Fraga amanec¨ªa m¨¢s temprano
Estar¨¢n ya formados los gaiteiros en la plaza del Obradorio esperando para tributar la m¨¢s sentida despedida f¨²nebre, como estuvieron ya otra vez, innumerables, cuando su entronizaci¨®n en la presidencia del la Xunta de Galicia. La capilla ardiente se instalar¨¢ con esplendor nunca visto y por ella pasar¨¢ el Gobierno, las Autonom¨ªas, los Ayuntamientos y otras representaciones institucionales. Adem¨¢s del grande acompa?amiento popular, propio de las ocasiones excepcionales. Veremos personas de toda clase y condici¨®n guardando la fila, sin importarles las horas que deban permanecer en pie esperando turno, cualquiera que sea la circunstancia, bonacible o adversa, que el azar meteorol¨®gico depare, para rendir el ¨²ltimo tributo al cad¨¢ver del pr¨®cer. Manuel Fraga Iribarne s¨®lo se ha apagado despu¨¦s de ver triunfante al Partido Popular con Mariano Rajoy instalado en Moncloa, una circunstancia que multiplicar¨¢ la solemnidad de su entierro en su querida Galicia natal.
Los Fraga, como escribe Joseph Roth de los Trota en su novela La marcha Radetzky, no eran de antiguo linaje. Buscaron mejor fortuna durante unos breves a?os de emigrantes en Cuba. Estuvieron de regreso en 1928 a tiempo de que el padre de Manuel fuera alcalde de Villalba (Lugo) durante la dictadura del general Primo de Rivera. Luego, concluida la guerra civil, Manuel Fraga fue un buen ejemplo de la meritocracia que el r¨¦gimen del Movimiento Nacional gustaba de exhibir como uno de sus mejores argumentos, confirmaci¨®n del principio de igualdad de oportunidades, abierto a la incorporaci¨®n de las capacidades y los talentos, sin hacer acepci¨®n de clase social, ni privilegiar por la relevancia de los or¨ªgenes familiares. Los jerarcas de entonces, todav¨ªa con la camisa azul y el correaje de FET y de las JONS, estaban instalados en la celebraci¨®n de la victoria sin magnanimidad, se prodigaban en m¨²ltiples tareas, promov¨ªan la adhesi¨®n inquebrantable, graduaban la represi¨®n, buscaban un acomodo en la escena internacional -mediante las bases cedidas a los americanos y el Concordato firmado con el Vaticano en prenda del nacional catolicismo- y sosten¨ªan la memoria imborrable del alineamiento en la guerra civil. Pero necesitaban candidatos a las Academias Militares, a los Altos Cuerpos del Estado o a las C¨¢tedras universitarias.
Por ah¨ª se abri¨® camino Manuel Fraga Iribarne, n¨²mero uno en las oposiciones al Cuerpo de Letrados de Cortes en 1945, n¨²mero uno tambi¨¦n en las de ingreso en la carrera diplom¨¢tica en 1947 y catedr¨¢tico de Derecho Pol¨ªtico de Valencia en 1948 y de Madrid en 1953. Se dej¨® querer primero por el ministro de Educaci¨®n Joaqu¨ªn Ruiz Jim¨¦nez, que ven¨ªa de los cat¨®licos propagandistas que alternaban el colaboracionismo y la cr¨ªtica constructiva con la apuesta por ideas de "mano tendida", consideradas inaceptables tras los disturbios de 1956, cuando la Universidad Complutense asumi¨® el papel de banco de pruebas de la pol¨ªtica. Pero la destituci¨®n fulminante de su ministro Ruiz Jim¨¦nez no le llev¨® a las tinieblas exteriores sino a la jurisdicci¨®n de otro ministro, el del Movimiento Jos¨¦ Sol¨ªs como Delegado Nacional de Asociaciones. Despu¨¦s al Instituto de Estudios Pol¨ªticos y en 1962 al Gobierno como titular del departamento de Informaci¨®n y Turismo. Se entreg¨®, con las peculiares maneras que le granjearon la denominaci¨®n de "animal pol¨ªtico", a la promoci¨®n del turismo a la multiplicaci¨®n de la red de Paradores y a construirse una imagen personal con la utilizaci¨®n de su servicio de la radio televisi¨®n espa?ola que estaba bajo su control. Entre sus p¨¢ginas negras, el intento de justificaci¨®n del ajusticiamiento de Juli¨¢n Grimau o la pol¨¦mica con Jos¨¦ Bergam¨ªn cuando la huelga minera de Asturias.
En enero de 1966 mantuvo enga?ados a los espa?oles sobre las bombas nucleares que hab¨ªan ca¨ªdo sobre Palomares (Almer¨ªa) al colisionar un bombardeo americano B-52 con un avi¨®n nodriza K-135 durante una operaci¨®n de reabastecimiento en vuelo. Mantuvo el disimulo con la escena del ba?o en compa?¨ªa del embajador americano, pero ah¨ª siguen a¨²n las consecuencias sin resolverse. Meses despu¨¦s propici¨® la Ley de Prensa e Imprenta, que reemplazaba a otra dictada en plena guerra a la altura de 1938 por el cu?ad¨ªsimo y ministro del Interior, Ram¨®n Serrano S¨²?er. La Ley Fraga, proclamaba la libertad en el art¨ªculo primero y trataba de disuadir de su ejercicio en el art¨ªculo segundo, mediante una panoplia de sanciones que se reservaba el ministerio con efectos inmediatos. Terminaba la censura previa, pero se establec¨ªa la consulta voluntaria y empezaba el dep¨®sito previo de los ejemplares cuya incautaci¨®n pod¨ªa disponerse. Se extingu¨ªan las consignas por las que hasta entonces se obligaba a escribir en determinada direcci¨®n pero las presiones segu¨ªan y quienes las desoyeran pod¨ªan recibir castigos irreparables.
El ministro Fraga se consideraba el administrador ¨²nico de la libertad de Prensa. Era ¨¦l, con su superior conocimiento, qui¨¦n fijaba los m¨¢rgenes que nos conven¨ªan en cada momento. Y cuando, por ejemplo, el diario "Madrid" public¨® el 30 de mayo de 1968 un art¨ªculo titulado "No al General De Gaulle", Fraga entendi¨® que se refer¨ªa a Franco y propuso al Consejo de Ministros el cierre del peri¨®dico por dos meses que despu¨¦s se prorrogaron a cuatro. Eran medidas ejemplares que hac¨ªan cundir el p¨¢nico. Con los corresponsales extranjeros tambi¨¦n se emple¨® a fondo al de Figaro, Guilleme Burl¨®n, lo expuls¨® manu militari y sobre otros como el de Monde, Jos¨¦ Antonio Novais, promovi¨® inicuas campa?as denigratorias. La explotaci¨®n en el diario Abc de las anotaciones del diario personal de Enrique Ruano Casanova, que promovi¨® el ministro Fraga, es otro de sus peores momentos.
Entre tanto, Franco hab¨ªa incorporado otro componente, el de los tecn¨®cratas del Opus, a los que ven¨ªa utilizando para la alquimia de sus Gobiernos. Eran nuevos competidores que se sumaban a los militares, falangistas, tradicionalistas descoloridos, cat¨®licos colaboracionistas y mon¨¢rquicos sin prisas. Fraga les vio peligro y manej¨® los problemas de Vil¨¢ Reyes, cercano a los tecn¨®cratas, en Matesa -el telar sin lanzadera y sin telar- hasta romper la sordina del r¨¦gimen en asuntos de esta naturaleza y generar un gran esc¨¢ndalo, que termin¨® en 1969 con un nuevo gobierno del que Fraga qued¨® ausente. Fraga ocup¨® entonces la presidencia de Cervezas "El ?guila" y volvi¨® a la c¨¢tedra en el departamento que dirig¨ªa Carlos Ollero. Mantuvo su activismo pol¨ªtico y period¨ªstico, con la tarjeta de campe¨®n del reformismo y en 1973 fue nombrado embajador en Londres, convertido en lugar de peregrinaje mientras Franco se extingu¨ªa y surg¨ªan Juntas y Plataformas.
Estuvo como vicepresidente y ministro de la Gobernaci¨®n en el Gobierno que form¨® Carlos Arias Navarro al ser confirmado por el Rey en noviembre de 1975. Todav¨ªa crey¨® en la pervivencia de las Leyes Fundamentales del Movimiento sometidas a operaciones de maquillaje barroco. El presidente Adolfo Su¨¢rez le dej¨® fuera del Gabinete. En las elecciones de 1977 se present¨® con un grupo de su invenci¨®n "Alianza Popular" a partir de los "siete magn¨ªficos" donde se le sumaron otros personajes de las familias del r¨¦gimen como Laureano L¨®pez Rod¨®, Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora, Antonio Maria de Oriol, Enrique Thomas de Carranza, Licinio de la Fuente y Cruz Mart¨ªnez Esteruelas. Form¨® parte de la ponencia encargada de redactar la Constituci¨®n de 1978. Hizo otra comparecencia electoral 1979 buscando sumar nuevas formaciones de dem¨®crata cristianos y liberales descastados bajo la sigla com¨²n de "Coalici¨®n Democr¨¢tica". Pero mientras se convert¨ªa en ap¨®stol de la "mayor¨ªa natural" iba quedando claro que lo suyo ser¨ªa siempre una minor¨ªa irremediable. Los socialistas tras su victoria de 1982 lo colmaron de atenciones, dijeron aquello de que le cab¨ªa el Estado en la cabeza e inventaron a su medida el puesto de jefe de la oposici¨®n.
Felipe Gonz¨¢lez convoc¨® el prometido refer¨¦ndum sobre la permanencia en la OTAN en marzo de 1986 y Fraga, que era un ac¨¦rrimo atlantista, se enroc¨® en la abstenci¨®n cuando la victoria del "si estaba en peligro. Esa actitud le dej¨® fuera de la escena internacional, donde los conservadores de Margarita Thatcher en adelante le retiraron el saludo. Cundi¨® el convencimiento de que Fraga era un imposible nacional. Entonces se retir¨® a Galicia donde triunf¨® en las elecciones auton¨®micas en 1990 y se mantuvo en la presidencia de la Xunta hasta 2005. Dej¨® el PP en manos de Antonio Hern¨¢ndez Mancha pero volvi¨® para rectificar esa encomienda y poner al frente a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Despu¨¦s ha sido senador hasta que en 2011 anunci¨® que no ser¨ªa candidato. Son noventa a?os de pasi¨®n por el mando, de facultades, de memoria selectiva, de temperamento, de activismo infatigable, de mucho madrugar, de prop¨®sitos alternos, de audacias, de conformismos, de luces y de negruras.
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