Dameros malditos
En el formidable Ficciones colaterales, una verdadera mina de "informaci¨®n interpretada", al estilo de los analistas de la CIA, Fernando de Felipe e Iv¨¢n G¨®mez evocan la gran historia de John O'Neill, jefe de la secci¨®n antiterrorista del FBI, el hombre que m¨¢s cerca estuvo de atrapar a Bin Laden y de evitar la matanza del 11-S. Harto de que no tomaran en serio sus advertencias y de la campa?a de desprestigio orquestada por sus jefes, renunci¨® a su cargo y entr¨® como jefe de seguridad en el World Trade Center, donde morir¨ªa la ma?ana del atentado, justo dos d¨ªas despu¨¦s de haberse incorporado a su nuevo trabajo. Seg¨²n Paul Thompson (en The Terror Timeline), O'Neill hab¨ªa reunido todos los elementos del rompecabezas: tan solo bastaba seguir la l¨ªnea de puntos.
Ante 'Homeland' mi rendici¨®n es total: me parece una obra maestra del g¨¦nero
La figura del personaje obsesivo que intenta atar los cabos de una trama en la que solo ¨¦l parecer creer es un cl¨¢sico de la ficci¨®n contempor¨¢nea desde, pongamos, La muerte y la br¨²jula de Borges; la r¨²brica del destino aciago y burl¨®n se remonta, en cambio, a la vieja leyenda ¨¢rabe de la cita en Samarra, aunque no costar¨ªa hallar otros precedentes. Que yo sepa, nadie ha llevado a¨²n al cine la ordal¨ªa de John O'Neill, pero su esencia impregna dos de las mejores series conspiranoicas recientes: Rubicon (2010), creada por Jason Horwitch para la AMC, y la flamante Homeland (2011), desarrollada por Howard Gordon y Alex Gansa para Showtime a partir de la israel¨ª Hatufim, de Gideon Raft. Rubicon, una nueva visita a los universos claustrof¨®bicos y pesimistas del cine de espionaje de los setenta (con El ¨²ltimo testigo y Los tres d¨ªas del c¨®ndor como manes tutelares), era original, intrigante y adictiva pero, para mi gusto, con un guion un tanto agujereado (y apresurado) en su tramo final.
Ante Homeland mi rendici¨®n es incondicional: me parece una obra maestra del g¨¦nero, con unos personajes redondos, un suspense que jam¨¢s decae y una complejidad narrativa que crece a cada episodio. Que Homeland surge de Rubicon parece evidente, como bien me hizo observar Jorge Carri¨®n (autor de Teleshakespeare, otro libro imprescindible): sus protagonistas son rastreadores superdotados, heridos (de modo m¨¢s o menos directo) por el 11-S, y enfrentados a una conspiraci¨®n en la que el enemigo est¨¢ dentro. Y ambos, en sendos momentos clim¨¢ticos, se encuentran frente a un muro literal y metaf¨®rico, cubierto de fotos, notas, transcripciones y pistas aparentemente inconexas, hasta que descubren el c¨®digo unificador.
Will Travers (James Badge Dale), el melanc¨®lico y obsesivo investigador de Rubicon (casi la respuesta americana al Jos¨¦ Ditirambo de Gonzalo Su¨¢rez), era un personaje sensacional, pero la Carrie Mathison que interpreta Claire Danes en Homeland es una criatura fuera de serie: igualmente superdotada, aquejada de un terrible trastorno bipolar y secretamente fascinada por su antagonista, Nicholas Brody (Damian Lewis), un marine secuestrado durante once a?os por Al-Qaeda, del que sospecha que pueda ser un topo de los integristas. No solo el guion, que parece una puesta al d¨ªa de El mensajero del miedo, es una pieza de relojer¨ªa (o una bomba de tiempo). Claire Dannes ya se ha llevado, con toda justicia, el Globo de Oro a la mejor actriz, y Damien Lewis (actor brit¨¢nico de la RSC, por cierto) hace pensar en una reencarnaci¨®n (pelirroja) de Steve McQueen, con m¨¢s sombra y el mismo peligro: cuando lleguen al mod¨¦lico episodio El fin de semana ya me dir¨¢n si no parece un remake hipererotizado de El caso Thomas Crown. Pregunta capital: ?cu¨¢ndo podr¨¢ verse aqu¨ª esta maravilla? Me dicen que va a emitirla TNT, pero a¨²n no est¨¢ clara la fecha. Y que en USA ya han firmado para una segunda temporada.
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