Ay qu¨¦ pena, hacen lo que no les gusta
La doctrina Rajoy para explicar y justificar la tercera oleada de austeridad es de una gran enjundia. Consta, como la Tierra, de cuatro elementos: carencia de criterio, manifestaci¨®n de disgusto, reconocimiento de impotencia y fe utilitaria. Veamos con detalle el acierto de cada uno, seg¨²n los explicit¨® su autor en la comparecencia parlamentaria.
Carencia de criterio: ¡°No disponemos de m¨¢s ley ni m¨¢s criterio que el que la necesidad nos impone¡±, dijo. Es una manera autom¨¢tica de consagrar la abdicaci¨®n de toda pol¨ªtica, incluida la pol¨ªtica econ¨®mica. Esta deber¨ªa consistir en desplegar criterios para adecuar o conducir las necesidades surgidas de la realidad a los objetivos program¨¢ticos propuestos. Hacer de la necesidad virtud es virtud insuficiente. Y reconocer que la realidad ha derrotado tu programa ¡ªcomo hizo el presidente por vez primera al declarar que ¡°han cambiado las circunstancias y tengo que adaptarme a ellas¡±¡ª es parca explicaci¨®n: ?en qu¨¦ datos sustanciales desconocidos han cambiado tan radicalmente?, ?acaso es que el programa era inadecuado, o f¨²til, o enga?oso?, ?se puede culpar del problema al mismo tiempo a la herencia y a la recesi¨®n m¨¢s grave de cuantas hemos sufrido? La carencia de criterio es peligrosa en s¨ª misma. Y m¨¢s en tanto que pueda lindar con la ausencia de principios
Manifestaci¨®n de disgusto. Ya se ha convertido en un cl¨¢sico de este Ejecutivo la declaraci¨®n de que le disgusta mucho lo que hace. ?Al propio gobernante! ¡°Yo soy el primero en estar haciendo lo que no le gusta¡±, riz¨® el rizo Rajoy, arriesgando la r¨¦plica de que mejor lo deje, o apuntando a una victimista inversi¨®n de qui¨¦n es la v¨ªctima de los recortes: no ya los recortados, sino el recortante. E insiste, por activa y pasiva: ¡°tanto si nos gusta como si no¡±, ¡°no pregunto si me gusta¡±... El llanto por el disgusto ¨ªntimo del gobernante es irrelevante frente al nivel de desempleo y malestar social existente. Y la confesi¨®n de disgusto ante la imperiosidad de cumplir con el propio deber, huelga por completo.
Espa?a y los socios de la UE carecen de soberan¨ªa, pero tienen margen de maniobra
El reconocimiento de impotencia se plasma en variadas expresiones: ¡°la necesidad nos impone¡±, ¡°no nos queda m¨¢s remedio que hacer¡±, ¡°no podemos elegir¡±, ¡°no tenemos esa libertad¡±... Vuelve a significar la negaci¨®n de la pol¨ªtica, que es alternativa, o al menos modos alternativos de conseguir un mismo fin. Y supone reconocer una situaci¨®n de falta de capacidad de maniobra propia de un rescate total, muy lejos del ejercicio de ¡°decisiones soberanas¡± como las que el presidente enarbol¨® al inicio de la pol¨¦mica con Bruselas sobre el d¨¦ficit. Lo peor del asunto es que si es cierto que la soberan¨ªa nacional a la vieja usanza hace ya decenios que dej¨® de existir en Europa, al menos en lo econ¨®mico ¡ªaunque algunos a¨²n no se hayan enterado¡ª, sigue existiendo siempre un margen practicable. Usar ese margen habr¨ªa posibilitado, por ejemplo, evitar o modular la subida del IVA.
Ese es un razonamiento meramente te¨®rico. El PP-Oposici¨®n ten¨ªa razones cuando argumentaba que subir ese impuesto perjudicar¨ªa el consumo, retraer¨ªa la demanda y en consecuencia agravar¨ªa la recesi¨®n. Pero el hecho de que la recaudaci¨®n por IVA en Espa?a (un 5,5% del PIB, casi la mitad que en Dinamarca, el 9,9%) fuera la m¨¢s baja de la UE, dejaba al PP-Gobierno con d¨¦bil defensa ante sus socios en este punto. Claro que m¨¢s d¨¦bil era el Gobierno de Irlanda a la hora de defender su baj¨ªsimo impuesto de sociedades, del 12,5%, muy por debajo de la media europea, lo que todos consideran un verdadero dumping fiscal (competencia impositiva desleal) y algunos, una situaci¨®n ¡°depredadora¡±, como se puso de manifiesto en la discusi¨®n de los detalles del rescate irland¨¦s: y Dubl¨ªn se sali¨® con la suya. Y ya veremos qu¨¦ ocurre en el debate del rescate de Chipre, que tiene un tipo del 10%. La carencia de soberan¨ªa no implica ausencia de autonom¨ªa. Y Madrid pudo haber fijado el nuevo tipo b¨¢sico del IVA en el 21%, o en otro porcentaje, y cambiar o no de tipo a determinados productos y servicios. La armonizaci¨®n federalizante europea no implica uniformismo centralista bruselense.
Y la apuesta por la utilidad de las medidas adoptadas (¡°?Servir¨¢n de algo tanta estrechez y tantas apreturas?: La respuesta es un s¨ª, con toda rotundidad¡±) se presenta como una fe ciega, en el sentido de que no se acompa?a de argumentos econ¨®micos suficientes para ser sostenida. Por cuanto no se eval¨²a el impacto de las medidas, o se cuantifica con distintas cifras o de forma insuficiente, o clandestina. Por cuanto ninguno de los pa¨ªses que han aplicado programas del mismo formato han obtenido la reducci¨®n sustancial de su prima de riesgo. Por cuanto es dudoso que se logre aminorar de forma relevante el d¨¦ficit, ya que la ca¨ªda de ingresos provocada por la recesi¨®n podr¨ªa superar f¨¢cilmente el recorte de gastos. A menos que empecemos a hablar tambi¨¦n de crecimiento, de exportaciones, de relanzar la econom¨ªa. Sin olvidar, por supuesto, la frugalidad.
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