Bankia cae un 80 por ciento y atrapa a miles de accionistas en su primer a?o en bolsa
La entidad, hoy en d¨ªa en manos del Estado y con un nuevo equipo gestor al frente, vive una situaci¨®n bien diferente a la que imaginaba en su debut burs¨¢til hace un a?o, y se enfrenta adem¨¢s a un futuro incierto, que pasar¨¢ probablemente por un fuerte proceso de desinversiones y una reducci¨®n de su tama?o.
En un momento de gran inestabilidad, el gigante fruto de la fusi¨®n de Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caixa Laietana y las de ?vila, Segovia y La Rioja salt¨® al parqu¨¦ el 20 de junio de 2011 con 347.000 accionistas que confiaban en que su inversi¨®n se revalorizar¨ªa.
A pesar del desafortunado t¨ªtulo de la campa?a publicitaria "Queremos ser banqueros", Bankia logr¨® atraer a miles de clientes dispuestos a invertir un m¨ªnimo de 1.000 euros en una entidad que presum¨ªa de tener su estrategia de futuro muy clara.
Adem¨¢s, jugaba a su favor que debutaba con un descuento del 60 % sobre su valor en libros, avalado por la auditora Deloitte, la misma que meses despu¨¦s cuestion¨® los n¨²meros de la entidad.
Tras el toque de campana de hace un a?o, el ex vicepresidente del Gobierno y primer ejecutivo de Bankia, Rodrigo Rato, auguraba que ser¨ªa una "inversi¨®n s¨®lida" que permitir¨ªa a los accionistas, que apostaron una media de 7.000 euros, sentirse "muy satisfechos".
Pero la desconfianza hacia Espa?a y su banca tras el estallido de la burbuja inmobiliaria alejaban con el tiempo a la entidad de los 3,75 euros en los que empez¨® a cambiarse en la Plaza de la Lealtad.
En cualquier caso, el acceso al mercado de renta variable le permiti¨® reforzar su patrimonio en m¨¢s de 3.000 millones, avanzar en su profesionalizaci¨®n y transparencia, y afianzar su idea de que pod¨ªa seguir en solitario.
A juicio de algunos de sus principales competidores, una gran ilusi¨®n para una entidad a la que ve¨ªan agonizar incluso antes de que el nuevo Gobierno, del mismo signo pol¨ªtico que Rato, impusiera mayores provisiones al sector.
Esta decisi¨®n perjudic¨® especialmente a Bankia por el elevado riesgo inmobiliario que supuso juntar Caja Madrid y Bancaja, pero el grupo no tiraba la toalla y estaba dispuesto a conseguirlo.
Todo cambi¨® en cuanto Rato supo que el Ejecutivo ultimaba una nueva reforma financiera que exigir¨ªa a¨²n m¨¢s provisiones, algo imposible para Bankia con un Gobierno reacio, hasta entonces, a impulsar un banco malo o conceder m¨¢s ayudas.
Con el visto bueno del Banco de Espa?a y el Ministerio de Econom¨ªa, Rato ultima un plan en que solicitaba una inyecci¨®n de 7.000 millones y se compromet¨ªa a devolver antes de finales de a?o la ayuda de 4.465 millones recibida en el pasado.
Con esa estrategia, la obra social de las cajas de Bankia estaba garantizada y resultaba m¨¢s f¨¢cil dar una salida a los clientes que en el pasado hab¨ªan comprado participaciones preferentes.
Sin embargo, las reticencias de algunos competidores a la permanencia de Rato al frente de la entidad llevaron al exvicepresidente a presentar su dimisi¨®n a principios de mayo, cuando la acci¨®n de Bankia acumulaba una ca¨ªda cercana al 35 %, y a ceder las riendas al ex "n¨²mero dos" de BBVA Jos¨¦ Ignacio Goirigolzarri.
La llegada de este gestor parec¨ªa ser la soluci¨®n, pero lo ¨²nico que ha conseguido hasta este momento es que la acci¨®n haya ca¨ªdo en picado tras la decisi¨®n de dejar al grupo en manos del Estado y pedir una ayuda de 19.000 millones de euros para sanearlo.
A esa ingente cantidad se sumar¨¢ una ampliaci¨®n de capital de Bankia de 12.000 millones, que de hacerse en los precios actuales de cotizaci¨®n, reducir¨ªa la participaci¨®n actual de los accionistas por debajo del 10 %, ya que la entidad apenas vale 1.000 millones.
Mario Betancort
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