Cambio en Birmania
.
Aqu¨ª en Myanmar (Birmania), donde el cambio pol¨ªtico ha sido extremadamente lento durante medio siglo, unos l¨ªderes nuevos est¨¢n tratando de impulsar desde dentro una r¨¢pida transici¨®n. El Gobierno ha liberado a los prisioneros pol¨ªticos, ha organizado elecciones (m¨¢s en camino), ha emprendido reformas econ¨®micas y est¨¢ buscando vehementemente la inversi¨®n extranjera.
Es comprensible que la comunidad internacional, que desde hace mucho tiempo ha castigado con sanciones al r¨¦gimen autoritario de Myanmar, mantenga la cautela. Las reformas se est¨¢n llevando a cabo a tal velocidad que ni siquiera los expertos sobre el pa¨ªs saben qu¨¦ esperar.
Lo que me queda claro es que este momento en la historia de Myanmar representa una oportunidad real de cambio permanente ¡ªuna oportunidad que la comunidad internacional no debe dejar pasar¡ª. Ya es hora de que el mundo participe en el desarrollo de Myanmar no solo ofreciendo asistencia, sino levantando las sanciones, que se han convertido en un impedimento para la transformaci¨®n del pa¨ªs.
Hasta ahora, esa transformaci¨®n, que arranc¨® tras las elecciones legislativas de noviembre de 2010, ha sido impresionante. Puesto que los militares, que hab¨ªan ejercido el poder exclusivo desde 1962, conservaron el 25% de los esca?os, se tem¨ªa que la elecci¨®n fuera una fachada. No obstante, el Gobierno que surgi¨® refleja las preocupaciones fundamentales de los ciudadanos de Myanmar mucho mejor de lo que se esperaba.
Bajo el liderazgo del nuevo presidente, Thein Sein, las autoridades han respondido a los llamados de apertura pol¨ªtica y econ¨®mica. Se ha avanzado en los acuerdos de paz con los insurgentes de las minor¨ªas ¨¦tnicas ¡ªconflictos que tienen sus or¨ªgenes en la estrategia colonial de dividir y gobernar que los l¨ªderes que llegaron despu¨¦s de la independencia mantuvieron durante m¨¢s de seis d¨¦cadas¡ª. La premio Nobel Daw Aung San Suu Kyi no solo fue liberada de su arresto domiciliario, sino que ahora lleva a cabo una intensa campa?a para obtener un esca?o en las elecciones que se celebrar¨¢n en abril.
Muchas de las sanciones internacionales ahora parecen contraproducentes
En lo que se refiere a la econom¨ªa, se ha adoptado una transparencia sin precedentes en el proceso presupuestario. Los gastos en atenci¨®n a la salud y educaci¨®n se han duplicado, aunque se parta de una base baja. Se han flexibilizado las restricciones en materia de concesiones en varias esferas clave. El Gobierno incluso se ha comprometido a avanzar en la unificaci¨®n de su complicado sistema de tipo de cambio.
La sensaci¨®n de esperanza en el pa¨ªs es palpable, aunque algunas de las personas mayores que han visto ir y venir tiempos de aparente relajamiento del Gobierno autoritario mantienen la cautela. Tal vez por ello algunos miembros de la comunidad internacional tambi¨¦n dudan a la hora de mitigar el aislamiento de Myanmar. No obstante, la mayor¨ªa de los birmanos sienten que si los cambios se manejan bien, el rumbo del pa¨ªs ser¨¢ irreversible.
En febrero particip¨¦ en seminarios organizados por uno de los principales economistas del pa¨ªs, U Myint, en Yangon (Rang¨²n) y en la capital recientemente construida, Naypyidaw. Los eventos fueron cruciales, tanto por el p¨²blico tan numeroso y participativo (m¨¢s de mil personas en Yangon) como por las presentaciones inteligentes y conmovedoras de dos economistas birmanos de renombre internacional que hab¨ªan salido del pa¨ªs en la d¨¦cada de los sesenta y regresaban por primera vez a su pa¨ªs en m¨¢s de cuatro d¨¦cadas.
Uno de mis colegas de la Universidad de Columbia, Ronald Findlay, se?al¨® que uno de ellos, Hla Myint, de 91 a?os y que fue profesor titular en la London School of Economics, era el creador de la estrategia de desarrollo m¨¢s exitosa que se haya dise?ado, la de una econom¨ªa abierta y un crecimiento encabezado por las exportaciones. Ese prototipo se ha utilizado en toda Asia en d¨¦cadas recientes, particularmente en China. Ahora, tal vez, por fin se aplique en su pa¨ªs.
En diciembre de 2009 di una conferencia en Myanmar. En esa ¨¦poca hab¨ªa que tener cuidado, dadas las sensibilidades del Gobierno, sobre la forma de abordar los problemas del pa¨ªs ¡ªla pobreza, la falta de productividad rural y la mano de obra no cualificada¡ª. Ahora la precauci¨®n ha sido sustituida por una sensaci¨®n de urgencia para abordar estos y otros desaf¨ªos y por una toma de conciencia de la necesidad de obtener asistencia t¨¦cnica y de otros tipos. (Myanmar es uno de los pa¨ªses del mundo que recibe menos ayuda internacional en proporci¨®n a su poblaci¨®n e ingreso).
Hay un amplio debate sobre las razones de la rapidez del ritmo de cambio actual de Myanmar. Tal vez sus dirigentes reconocieron que el pa¨ªs, que lleg¨® a ser el mayor exportador mundial de arroz, estaba rezag¨¢ndose mucho respecto de sus vecinos. Tal vez escucharon el mensaje de la primavera ¨¢rabe, o simplemente entendieron que, con m¨¢s de tres millones de birmanos en el extranjero, era imposible aislar al pa¨ªs del resto del mundo o impedir la entrada de ideas de sus vecinos. Cualquiera que sea la raz¨®n, el cambio se est¨¢ produciendo y es innegable la oportunidad que este representa.
Sin embargo, muchas de las sanciones internacionales, cualquiera que fuera su funci¨®n en el pasado, ahora parecen contraproducentes. Por ejemplo, las sanciones financieras desalientan el desarrollo de un sistema financiero moderno y transparente, integrado con el resto del mundo. La econom¨ªa resultante basada en el uso de dinero en met¨¢lico induce a la corrupci¨®n.
Del mismo modo, las restricciones que impiden a empresas socialmente responsables, con sede en pa¨ªses industrializados avanzados, hacer negocios en Myanmar han dejado la puerta abierta para que entren compa?¨ªas con menos escr¨²pulos. Deber¨ªamos aceptar el deseo de Myanmar de obtener gu¨ªa y asesor¨ªa de las instituciones multilaterales y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); en cambio, seguimos limitando la participaci¨®n que estas instituciones pueden tener en la transici¨®n del pa¨ªs.
Cuando negamos la asistencia o imponemos sanciones debemos pensar cuidadosamente en qui¨¦n tendr¨¢ que asumir la carga de hacer los cambios que buscamos. Abrir el comercio a la agricultura y a los productos textiles ¡ªe incluso ofrecer un trato preferencial como los que se otorgan a otros pa¨ªses pobres¡ª podr¨ªa beneficiar directamente a los agricultores pobres, que representan hasta el 70% de la poblaci¨®n, y tambi¨¦n crear¨ªa nuevos empleos. Los ricos e influyentes pueden evitar las sanciones financieras, aunque con un coste; los ciudadanos comunes no pueden escapar f¨¢cilmente del impacto de ser un paria internacional.
Hemos visto la primavera ¨¢rabe surgir vacilante en algunos pa¨ªses; en otros, sigue siendo incierto si dar¨¢ resultados. La transici¨®n de Myanmar es en ciertos sentidos m¨¢s tranquila, sin la fanfarria de Twitter o Facebook, pero no es menos real y no menos merecedora de apoyo.
Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de Columbia y premio Nobel de Econom¨ªa 2001.
(c) Project Syndicate, 2012. Traducci¨®n de Kena Nequiz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.