Las reformas de Monti despiertan a Italia
El primer ministro se dispone a recortar los privilegios de sectores coporativos para fomentar la competencia - La liberalizaci¨®n amenaza con incendiar el pa¨ªs
Baila muy bien para no haber bailado nunca. A sus 69 a?os, Mario Monti pisa con fuerza en todos los escenarios de la pol¨ªtica nacional e internacional. Hasta el punto de que est¨¢ a punto de convertirse -si no lo es ya- en un referente pol¨ªtico de la Uni¨®n Europea al mismo nivel que Nicolas Sarkozy y Angela Merkel. Solo dos meses despu¨¦s de haber accedido al poder bajo el ep¨ªgrafe de tecn¨®crata, una especie de auditor para arreglar los desbarajustes de Silvio Berlusconi, Mario Monti -exprofesor, excomisario europeo, exasesor de Goldman Sachs, pero jam¨¢s pol¨ªtico al uso- tiene previsto poner en marcha en las pr¨®ximas horas un paquete de medidas econ¨®micas tan dr¨¢sticas que ninguno de sus antecesores -independientemente de su color pol¨ªtico- se atrevieron a ensayar. Tras meter el bistur¨ª por donde m¨¢s duele y m¨¢s f¨¢cil es -las pensiones, los derechos de los trabajadores, la subida astron¨®mica de la gasolina-, Monti se dispone ahora a fomentar la competencia recortando los privilegios adquiridos de colectivos tan potentes en Italia, aunque tan dispares entre s¨ª, como abogados, farmac¨¦uticos, notarios, gasolineras o taxistas. Estos ¨²ltimos ya le han advertido de que, si va adelante con la liberalizaci¨®n del sector, incendiar¨¢n el pa¨ªs.
Monti asegura que su lucha contra la evasi¨®n fiscal es un compromiso claro
Pero Monti, flem¨¢tico, ni parece inmutarse. Su reacci¨®n ante las bravatas de Berlusconi -que cada dos por tres amenaza con retirarle el respaldo parlamentario- o de los taxistas -que ya han empezado a bloquear el tr¨¢fico de Roma- se parece mucho a la que exhibi¨® cuando su ministra de Trabajo, Elsa Fornero, rompi¨® p¨²blicamente en llanto. "Conmu¨¦vete", le dijo Monti, "pero corr¨ªgeme", y sigui¨® explicando tan pancho los recortes que hab¨ªan provocado las l¨¢grimas de su colega. Otro ejemplo, m¨¢s reciente, es el de sus comentarios ante la rebaja de la nota a Italia por parte de Standard & Poor's. Mientras a su colega Sarkozy se lo llevaban los diablos del mal car¨¢cter por culpa del informe, Monti se lo tomaba con buen humor. Incluso llegando a bromear durante una entrevista con The Financial Times. Tenaz hasta la extenuaci¨®n en sus explicaciones, pero al mismo tiempo dotado de un fino sentido del humor, el pol¨ªtico disfrazado de tecn¨®crata -o viceversa- parece dispuesto a darle la vuelta a Italia al precio que sea.
Si bien las medidas tomadas hasta ahora por su Gobierno no esconden ning¨²n secreto -apretar el cintur¨®n de los que s¨ª se retratan ante el fisco y frenar el gasto-, la liberalizaci¨®n de distintos sectores que pretende ejecutar a partir del viernes s¨ª constituye un paso adelante. De hecho, otros Gobiernos -incluido el de centro-izquierda de Romano Prodi- intentaron asfaltar esa jungla y salieron escaldados. Monti, salvo sorpresas de ¨²ltima hora, busca con esas reformas cumplir la promesa de "equidad" que le hizo al pueblo italiano cuando present¨® sus medidas de ajuste. Tan es as¨ª que el nuevo primer ministro repite cada dos por tres que su lucha contra la evasi¨®n fiscal no es un compromiso vac¨ªo, sino que perseguir¨¢ de forma implacable a "aquellos que meten la mano en el bolsillo de los que s¨ª pagan". El hecho de que, al poco de constituirse el nuevo Gobierno tecn¨®crata, la Guardia de Finanzas detectara un aumento considerable del tr¨¢fico de billetes de 500 euros hacia Suiza deja a las claras que, al menos los evasores, s¨ª le toman en cuenta.
Los italianos siempre han cre¨ªdo en la existencia de unos "poderes fuertes", invisibles, transversales, ajenos a la diatriba diaria pero siempre atentos, independientes entre s¨ª pero a la vez conectados con la pol¨ªtica, la Iglesia, los sectores laicos y liberales del norte del pa¨ªs. El profesor Mario Monti ser¨ªa, en estos momentos, el representante en la tierra de esos "poderes fuertes". Su manera de comportarse en los principales escenarios -ante Merkel, ante Cameron, ante el Papa- no parece la de un reci¨¦n llegado, cogido con alfileres por los mercados y Europa, bajo la espada de Damocles del gallinero pol¨ªtico italiano. A pesar del poco tiempo de juego que tiene por delante, no solo pretende sanear la econom¨ªa y devolver a Italia el respeto que perdi¨® con Berlusconi. Tambi¨¦n declara que su intenci¨®n es refundar la manera de hacer pol¨ªtica. "Los partidos", acaba de decir al Financial Times, "no se atrever¨¢n a volver a la superficial confrontaci¨®n que animaba el Parlamento". Sin ser el tiempo verbal del todo preciso -Berlusconi logr¨® evitar hace unos d¨ªas que uno de sus diputados fuera a la c¨¢rcel por v¨ªnculos con la Mafia y el Congreso lo celebr¨® como si Italia hubiera ganado el Mundial-, s¨ª es verdad que ya hay sectores del centro y de la izquierda que hacen p¨²blico prop¨®sito de enmienda.
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