Si no lo logras, int¨¦ntalo otra vez
En 1990 Suecia sufri¨® una crisis financiera muy intensa motivada por el estallido de una burbuja inmobiliaria (que se arregl¨®, en parte, creando un banco malo para cada entidad con problemas). El Gobierno entr¨® en acci¨®n inmediatamente para recatar a los bancos en dificultades, cuyas p¨¦rdidas equival¨ªan al 12% del PIB. A la crisis financiera le sucedi¨® una recesi¨®n econ¨®mica que redujo el crecimiento real (con ajuste de la inflaci¨®n) un 4%. La econom¨ªa sueca no regres¨® al PIB previo a la crisis hasta cuatro a?os despu¨¦s.
Las lecciones que proporciona la historia indican que no se puede tener bienestar sin un sistema financiero con un funcionamiento normal (generando cr¨¦dito a las familias y empresas), pero que el mero hecho de estabilizar el sistema financiero no es garant¨ªa de prosperidad sino que se necesita, al tiempo, un plan de rescate para la econom¨ªa real, con el objeto de multiplicar la producci¨®n y crear empleo, y que sea tan intenso en sus metas al menos como el rescate financiero.
El G-8 propone que haya ayudas para los bancos pero tambi¨¦n para los ciudadanos
Ello se ha olvidado en Europa en los dos ¨²ltimos a?os, con los resultados conocidos: no han remitido las primas de riesgo de los pa¨ªses con problemas, que tampoco han reducido en lo que se esperaba el d¨¦ficit p¨²blico y casi todos han aumentado la deuda p¨²blica, se ha multiplicado el paro, el empobrecimiento de las clases medias y la mortandad empresarial. Ahora, la reuni¨®n del G-8 celebrada en Camp Davis propone evitar el hundimiento completo y generar ayudas para los bancos pero tambi¨¦n para los ciudadanos. ?Est¨¢ cambiando de verdad el clima intelectual de nuestra ¨¦poca, desplaz¨¢ndose desde la austeridad hacia el crecimiento? Eso es lo que dice el comunicado final de la reuni¨®n. Se trata de salir del momento Minski (por el economista del mismo nombre) en el que los deudores no pueden pagar, los acreedores no quieren pagar y todos intentan cancelar la deuda al mismo tiempo.
El comunicado del G-8 reconoce tambi¨¦n, en t¨¦rminos gen¨¦ricos, el distinto momento del ciclo en el que est¨¢n las diferentes zonas geogr¨¢ficas del planeta: ¡°Nos comprometemos a tomar todas las medidas necesarias para fortalecer nuestras econom¨ªas y a combatir las tensiones financieras, reconociendo que las medidas adecuadas no son las mismas para cada uno de nosotros¡±. Esto vale para EEUU y Europa, pero tambi¨¦n para el interior de la Uni¨®n Europea, donde, por ejemplo, la coyuntura alemana no es la misma que la espa?ola.
Ahora los deudores no pueden pagar y los acreedores no quieren hacerlo
La posici¨®n del G-8 ha de ser asumida a partir de ahora tanto por cada una de las regiones (pasado ma?ana tendr¨¢ lugar en la UE la llamada cumbre del crecimiento) como por el conjunto de las mismas, incluidas las emergentes, en el G-20 que se celebrar¨¢ en junio. Ser¨¢ el s¨¦ptimo G-20 desde que se inici¨® la Gran Recesi¨®n. En las tres primeras cumbres (Washington, Londres, Pittsburg) se defendi¨® el mismo sentido com¨²n econ¨®mico: pol¨ªticas de dinero barato, de est¨ªmulo fiscal y de ayudas a la banca para impedir que se produjera el hundimiento general de las finanzas que tuvo lugar en los primeros a?os de la Gran Depresi¨®n de la d¨¦cada de los treinta. Pero la acci¨®n pol¨ªtica no tuvo ni de lejos la fuerza precisa para impedir el crecimiento constante e intenso del desempleo, la reducci¨®n de la producci¨®n y el par¨®n de la demanda. En los G-20 de Toronto, Se¨²l y Cannes, lejos de reconocerse el defecto de escasez de la respuesta y de las pol¨ªticas de est¨ªmulo, el mundo se dividi¨® en dos: los que entend¨ªan que la ausencia de crecimiento segu¨ªa siendo el problema principal y los que apelaron a pol¨ªticas de estabilizaci¨®n fiscal y de austeridad para volver a los equilibrios macroecon¨®micos. Los resultados est¨¢n a la vista. Pruebas y no prejuicios.
Pronto vuelve a reunirse el G-20, esta vez en M¨¦xico. Se trata de saber si los mandatarios van a seguir para la econom¨ªa real el mismo principio de determinaci¨®n rooselveltiana (por Franklin Delano Roosevelt, el presidente americano que salv¨® al mundo de la Gran Depresi¨®n) que han adoptado en las finanzas: las rondas de recapitalizaci¨®n que sean precisas, con el fin de salvarlas. Ese principio dice: si no lo has conseguido a la primera, vu¨¦lvelo a intentar.
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