La 'rendici¨®n' de Kissinger
Ensayo. Sorprende la admiraci¨®n por el Imperio del Centro que destilan todas y cada una de las p¨¢ginas del ¨²ltimo libro de Henry Kissinger. El halc¨®n estadounidense, de 88 a?os y s¨ªmbolo de la realpolitik, deja en China su testamento pol¨ªtico al calificar de "b¨¢sica para la estabilidad y la paz del mundo" la colaboraci¨®n entre Estados Unidos y China. "Una guerra fr¨ªa entre los dos pa¨ªses detendr¨ªa el progreso durante una generaci¨®n a uno y otro lado del Pac¨ªfico", afirma al abogar por una "comunidad del Pac¨ªfico" que prime la "coevoluci¨®n" de las dos superpotencias del XXI y el "di¨¢logo" para eliminar las tensiones subyacentes. Consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado con Richard Nixon y Gerald Ford, Kissinger -un anticomunista visceral- fue tambi¨¦n ide¨®logo y uno de los m¨¢ximos responsables del juego sucio y la guerra secreta de la CIA, que provocaron, entre otras lamentables consecuencias, la implantaci¨®n de dictaduras de extrema derecha en Chile y Argentina. Pero es evidente que el experto manipulador pretende pasar a la historia como el hombre que condujo al hist¨®rico viaje de Richard Nixon a Pek¨ªn, en 1972, y el impulsor del establecimiento de relaciones diplom¨¢ticas plenas entre Washington y Pek¨ªn. En los ¨²ltimos 40 a?os, Kissinger ha viajado m¨¢s de 50 veces a Pek¨ªn, ha mantenido un estrecho contacto con varias generaciones de dirigentes chinos, ha asesorado a todos los presidentes de EE UU y ha ido consolidando en las sucesivas Administraciones norteamericanas su tesis de que, m¨¢s all¨¢ de objetivos como la promoci¨®n de la democracia y los derechos humanos, las relaciones con China deben estar regidas por el pragmatismo. La cooperaci¨®n que defiende en este libro y en infinidad de art¨ªculos obedece tambi¨¦n a que preside la consultora Kissinger Associates Inc., que trabaja con compa?¨ªas que tienen intereses en China.
China
Henry Kissinger
Traducci¨®n de Carme Gerones Planaguma
Debate. Barcelona, 2012
624 p¨¢ginas. 26,90 euros
?gil y con cap¨ªtulos como 'El camino hacia la reconciliaci¨®n', que tiene el dinamismo de una novela de esp¨ªas, el texto aborda la extensa historia de China para pedir "comprensi¨®n" hacia su cultura y su forma de actuar frente a los valores universales de Occidente. Siempre dando por sentado que el futuro es cosa de Washington y Pek¨ªn, destaca: "La excepcionalidad estadounidense es propagandista. Mantiene que este pa¨ªs tiene la obligaci¨®n de difundir sus valores por todo el mundo. La excepcionalidad china es cultural. China no hace proselitismo; no reivindica que sus instituciones tengan validez fuera de China". Si Hugh Thomas considera a China "el imperio benigno" porque no est¨¢ interesado en salir a conquistar, Kissinger destaca el empe?o diplom¨¢tico del Imperio del Centro. "Mientras la tradici¨®n occidental valoraba el choque de fuerzas decisivo que pon¨ªa de relieve las gestas heroicas, el ideal chino hac¨ªa hincapi¨¦ en la sutileza, la acci¨®n indirecta y la paciente acumulaci¨®n de ventajas relativas". Premio Nobel de la Paz 1973 por lograr un alto el fuego en la guerra de Vietnam que al final qued¨® en nada y dio pas¨® a miles y miles de muertos antes de la derrota final norteamericana, Kissinger parece seducido por los ideales chinos desde el mismo d¨ªa en que puso un pie en Pek¨ªn en 1971. Aquel viaje secreto realizado en el avi¨®n presidencial paquistan¨ª cambi¨® el curso de la historia al facilitar la visita de Nixon y "la reincorporaci¨®n de China al juego diplom¨¢tico mundial". Una Uni¨®n Sovi¨¦tica en "posici¨®n amenazadora" (en 1969 se produjeron varios incidentes fronterizos, el m¨¢s peligroso de los cuales fue el del r¨ªo Ussuri) y la necesidad de Nixon "de aliviar el malestar de una retirada inevitablemente imperfecta" de Vietnam, fueron los detonantes del viaje. Kissinger sit¨²a el origen en 1969, cuando el presidente de Estados Unidos present¨® "la entonces sorprendente tesis de que (...) la URSS era la parte m¨¢s peligrosa y que una guerra chino-sovi¨¦tica en la que China quedara aplastada ir¨ªa contra los intereses estadounidenses". "No he conocido a ning¨²n personaje tan irresistible como Zhou Enlai", dice del primer ministro y mano derecha de Mao Zedong, cuya figura sigue creando controversia en China por no haberse opuesto a los desmanes de la Revoluci¨®n Cultural. Kissinger, h¨¦roe y villano al mismo tiempo, pasa con guante de seda por las responsabilidades hist¨®ricas de los dirigentes comunistas, incluido el Mao ya anciano que conoci¨®. Kissinger, bajo cuya tutela se cometieron abusos de derechos humanos que han propiciado intentos diversos de someterle a la justicia internacional, casi justifica la matanza de Tiananmen (1989). "Al igual que la mayor¨ªa de los estadounidenses, me sorprendi¨® la forma en que hab¨ªa finalizado la protesta. Pero a diferencia de muchos, yo hab¨ªa tenido la oportunidad de observar el trabajo herc¨²leo que hab¨ªa llevado a cabo Deng durante quince a?os para obrar un cambio en el pa¨ªs".
El libro revela que el entonces presidente George H. Bush trat¨® de evitar las duras sanciones a China que impon¨ªa el Congreso y que la reacci¨®n china fuese la ruptura de las relaciones. Bush propuso que viajaran a Pek¨ªn dos enviados suyos para tratar la situaci¨®n "con la m¨¢xima confidencialidad". China acept¨® y el 1 de julio se desplazaron Brent Scowcroft, asesor de Seguridad Nacional, y el subsecretario de Estado Lawrence Eagleburger. Volaron en un "C-141 militar camuflado; se guard¨® con tanto celo la informaci¨®n que al parecer las fuerzas de defensa a¨¦reas chinas se pusieron en contacto con el presidente Yang Shangkun para preguntar si hab¨ªa que derribar el misterioso avi¨®n". Con las luces y las sombras del autor, China es un libro apasionante, que recorre con precisi¨®n la singularidad de la historia china y los avatares del dif¨ªcil acercamiento entre Washington y Pek¨ªn.
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