Viaje al para¨ªso de la memoria
Siguiendo la estela eleg¨ªaca o nost¨¢lgica de otras aventuras oto?ales de grandes narradores contempor¨¢neos en busca de la propia identidad y liberados a trav¨¦s de la confesi¨®n ficcional, -Pelando la cebolla o La caja de los deseos de G¨¹nter Grass, Hombre lento de Coetzee, Eleg¨ªa de Philip Roth, Se est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s tarde de Tabucchi, Calle de las tiendas oscuras de Modiano-, Diario de invierno completa, con impudor, iron¨ªa e introspecci¨®n elevada a la en¨¦sima potencia las tentativas autobiogr¨¢ficas que Paul Auster inici¨® con El cuaderno rojo (1993) y A salto de mata. Cr¨®nica de un fracaso precoz (1997) y que trazan la vida de este chico jud¨ªo y cosmopolita pero sumamente americano que, como Nabokov, Henry Roth o Richard Ford, quiso tambi¨¦n compartir con sus lectores una versi¨®n novelada de su verdadera vida, una historia verdadera como la que proclamaba en El cuaderno rojo. La sofisticada ret¨®rica de la segunda persona elegida por el autor de Leviat¨¢n controla un discurso monol¨®gico que formalmente quiere presentarse, literalmente (y literariamente), como un di¨¢logo de Auster consigo mismo, pieza teatral en un acto en el que Mr. Auster recuerda a Paul desde su tierna infancia en Nueva Jersey hasta su vida feliz con Siri Hustvedt en su residencia de Brooklyn, un desdoblamiento al parecer inevitable a juzgar por lo que el propio Auster escribi¨® en Experimentos con la verdad, a saber, que "en el proceso de escribir o pensar sobre uno mismo, uno se convierte en otro". Y Diario de invierno, su esmerado autorretrato con retoques, como los de Beckmann, Hockney o Lucian Freud, en ocasiones un diario personal consigo mismo por persona interpuesta y por momentos unas memorias en toda regla, podr¨ªa verse con las mismas lentes con las que Auster observ¨® que su novela La invenci¨®n de la soledad no respond¨ªa a una autobiograf¨ªa propiamente dicha, sino a "una reflexi¨®n sobre ciertas cuestiones, conmigo como personaje central". ?Qu¨¦ cuestiones son las que se abordan aqu¨ª? Su condici¨®n jud¨ªa, su condici¨®n cosmopolita (un trotamundos de Nueva York a Nueva York con escalas en medio mundo y a?os de trasterrado en Par¨ªs como un rezagado escritor bohemio de la Generaci¨®n Perdida de Dos Passos), su condici¨®n humana (la sexualidad adolescente, retratada aqu¨ª de forma convencional, sin que el talento venza al t¨®pico; la pertenencia a un ¨¢rbol geneal¨®gico de cuyas ramas cuelga un asesinato; la tristeza por la p¨¦rdida de los progenitores; su educaci¨®n sentimental, la felicidad conyugal y paterna, la conciencia de la decrepitud f¨ªsica), su condici¨®n de inquilino de veintiuna sedes inmobiliarias listadas y descritas ¨¤ la mode de Perec, como especies de espacios, y su condici¨®n de escritor, esto es, de lector, que ya avanz¨® en A salto de mata y en su novela aleg¨®rica Viajes por el Scriptorium, y que se encarna en su m¨¢quina de escribir Olimpia, su tesis con Edward Said o sus novelas de ¨¦xito. Al fondo se percibe su condici¨®n pol¨ªtica, de izquierdas, of course (lo que sea que signifique eso para el T¨ªo Sam).
Bienvenidos al para¨ªso de la memoria afectiva de la mano de esa bendita impostura literaria que juega a las cartas con la verdad y acaba siempre venci¨¦ndola. Diario de invierno (o ?Qui¨¦n soy yo? Segunda parte. Cr¨®nica de un ¨¦xito atroz) es un puzle sentimental que alterna algunas p¨¢ginas anodinas con episodios de alta graduaci¨®n emocional y evocaciones soberbias, capaces de enaltecer cualquier momento insignificante de la vida cotidiana. Es el libro de las ilusiones y los desenga?os. Es el libro de la vida de un hombre, pero admitamos que es sobre todo el libro de la vida de un escritor, capaz de crear un mundo entero de sensaciones alrededor de un retrete atascado o del cuerpo de una madre muerta, el libro de una persona "precaria y dolida, un hombre que lleva una herida en su interior desde el principio mismo, ?por qu¨¦, si no, te has pasado toda tu vida adulta vertiendo palabras como sangre en una hoja de papel?".
Ahora "has entrado en el invierno de tu vida", Paul, se dice Mr. Auster. Por eso te inquieta esa herida y rastreas aqu¨ª su origen.
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