Usando a Europa como coartada
El Gobierno central no es una autoridad presupuestaria independiente como Bruselas
Con la coartada de Europa y la excusa de la austeridad hemos pasado de un r¨¦gimen auton¨®mico a otro meramente descentralizado: al menos en el terreno presupuestario, y ya se sabe que lo que no est¨¢ en el presupuesto no est¨¢ en el mundo.
La reciente Ley de Estabilidad Presupuestaria, focalizada en controlar las cuentas auton¨®micas, incluye como fuente de autoridad en su pre¨¢mbulo 12 referencias a la Uni¨®n Europea, sus instituciones y su normativa. Con esa ley ¡°trasladamos la arquitectura de la gobernanza europea al ordenamiento jur¨ªdico y al Estado de las autonom¨ªas¡±, justific¨® el titular de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, el 25 de enero. Madrid ser¨ªa como Bruselas. Y las autonom¨ªas, perd¨®n, como los Estados miembros de la UE. ?Es este el resultado?
La pol¨ªtica de saneamiento de las finanzas p¨²blicas europeas, entronizada desde Maastricht, se plasm¨® en el Pacto de Estabilidad de 1997, varias veces revisado. La ¨²ltima, a final de 2011 en el paquete six pack de seis reglamentos y directivas, y en el Tratado Fiscal firmado el 2 de marzo. Esas novedades prodigan los controles preventivos a los Estados miembros mediante informes, alertas, advertencias y exigencia de medidas de austeridad; endurecen las sanciones, comprimiendo calendarios; objetivan el control, incorporando semiautomatismos que descartan las decisiones discrecionales; y dan mayor peso a la Comisi¨®n dificultando que el Consejo (los Gobiernos) obstaculice su labor inspectora y sancionadora.
La ley espa?ola calca de esas normas su procedimiento de vigilancia a las autonom¨ªas. Parece la ¡°traslaci¨®n¡± que anunci¨® Montoro. Pero su sustancia institucional contradice radicalmente esa apariencia. En efecto, los automatismos de la UE se trocan aqu¨ª casi siempre en poderes discrecionales de examinador fiados al Gobierno. Y sobre todo, el Gobierno central viene a reemplazar aqu¨ª el rol de la Comisi¨®n como autoridad ejecutiva. Se trata de una impostura, porque es juez y parte, al carecer de la independencia de Bruselas (puede centrifugar su d¨¦ficit a las comunidades al mantener conflictos de intereses con ellas, y de hecho le acusan de hacerlo); carece de la neutralidad de la Comisi¨®n (dictada por el Tratado y por el hecho de que incorpora a nacionales propuestos por los distintos Estados miembros, que se equilibran mutuamente); y no existe un contrapeso equivalente al del Consejo de la UE como ¨²ltima instancia.
No lo es el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera: mientras que los Gobiernos de la UE pueden tumbar una decisi¨®n de la Comisi¨®n por mayor¨ªa cualificada invertida, las autonom¨ªas no, ya que el Gobierno (art¨ªculo 10 de la LOFCA) cuenta en ¨¦l con el 50% de los votos. En la UE la soberan¨ªa es compartida, participada. En Espa?a, la autonom¨ªa deviene acatamiento: resulta misterioso que el nacionalismo catal¨¢n aplauda esa degradaci¨®n, embarcado como est¨¢ en la deriva de la soberan¨ªa fiscal ya no ¡°compartida¡± sino, ay, ¡±completa¡±.
Todo apunta as¨ª al ¡°estado de excepci¨®n auton¨®mico¡± que insinuaba el profesor P¨¦rez Royo en su columna del 28 de abril. Con el Senado de enterrador formal y no de c¨¢mara auton¨®mica como la que ¡ªojal¨¢¡ª promete la vicepresidenta S¨¢enz de Santamar¨ªa. Es una pena haber deso¨ªdo el apremio liberal a crear un Consejo de Estabilidad Presupuestaria independiente que actuase de autoridad. Tambi¨¦n para controlar al Gobierno, porque si bien este aprieta las tuercas a las comunidades, ¡°no me queda claro c¨®mo la administraci¨®n central va a verse sometida ella misma a una mayor disciplina¡±, lamenta Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde (www.fedeablogs.net). ?Qui¨¦n controla el juego limpio del controlador, Espa?a adentro? Espa?a afuera, al menos es Bruselas, un alivio.
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