700 expertos por segundo
Pocas veces tanto experto habr¨¢ debatido sobre materia tan ef¨ªmera. Cerca de 700 delegados de 70 pa¨ªses se han reunido esta semana en Ginebra para decidir el destino de un solo segundo, una especie de segundo bisiesto -o segundo intercalar- que hay que ajustar cada varios a?os para coordinar los ultraprecisos relojes at¨®micos con una rotaci¨®n de la Tierra que no lo es tanto. Como es natural, los 700 expertos no han logrado ponerse de acuerdo y han tenido que aplazar su decisi¨®n para una posterior reuni¨®n a celebrar el mes que viene. Siempre que haya acuerdo sobre las fechas. El futuro del segundo m¨¢s disputado de la historia del tiempo seguir¨¢ hasta entonces en la incertidumbre. La precisi¨®n de los relojes at¨®micos es necesaria, por ejemplo, para coordinar el control de los telescopios espaciales desde distintos observatorios terrestres, o para calibrar el sistema GPS de posicionamiento global, que calcula la distancia del usuario a los sat¨¦lites por el tiempo que tarda la se?al en viajar hasta ellos. El p¨¦ndulo de un reloj at¨®mico son las oscilaciones de los electrones en torno al n¨²cleo de un ¨¢tomo, y en ¨¦l se basa la definici¨®n de unidad de tiempo m¨¢s precisa que conoce la ciencia actual.
El patr¨®n de tiempo tradicional no es at¨®mico, sino astron¨®mico -marcado por el periodo de rotaci¨®n de la Tierra sobre su eje-, y tiene una exactitud insuficiente para esos objetivos. De modo similar a una peonza, la Tierra gira cada vez m¨¢s despacio y se desajusta respecto al est¨¢ndar at¨®mico en un segundo cada varios a?os. El segundo intercalar corrige ese desfase cada cuanto -la ¨²ltima vez fue en 2008-, pero es una pr¨¢ctica ineficaz y costosa, pues requiere corregir a mano cientos de programas y aplicaciones para adaptarlas al nuevo est¨¢ndar. Por eso algunos pa¨ªses, como Estados Unidos, desean su eliminaci¨®n. Esto es lo que no han logrado esta semana en Ginebra.
Si el segundo bisiesto llega a eliminarse, los t¨¦cnicos podr¨¢n olvidarse de corregir su software peri¨®dicamente. El inconveniente es que la hora cient¨ªfica y la astron¨®mica empezar¨¢n a desfasarse lentamente hasta que alg¨²n d¨ªa se llegue a contemplar la luna en el cielo nocturno a las 12 del mediod¨ªa. Pero eso ser¨¢ dentro de miles de a?os, y ni el lector ni los 700 expertos de Ginebra vivir¨¢n para verlo.
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