin, se celebran hasta los goles que el adversario mete en propia puerta.
No digo que el contrincante de Catalu?a sea el Bar?a, sino que este es la ant¨ªtesis del pa¨ªs
En los d¨ªas de partido el ambiente en el bar que frecuento es notable y es uno de los mejores term¨®metros para indagar qu¨¦ le sucede al pa¨ªs. La hinchada cul¨¦ ha dejado para tiempos peores el pesimismo existencial y con un arrojo ins¨®lito, se pide el Madrid en las finales. La paradoja es que da la sensaci¨®n de que esa misma gente habla del pa¨ªs como de los contrincantes del Bar?a y lo peor es que no les falta raz¨®n.
Catalu?a juega desde hace tiempo en ese campo contrario. Puede que el f¨²tbol y la pol¨ªtica sigan yendo de la mano, pero por ahora lo que se ve es que los resultados divergen m¨¢s que convergen, y a buen entendedor, etc¨¦tera. El d¨ªa que se le concedi¨® la Medalla de Oro del Parlament a Guardiola las comparaciones eran insoportables. Catalu?a se encierra en el ¨¢rea obligada por acontecimientos de todo tipo y se asemeja a esos rivales que no saben por d¨®nde puede venir la siguiente jugada de la delantera azulgrana. No digo que el contrincante de Catalu?a sea el Bar?a, sino que este es la ant¨ªtesis del pa¨ªs. No es que los rivales muestren un juego vistoso y elegante, no, todo lo contrario, pero se valen de todo lo que tienen a su alcance para poder dejar sin aliento al pa¨ªs.
Si en alg¨²n momento parece que puede recuperar algo de terreno, todo vale para volver al punto de partida. Si se dice que se aprueba el corredor mediterr¨¢neo, cualquier decisi¨®n de ¨²ltima hora parece que modifica el trazado o su ejecuci¨®n. Se cuestiona cualquier acci¨®n exterior de la Generalitat cuando todos sabemos que hay embajadas y consulados espa?oles cuya acci¨®n no solo es inexistente, sino que queda en entredicho en muchas de las ocasiones que es necesaria. No solo jugamos en campo contrario, sino que el reglamento estatutario var¨ªa en funci¨®n de los intereses del rival. Se firma un fondo de competitividad sobre papel mojado y uno llega a creer que no hay papel que no se pueda deshacer en las manos y los espacios se reducen m¨¢s y m¨¢s, y al final no hay dinero con el que pagar las n¨®minas y los goles acaban entrando en propia puerta, como el de la retenci¨®n del IRPF de la parte de esas n¨®minas que no hab¨ªan sido pagadas. Parece que juguemos con lesionados, con gente cansada despu¨¦s de tantos y tantos partidos, que el terreno est¨¢ en muy mal estado y que cada vez hay menos que ganar en esta liga.
El bar se sigue llenando, uno se entera de las dificultades de aquella f¨¢brica por seguir con la producci¨®n, de la realidad crediticia o de los verdaderos ¨ªndices de precios y de consumo. Y de la caja de pan, amor y fantas¨ªa que ni esos partidos llenan. Nada que ver con la de hace unos a?os. "?Qu¨¦ vas a hacer?", me dice la due?a. "Solo faltar¨ªa que, adem¨¢s, perdi¨¦semos". Pues no s¨¦, no s¨¦ si ganamos mucho, poco o nada. Gol.
Francesc Ser¨¦s es escritor
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