Djokovic fue un Nadal
El n¨²mero uno se impone en Australia en un partido ag¨®nico de casi seis horas que llev¨® a los dos al l¨ªmite de la resistencia f¨ªsica y mental - El serbio logra su quinto grande, el tercero consecutivo
Al alarido le acompa?a un movimiento seco de las manos, que violentamente desgarran la camiseta del campe¨®n del Abierto de Australia. A la 1.30 de la madrugada en Melbourne, el serbio Novak Djokovic ruge para celebrar (5-7, 6-4, 6-2, 6-7 y 7-5) una conquista doble: la de la final m¨¢s larga (5h 53m) de la historia de los torneos del Grand Slam y la de Rafael Nadal, que lucha, pega y ense?a los colmillos cuando remonta un 0-40 en la cuarta manga y llega a mandar por 4-2 y 30-15 en la definitiva; que corre, empuja y brama, apretando al n¨²mero uno del tenis mundial cuando se juega al aire libre, con las primeras gotas de agua, y tambi¨¦n bajo el techo que les protege de la lluvia; que vende su piel a precio de oro, pidiendo sangre y sudor como tributos hasta que se inclina por s¨¦ptima final seguida ante el portentoso Nole, la voracidad hecha tenista.
Djokovic tiene un punto de talento natural m¨¢s que el espa?ol
Nadal iguala el pulso desde el coraz¨®n, la ¨¦pica y un interesante avance en agresividad
A las nueve de la noche hay 33 grados en Melbourne y la humedad empapa las camisetas. Eso no es una pista de tenis, es una sauna. Confiando en la ventaja que debe darle haber gozado de un d¨ªa m¨¢s de descanso que su contrario, Nadal hace de cada punto un castigo. Eso debe de ser una tortura para Djokovic, que lleva una cinta de protecci¨®n en la pierna izquierda. Eso debe de ser un sufrimiento para el serbio, que ve c¨®mo avanza el segundero mientras el marcador sigue en el mismo sitio: son 40 minutos para seis juegos, 56 para ocho y 1h 20m para el primer parcial. Eso debe de ser el epitafio del mejor, que conoce una estad¨ªstica: en toda su carrera, el espa?ol solo ha perdido un duelo en los torneos grandes tras ganar el primer set.
El bochorno va ahogando a los tenistas. Nadal juega anclado sobre la l¨ªnea, dispuesto a fallar con el rev¨¦s con tal de no ceder pista. Es agresivo. Djokovic tiene dos opciones: despedirse escud¨¢ndose en la falta de descanso o ponerse el mono de trabajo. Hace tiempo que el serbio est¨¢ para lo fino y para lo grueso. Cuando a¨²n tiene piernas, corre armando defensas numantinas y ataca con ferocidad. Cuando ya no tiene pulmones, en el quinto set, reparte golpes ganadores de derecha con la facilidad de los elegidos. Ni siquiera flexiona las piernas. Siempre hace algo que lleva a maltraer a Nadal y que ser¨¢ la clave del partido: no hay saque que reciba y que no devuelva.
"Rafael", valora luego Toni Nadal, su t¨ªo y entrenador, "sale reforzado porque ha hecho frente a un jugador inmaculado y con una virtud incre¨ªble en el resto. Cuanto m¨¢s fuerte le sacas, m¨¢s r¨¢pida te devuelve la pelota".
El tal¨®n de Aquiles del gigante vuelve a estar en su segundo saque. A trav¨¦s de esa v¨ªa, Nole le niega cualquier respiro. No hay oasis para Nadal, fonda en la que descansar, ayuda en forma de punto r¨¢pido que le permita cuidar las piernas y oxigenar los pulmones. El serbio pone un 72% de sus saques en juego, pero lo hace con una intenci¨®n sangrienta. Pocas veces deja la bola a media pista. Pocas veces termina su golpe en uno que permita al mallorqu¨ªn construir a gusto la jugada. Pocas veces puede Nadal sentirse c¨®modo sin tener que recurrir juego a juego a toda la fuerza de su afamado cerebro: Djokovic tan solo le permite ganar el 45% de los puntos que disputa con el segundo saque mientras que ¨¦l suma el 63% de esos peloteos. Eso le da una ventaja estrat¨¦gica, mental y f¨ªsica: donde ¨¦l respira Nadal se ahoga. Peor: all¨ª donde el manacorense est¨¢ acostumbrado a sumar, como demuestra que cerrara 2011 como el mejor en puntos ganados con el segundo saque (57%), solo encuentra peligros.
Cada pelota que toca Djokovic lleva un mensaje: aqu¨ª estoy, voy a por ti, quiero el trofeo. Cada bola que toca Nadal le contesta lo mismo: te escucho, te oigo y resistir¨¦ mientras en m¨ª quede vida. El serbio tiene un punto m¨¢s de talento natural que el espa?ol. Nadal iguala el pulso desde el coraz¨®n, la ¨¦pica y un interesante avance en agresividad que le pone en el buen camino para el futuro. Durante muchos minutos quiere, puede y se pone el t¨ªtulo a tiro. Dispara 44 golpes ganadores a cambio de cometer 71 errores no forzados. Nole, m¨¢s acostumbrado a ese guion, est¨¢ mucho m¨¢s equilibrado (57-69).
"?Adje, Nole!", gritan los serbios, que saben que Nadal juega en su cabeza siete partidos, que en la final no puede obviar las seis derrotas anteriores. Que eso no acabe con el espa?ol en tres mangas refleja mejor que nada su esp¨ªritu competitivo. Que el mallorqu¨ªn levante un 0-40 en el cuarto parcial que dejaba a Djokovic sacando por el t¨ªtulo fotograf¨ªa su deseo infinito. Que, ya con ventaja en el quinto (4-2 y 30-15), falle un golpe pasante con el contrario rendido concentra en un golpe toda la presi¨®n a la que durante casi seis horas le somete el n¨²mero uno. All¨ª pierde el saque. All¨ª, pese a la postrera bola de break que se procura cuando Nole saca por el encuentro, cede el t¨ªtulo.
El serbio consigue as¨ª su quinto grande, el tercero seguido, y convierte a Nadal en el primer tenista que pierde tres finales del Grand Slam consecutivas. De madrugada, el trofeo se lo queda Djokovic. Un tenista imperial y engrandecido por un rival con may¨²sculas.
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