La otra cara de Bankia
La poblaci¨®n en riesgo de pobreza ha aumentado m¨¢s de un mill¨®n de personas en un a?o
Apaguemos por un momento los focos sobre los rescates multimillonarios, los sueldos opulentos y las pensiones privadas que generan alarma social. Hoy se publicar¨¢n las cifras del paro registrado correspondientes a mayo: no ser¨¢n precisamente alentadoras, a pesar de que no incorporan a aquellos que, desmoralizados, ni siquiera se apuntan ya en los servicios p¨²blicos de empleo. El viernes se conocieron las que proporciona la oficina de estad¨ªsticas de la Comisi¨®n Europea: el desempleo est¨¢ en su m¨¢ximo hist¨®rico en la zona euro desde que existen series hist¨®ricas, y Espa?a aporta a ese dato el 24,3% de su poblaci¨®n activa sin trabajo.
Esta es la otra cara de la crisis econ¨®mica, la m¨¢s lacerante y mayoritaria. De los 11 millones de clientes de Bankia, muchos de ellos estar¨¢n sin duda en paro, as¨ª como algunos de los cientos de miles de ciudadanos que a partir de julio pasado compraron acciones de la cuarta entidad financiera espa?ola. Hoy se analizar¨¢n tambi¨¦n con m¨¢s detalle los datos de los parados que han dejado de cobrar el seguro de desempleo por ser de larga duraci¨®n y el n¨²mero de hogares en los que no entra ning¨²n sueldo. Pero ya existen otros indicadores que demuestran que la sociedad espa?ola se ha instalado en nuevas condiciones de existencia, cambios muy notorios en los h¨¢bitos y costumbres como consecuencia de la merma de su renta disponible, de las escasas expectativas de mejora (movilidad social) y del pesimismo sobre su futuro. Muchos de estas tendencias aparecer¨¢n sin duda en la memoria anual del Consejo Econ¨®mico Social (CES), que preside Marcos Pe?a, de inmediata publicaci¨®n.
Mientras tanto, se pueden avanzar algunas de ellas, que muestran las variaciones en las formas de vida instaladas en Espa?a despu¨¦s de cinco a?os de penosas dificultades econ¨®micas para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n:
? Cada vez m¨¢s personas mayores est¨¢n adquiriendo un protagonismo inesperado por su decisiva aportaci¨®n social: no solo por su frecuente papel de abuelos cuidadores, sino porque sus pensiones se convierten en fuente principal de ingresos en un grupo cada vez mayor de hogares, en los que conviven con sus hijos y/o nietos desempleados. En el primer trimestre de 2012 hab¨ªa 422.600 hogares (un 21,7% m¨¢s que en el mismo periodo del a?o anterior) en los que la persona de referencia era jubilada o pensionista y conviv¨ªa al menos con una persona en paro.
? Los flujos migratorios han cambiado definitivamente de signo: m¨¢s de medio mill¨®n de personas (un 26% m¨¢s que en 2010) emigr¨® desde Espa?a al extranjero en 2011, siendo de nacionalidad espa?ola el 12,3%. As¨ª, el pasado a?o registr¨® por primera vez en mucho tiempo un saldo migratorio negativo: fueron m¨¢s los emigrantes que salieron de Espa?a que los inmigrantes que se establecieron en nuestro pa¨ªs.
? El aumento de la pobreza y de la desigualdad social constituyen las consecuencias m¨¢s extremas de la crisis en las condiciones de vida de la poblaci¨®n. Se incrementan los problemas de hacinamiento y de exclusi¨®n severa especialmente entre la poblaci¨®n por debajo del umbral de la pobreza, los j¨®venes y los que viven en alquiler. Los niveles de pobreza monetaria afectaban en 2010 al 20,7% de la poblaci¨®n, pero un nuevo indicador m¨¢s sofisticado eleva ese porcentaje hasta el 23,5% del total. En un solo a?o la poblaci¨®n en riesgo de pobreza y exclusi¨®n social ha aumentado en m¨¢s de un mill¨®n de personas, hasta alcanzar los 11,6 millones.
? La mitad de los hogares ha visto empeorar su situaci¨®n econ¨®mica desde antes de la crisis. En el ¨²ltimo periodo, solo ha mejorado para el 8,4% de los hogares, para el 42,9% hab¨ªa empeorado, mientras que para el 48,7% permanec¨ªa igual.
? Cambio de tendencia en el consumo. En 2010 las familias gastaron en consumo un 3% menos que un a?o antes. Las familias han optado por aplazar los grandes gastos (veh¨ªculos, muebles y grandes electrodom¨¦sticos), as¨ª como reducir los m¨¢s superfluos (hoteles, caf¨¦s y restaurantes).
La gran pregunta es c¨®mo va a resistir este deterioro la sociedad espa?ola si hay consenso en que el ajuste y la austeridad durar¨¢n al menos una d¨¦cada, un plazo que ninguna sociedad democr¨¢tica puede permitirse. M¨¢xime cuando el Gobierno solo conf¨ªa en el largo plazo para corregir las peores tendencias.
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